Gonzalo Gamio Gehri
Los griegos consideraban que la philía encarnaba una de las formas más
genuinas y profundas de vínculo humano. Se la traduce con frecuencia como
“amistad”, pero abarca un conjunto de formas de conexión interhumana basadas en
la experiencia compartida, el afecto y el cuidado mutuo. La amistad en sentido
estricto, el amor, e incluso la conciudadanía implican el cultivo de la philía. Martha Nussbaun propone “amor”
como una traducción más feliz. Y tiene razón.
Se trata del único bien humano al
que Aristóteles le dedica dos libros de la Ëtica
a Nicómaco; en diversos pasajes de este libro, señala que nada digno de
elogio y elección puede lograrse sin philía,
y que ella nos convierte en seres capaces de pensar y de actuar. Esta clase de
afecto, cuidado y confianza nos permite valorar las cosas con mayor claridad y
esmero, y a apreciar la compañía de las personas que tienen significado en
nuestras vidas. Aristóteles por momentos sugiere que la philía implica virtud o acompaña a la virtud, y luego – con una mayor
precisión – la describe como el más importante de los bienes exteriores, dado
que el logro, la preservación o la pérdida de la philía dependen no solamente de la calidad de nuestras acciones, emociones y
elecciones, si no que también están sujetos a la impredecible intervención de la
fortuna.
Aristóteles ofrece una compleja
descripción de los nudos y circunstancias de la philía. Se esfuerza por esclarecer qué tipos de philía existen, cuál es el superior, cuál el más débil. Cuántos
reales philói podemos tener, cuáles
son las motivaciones que nos llevan a desarrollar los vínculos de amistad.
Aborda el asunto intentando extraer y formular argumentos, pero también ofrece
una sutil exploración de las emociones involucradas en estos asuntos tan
delicados e importantes. A pesar de que la redacción del autor suele ser árida
y desapasionada – recordemos que este libro está compuesto por apuntes de clase
– cuando describe el valor y la precariedad de los lazos de la philía, la
pluma de Aristóteles se torna conmovedora. Estamos hablando de vínculos y de
personas amadas cuya pérdida y ausencia podrían convertir el relato de nuestra
vida (para decirlo parafraseando una de las tesis de Tras
la virtud de MacIntyre) en vacío e incoherente. Pensemos en el hondo dolor que produce en el alma de Orfeo la pérdida de Eurídice, o en el intenso llanto de Admeto tras la desaparición de Alcestis. Es particularmente intenso
el discurso de Aristóteles acerca de por qué los lazos propios de la philía pueden romperse cuando la
comunicación cede su lugar al silencio, cuando se interrumpe el diálogo o la
incomprensión, los malos entendidos, la confusión y el desdén encuentran un lugar en esta clase de vínculos tan poderosos y a la vez tan frágiles.
En ocasiones, la propia tyché
conspira contra la supervivencia de estos lazos. En estos pasajes, Aristóteles
no se ahorra lúcidas palabras para evocar el dolor, la soledad y la desesperanza que
sentimos cuando creemos perder a las personas que realmente queremos. Se trata
de las páginas más vívidas que el autor ha escrito acerca de las circunstancias
y conflictos de la vida cotidiana (que es - finalmente - la vida que las personas
comunes pugnamos por llegar a comprender).
... también es útil recordar que la filía se daba sólo entre lo que hoy algunos llaman "gente como uno".
ResponderEliminarO sea que con el samaritano, nada de filía. Allí, el Evangelio realmente introduce algo interesante, la amistad (o al menos una cierta empatía) con aquel que no pertenece al mismo cuerpo político que uno. Lo mismo sucede cuando se propone amar a los enemigos. Igual de incomprensible en términos estrictamente racionales o estrictamente políticos.
estimado:
ResponderEliminarEs cierto. El Evangelio y el cinismo y estoicismo griegos - con su enfoque cosmopolita . defienden una cierta philía hacia quienes no pertenecen a nuestra comunidad.
Hola Estimado Gonzalo;
ResponderEliminarUn gusto saludarte después de tanto tiempo. Me pareció este post muy interesante, puesto que resalta el papel que tiene el amor (philia) en la propia existencia, y además, bosquejas el papel de la ausencia y la pérdida como configurantes de nuestro modo de enfrentar el mundo. De hecho, creo que la soledad y la desesperanza son experiencias vitales que surgen de la pérdida del sentido personal del mundo (que al final es dado a partir del modo como vivenciamos nuestras relaciones significantes).
Me he sentido identificado a un nivel profundo con este escrito, debido a que incluso antes de leerlo, fue justamente esta experiencia de conflicto personal ante la pérdida de un ser amado (de la que hablas a un nivel conceptual y existencial aquí) lo que me llevó a redactar un post personal en mi blog que ya hace mucho lo tenía abandonado.
Bueno Gonzalo, espero que todo te esté yendo bien.
Un abrazo,
Raúl Haro
Estimado Raúl:
ResponderEliminarQuiero que sepas que siento mucho esta pérdida y que te acompaño como amigo en este momento difícil. Gracias por tus sentidas reflexiones, que es la vida la que marca los rumbos del pensamiento sobre lo que merece la pena.
Un fuerte abrazo,
Gonzalo.
Muchas gracias Gonzalo de verdad por tus palabras.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo