Gonzalo Gamio Gehri
Examinemos algunas cuestiones prácticas vinculadas al cultivo del pluralismo. De hecho, sugiero que afrontemos casos especialmente difíciles, como los que entrañan elementos religiosos. Por supuesto, nada de lo que diga en lo que sigue está libre de controversia y cuestionamiento, y debe considerarse como un conjunto de reflexiones en voz alta – todavía en borrador –, es decir, como una aproximación inicial a una materia importante.
Me da vueltas por la cabeza la expresión “evangelizar la cultura” – que apareció en varios comentarios en este blog, a ellos me refiero aquí específicamente-, y trato de identificar los sentidos en los que ese proyecto puede revelarse fecundo en una democracia liberal (y los hay, sin duda, si flexibilizamos esta expresión, apartándola de cualquier pretensión epistémica). Es obvio que una sociedad democrática ofrece espacios – más allá del Estado – en los que se pueda promover, discutir y difundir una fe religiosa, en un clima de respeto frente a otras confesiones; existe un espacio para la prédica y el proselitismo siempre y cuando se respete la libertad y el derecho de todos a creer o a no creer. El pluralismo se nutre de un sano escepticismo frente a quienes suponen que existe una sola forma de vida plena, una sola vida que pueda reunir todos los bienes humanos sin tensión o conflicto. El pluralismo percibe el potencial impulso intolerante y violento en las versiones radicales de esta presuposición, pues ella entraña el anhelo de uniformizar a los seres humanos en un único estilo de vida y un único propósito.
Es posible examinar el proyecto de “evangelizar la cultura”, fuera de un marco epistémico de adoctrinamiento religioso y exhortación a un único modo de creer y actuar. El Evangelio alude a la “buena nueva” de la acción del ágape en la vida de los seres humanos, más allá de las consideraciones sobre la observancia de la “ortodoxia” o la preservación de una “pureza doctrinal”, que preocupaban más a los fariseos que a Jesús. Incluso la fe del centurión – un pagano – es objeto de elogio, por su disposición a dejar actuar al Espíritu en la vida. Visto de este modo práctico y amplio, la buena nueva no lesiona en manera alguna el cuidado de la diversidad, cuestiona severamente todo integrismo y nos sitúa en un horizonte de compromiso desinteresado con el otro. Una forma sutil y poderosa de universalismo ético que (más allá de la innegable originalidad del cristianismo en cuanto a su tratamiento de estos valores) converge con los principios de no pocas religiones y visiones seculares de la praxis. Por supuesto, esta última afirmación requiere un trabajo de precisión y detalle que no puedo ofrecer en este espacio. La conexión entre la idea de ágape y la de solidaridad constituye un tópico en el estudio de los imaginarios morales.
Consideremos brevemente un caso de diálogo interreligioso cotidiano en los escenarios de la sociedad civil. Si conozco a un creyente budista o judío que vive genuinamente su credo, y está dispuesto a conversar con otras personas sobre los cimientos éticos y espirituales de sus creencias en un clima de fraternidad y búsqueda compartida de conocimiento, de tal forma que todos los interlocutores puedan reconocer los elementos comunes y apreciar las diferencias entre las confesiones ¿Tendría sentido intentar “convertirlo” a mi propia fe, concebida como “verdadera”? Honestamente, creo que no. La posibilidad misma de una conversación - o investigación – interreligiosa podría considerarse una experiencia espiritual importante para cualquiera que valore seriamente la religión como un elemento significativo en la vida. Esa clase de diálogo podría potenciar la comprensión del ágape en el sentido práctico y no epistémico evocado hace un momento. Intentar improvisar alguna forma de prédica proselitista que pretenda lograr que el personaje en cuestión abandone la fe de sus padres para asumir otra podría y revelarse como un acto de manipulación e intolerancia, o incluso como una expresión de soberbia. En una sociedad pluralista, el ejercicio de escuchar al otro y propiciar el encuentro de razones y aspiraciones comunes – sin proponerse lograr un acuerdo definitivo en cuestiones doctrinales – constituye un hábito que no se aleja del ágape, y que toma distancia de la obsesión integrista por imponer un único modo de creer y de vivir.
