Gonzalo Gamio Gehri
Me causa una muy buena impresión Elizabethtown (2005), una
película norteamericana de gran intensidad.y sentido existencial. Es una de mis cintas favoritas, por muchas razones. Drew Baylor (Orlando Bloom) es un joven que ha
fracasado notoriamente en la campaña de promoción de un modelo de zapatillas deportivas.
La depresión lo lleva a pensar en el suicidio. No logra cumplir su propósito; antes se entera de que su padre ha muerto en su pueblo natal, Eluiabethtown. Tiene
que viajar para atender los asuntos funerarios. En el avión conoce a Claire
(Krinsten Dunst), una joven azafata que reconoce su situación y se ofrece darle
pautas en el intrincado camino hacia el pueblo paterno.
El contacto con sus familiares de Kentucky –
personas sencillas que le profesaban un profundo amor a su padre -, así como
la revisión de sus propios recuerdos, lo llevan a asumir la vida en una
perspectiva distinta. Valorar las pequeñas cosas, acercarse a la lucidez curiosa que se
revela en las conversaciones cotidianas. Las
largas conversaciones telefónicas, las caminatas, van haciéndose un espacio en
su existencia. Es interesante la mezcla de asombro y ternura con la que él empieza a mirarla. El penoso incidente de las zapatillas comienza a perder relevancia. Ella
intenta enseñarle que hay fracasos que infunden sabiduría. Resuenan entonces las
palabras de Beckett: inténtalo de nuevo, fracasa bien, fracasa mejor. Claire
parece salvar a Drew de ese predicamento de confusión y pérdida de sentido.
La vida se trata de seguir el camino del
salmón. No seguir a la mayoría y sus criterios de éxito y progreso, sino nadar
contra la corriente. Claire ofrece a Drew un mapa de regreso a casa, a Oregon,
lleno de imágenes y canciones que lo acompañen en el camino. El mapa está lleno de
indicaciones: bajar del carro y ver este árbol, detenerse en un café de Memphis
para escuchar las historias del dueño, visitar el lugar en el que Martin Luther
King se dirigió por última vez a los ciudadanos, escuchar las canciones que
hablan de su propia historia. Claire cree que lo ha perdido, y que sólo le
queda abrirle completamente y por última vez su corazón, con todo su amor y todos
sus demonios.
No sabe que el mapa de regreso a casa es
realmente el regreso hacia sí mismo. La imagen del hogar es, otra vez, una
metáfora de la identidad. Como Odiseo, pudo descubrirse a sí mismo en la
conversación con otros. Esta película de Cameron Crowe recuerda el valor de la verdadera comunicación humana en una vida con sentido.
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