Gonzalo
Gamio Gehri
Nuevamente asistimos al penoso
espectáculo de la división de las izquierdas. Es una historia conocida que los
desacuerdos en torno a candidaturas y las desavenencias ideológicas echan a
perder la posibilidad de que la izquierda, y en general los grupos
progresistas, puedan presentar una propuesta más o menos articulada. Por un
lado, una facción de la izquierda con cierta experiencia política está
planteando la candidatura de Y. Simon en las elecciones de 2016. Puede
entenderse esta decisión en el hecho de que Simon es un personaje conocido en
el escenario político, con una trayectoria interesante en Lambayeque, y una
fugaz y controvertida gestión al frente la PCM durante el segundo gobierno de García. En el
otro lado, tenemos a un conjunto de colectivos alrededor de Tierra y Libertad.
El conflicto entre ambos sectores parece residir en el hecho del premierato de
Simon, que , sostienen los críticos, comprometería moralmente su candidatura.
Si existen controversias de tipo
ideológico entre ambas izquierdas, éstas aún no han salido a la luz, que
sepamos. Resulta lamentable – lo hemos comentado más de una vez – que estos
movimientos y otros no hayan supuesto una discusión más honda y estricta sobre
los cimientos teóricos y prácticos del pensamiento progresista, en diálogo con
el liberalismo político. La distribución del poder, la ciudadanía activa, los
derechos humanos, la separación de instituciones sociales, las formas de
representación y participación de la democracia, la economía de mercado, son
elementos que requieren de discusión y que deberían – creo – ser asimilados de
manera creativa por las izquierdas. Resulta preciso examinar y abandonar
algunos presupuestos ideológicos cuestionables, como el determinismo económico,
y en particular una concepción de la ciencia y de la historia con matices
totalitarios y salvíficos. Como indica mi colega y buen amigo Ricardo Falla C.,
este trabajo resulta urgente. Han surgido algunas formulaciones “postmodernas”
del marxismo, bastante precarias desde el punto de vista de la filosofía. Una
reformulación crítica y seria del pensamiento acerca de la justicia social permanece
como un proyecto sin asumir en nuestro contexto.
Las izquierdas enfrentadas
difícilmente podrán presentar una iniciativa de gobierno o de fiscalización
parlamentaria realmente consistente. Difícilmente podrán hacer frente a la
estigmatización ideológica que genera contra ellas la ‘clase política’ y la
prensa conservadora, que las acusa falsamente de extremistas, contrarias al progreso
y afines al terrorismo. Resulta prioritario desenmascarar tales campañas destructivas, promovidas por diversos medios de comunicación. La unidad constituye una medida valiosa; creo que sus líderes harían bien en
optar por unirse y plantear una alternativa política conjunta. No sólo pensando
en las elecciones, sino en el futuro de mediano y largo plazo: las izquierdas tendrían
que proponerse retomar el contacto con las bases que el fujimorismo les arrebató
en los noventa, usando contra ellas el clientelismo y fortaleciendo una actitud
autoritaria. La izquierda contribuiría sin duda a combatir el “sentido común”
conservador que comienza a instalarse en nuestra política local.
Estimado Gonzalo,
ResponderEliminarGracias por la mención en tu sentidas y atinadas reflexiones. Como te dije en nuestra conversación, las izquierdas (las diversas izquierdas) siguen pensado que tienen el monopolio del corazón y de la honestidad; siguen embarcadas en su ensoñación escatológica, fervientemente milenarista. "La "ley del corazón", "de las almas bellas" (Hegel). Juntas, con su 10 % a a nivel nacional. La escatología secular no vende. Eso es lo que las izquierdas peruanas no entienden.
Un abrazo desde la hermenéutica liberal
tu amigo
Ricardo