(La imagen ha sido tomada de aquí).
He aquí el escrito que publiqué en mi blog y que me gustaría que leyeses y comentases:
ResponderEliminarhttp://sofiatudela.blogspot.com/2011/11/la-santisima-trinidad-la-luz-del-islam.html
Buen día profesor Gamio:
ResponderEliminarAquí, volviendo a su blog.
¿Por qué no debería intentar que una persona se convierta a cristiano? El título debería ser: "Cómo dejar que mi hermano se condene y no hacer el intento de convertirlo" o "Evangelizar la cultura sin Dios".
Saludos cordiales,
José.
estimado José:
ResponderEliminarhace mucho tiempo que la teología ha abandonado la cuestionable presuposición de que los no cristianos se condenan por no serlo. Incluso los documentos oficiales lo señalan (El escrito papal "Redemptoris Missio"), y diversos pasajes del texto bíblico. Cuidado con ese solipsismo triunfalista, que no ayuda desarrollar un sentido espiritual más amplio y fraterno.
Saludos,
Gonzalo.
Estimado profesor:
ResponderEliminarNo le doy esa interpretación. Es al contrario, creer en Cristo y no pertenecer a la Iglesia.
No estoy de acuerdo en su artículo porque separa fe y acción.
Creo que la mirada va hacia la dimensión bio-psico-espiritual de la persona. Allí el espíritu entra en comunión.
Saludos cordiales,
José.
estimado José:
ResponderEliminarA eso me refiero con "cristianos". El estatuto salvífico de quienes no creen - doctrinalmente - en Cristo es lo que se discute, y la teología está bastante lejos de la presuposición tradicionalista.
Precisamente lo que digo en el texto es que fe y acción en el Ágape van juntas.
Saludos,
Gonzalo.
Profesor Gamio:
ResponderEliminar¿Negaría o refutaría usted el dogma según el cual "fuera de la Iglesia no hay salvación" (Extra ecclesiam nulla salus)?
El siguiente artículo explica la vigencia y alcances de dicho dogma:
http://infocatolica.com/blog/apologeticamundo.
php/1012140606-extra-ecclesiam-nulla-salus-b
Lo que los teólogos examinan actualmente son los alcances de esa frase, y si "Iglesia" puede ser interpretado de una manera amplia. Precisamente la "Redemptoris missio" sostiene que los creyentes en otras religiones pueden evidentemente salvarse.
ResponderEliminar¿Y los ateos pueden salvarse?
ResponderEliminarHola Gonzalo:
ResponderEliminarDices que "evangelizar la cultura" es uno de esos casos especialmente difíciles del cultivo práctico del pluralismo, ciertamente lo es de suyo, pero, que duda cabe, lo es aun más desde tu particular comprensión del problema. Pues, como veo, partes de un esquema metodológico en el que ya has tomado partido: la conservación del "sano escepticismo" como valor supremo de la "democracia liberal". Dices bien, cuando propones que este evangelizar la cultura, desde tu perspectiva, debe renunciar a toda pretensión epistémica para serle fecunda. Tal vez la fecundidad que nos propones es aquella destinada a robustecer la incesante proliferación y banalización de la multiplicidad de lo fútil. De aquello que nos permitiría "elegir", como en un super mall, pretendiendo asepcia y neutralidad moral, ahorrándonos el engorroso trámite de tener que justificar nuestras elecciones en algo más que en el axioma de nuestro derecho a la "minoridad".
Hola Julio:
ResponderEliminarPor supuesto, ese "sano escepticismo" se nutre de la digestión de la historia del integrismo religioso (inquisición, guerras de religión) y secular (totalitarismos). Considero que incluso una lectura provechosa del cristianismo podría eventualmente depurarse de la dimensión epistémica sin sacriicar el ágape y la buena nueva.
Lo de proliferación y banalización de la multiplicidad de lo fútil no se entiende si no se lo justifica y permanece como una mera declaración. Lo del "Super mall" no tiene nada que ver con lo que yo digo, y sólo puede seguirse de esas caricaturas típicas de las lecturas "light" de MacIntyre y Schmitt que proliferan en algunos espacios criollos.
No tengo ninguna pretensión de neutralidad ni ascepsia. Jamás he suscrito esa terminología.
Saludos
“Lo que los teólogos examinan actualmente son los alcances de esa frase, y si "Iglesia" puede ser interpretado de una manera amplia. Precisamente la "Redemptoris missio" sostiene que los creyentes en otras religiones pueden evidentemente salvarse.”
ResponderEliminarPrecisamente, la Iglesia, tras el Concilio Vaticano II, sostiene que los miembros de otras confesiones también pueden salvarse. Sin embargo, no sostiene que los agnósticos y los ateos puedan salvarse, especialmente estos últimos.
Estimado profesor:
ResponderEliminarUsted pretende en reiterados post "fundar una nueva Iglesia para nuestros tiempo"; es decir, la Madre y Maestra tiene que someterse a la corrupción moral del mundo, sólo porque "el sano escepticismo" de la democracia liberal así lo quiere. Otra vez cae en el problema del laicismo político y la reducción de la fe. Tenemos que sacrificar la Gracia porque algunos ideólogos de la democracia lo proponen. Yo post es una apertura clara al relativismo nihilismo, aunque usted diga que el pluralismo que promueve está lejos de ello.
Su artículo hace una tajante separación entre fe y acción, porque yo no puedo promover una evangelización de la cultura si no me creo lo que hago y pretendo, como usted hace, decir que es un "sano-sacro escepticismo" dela pluralidad que todo cristiano tiene que hacer.
Por tanto, el compromiso con las generaciones venideras de un espacio de reflexión y común-unión a la luz de la Verdad es "algo" desfasado. Discernir entre le bien y el mal es reemplazado por "el carrito del súper" de acuerdo a mi satisfacción y utilidad, sobre todo de quienes se formaron así.
¡No hay más! Se cree o muere.
Saludos cordiales,
José.
Estimado José:
ResponderEliminar"relativiismo" , "nihilismo" son etiquetas de manual que no funcionan aquí sin una justificación. En mi primer libro y en este blog he explicado por qué es así. Es mejor argumentar que descender a esos lugares comunes de escaso nivel conceptual. Y en todo caso responder a los argumentos del post con argumentos. Si el asunto es sólo de etiquetas, poco tengo que comentar.
Saludos,
Gonzalo.
La certeza de la propia salvación, hecha pública en forma de discurso institucional, y peor aún, convertida en ataque al prójimo, convertida en certeza hecha pública de la no-salvación del prójimo... esto es lo que se ve aquí. Siempre. Es un espectáculo provinciano y lamentable, o corrupto y lamentable, o mísero y lamentable simplemente. Demuestra no haber leído por sí mismo el Evangelio sino sólo en el juego colectivo institucional, porque quien haya leído mínimamente el Evangelio sabe que Jesús (no ese monstruoso Logos que los hace creerse cuerpo de Dios en la Tierra y hacer inquisiciones y llegar a las peores atrocidades, no eso, sino Jesús el personaje) rechazaba tajantemente especulaciones y comportamientos como los que aquí se ven (desde el pavoneo hasta la amenaza velada y llena de miseria). Los rechazaba por hipócritas, por equivocados, por estúpidos.
ResponderEliminar¿Quién puede saber que se va a salvar? Nadie tiene eso garantizado.
En cuanto a quién "no" se va a salvar, nadie lo puede decir tampoco.
Digan ustedes lo que digan.
Gamio está tratando de reflexionar; está tratando de pensar cómo entender una serie de contradicciones que contiene el catolicismo como toda religión institucionalizada. Eso es positivo. Está tratando de preguntarse cómo hacer para seguir creyendo en lo que sus padres y maestros le enseñaron, y sin embargo no caer en la arrogancia, la soberbia, el horror que implica sentirse superior al prójimo. Lo que desemboca en comportamientos que van desde el ignorar al prójimo (véase la parábola del buen samaritano) hasta el aniquilarlo (véase la historia de la Inquisición).
Señores: no voy a debatir de teología con quienes son pacientes de una programación tan prolija como la que ustedes ostentan, pero sí puedo asegurarles que habría que dar una buena leída a todas esas páginas del Evangelio que hablan de los sepulcros blanqueados, de los hipócritas, para prevenir aunque sea. Igual, no creo que quien se cree salvo al punto de maltratar a los demás sea capaz de entender demasiado.
Mi solidaridad con Gamio. Un buen tipo, y tratando de hacerse cargo de contradicciones que no inventó él, y tratando de dialogar al respecto (inútilmente, por desgracia, pues le faltan interlocutores que estén a su altura).
Estimado profesor:
ResponderEliminarNo se moleste. Mis argumentos contra su contructivismo ético y jurídico ya los expresé en su blog en el transcurso de más de un año.
Su laicismo "encubierto" que nos hace renunciar a nuestras creencias y contribuir a un espacio de "sano excepiticismo" por promoción de su pluralismo político, es respetable. Usted defenderá su Estado laico y plural, cuando yo lo interpreto como laicista. Hago los comentarios con docilidad de acuerdo con la Iglesia Católica como Madre y Maestra, permitiéndome ser prudente.
Hola anónimo.
Sus adjetivos no provincianos, "no hipócritas", están de más (Lima, también es una provincia) ¿Parece que nos somos iguales? Ah! ¿ Los provincianos mestizos no son iguales a los provincianos mestizos de una capital? Sí, pues, su insolencia es digna que sienta pena por usted y rezaré por su conversión, como también de que no sepa de dónde viene y adónde va. Pensé que el Sacrificio del Hijo de Dios tenía un sentido para la salvación de los hombre. Buena Nueva. ¡No entiendo como esta acción inmerecida para el hombre no pueda guardarse en el corazón! Sigamos pensando en "el creer que se cree".
Parece que el Infierno no existe ¿Quién tentó entonces a Él? ¿Por qué el dominio está donde está? ¿Por qué decir: El que cree en mí, aunque muera, vivirá..."?
¿Como sabe usted que nada garantiza la salvación del hombre? Parece que rebasó los confines de la reflexión en teología y filosofía. Usted pasó a ser el "dueño de esas verdad". Creo que es pura especulación. ¡Eso dice en las Sagradas Escrituras! ¿Así de expreso? Cite, por favor.
Lo único que concuerdo con usted es en que también considero que el profesor es una buena persona, como todos por su dignidad. Podemos discrepar en otros puntos, incluso en esa apreciación, pero que Dios tenga Misericordia de todos nosotros.
No leo por mí mismo la Biblia; la leo con la enseñanza de la Iglesia. Luteranos tenemos de sobra.
Prudencia, anónimo, no caiga en la ironía de las "provincias". No me vaya a salir que nos piden pasaporte a los arequipeños para entrar al cielo, jajaja.
Abrazos,
José.
Estimado José,
ResponderEliminarMe refería a provincianismo en el sentido en que todo el Perú podría considerarse una provincia, y Lima por supuesto también, y quizá Lima ante todo: En el sentido que deriva de la administración provincial del Imperio romano y en el sentido, por analogía aunque los términos no sean exactamente los mismos, en que Sudamérica fue desde el siglo XVI una especie de conjunto de provincias (virreinatos) de los Imperios español y portugués. Con participación y organización central de Roma, por supuesto.
Lo de la diferencia entre Lima y Arequipa no tiene absolutamente nada que ver.
Lea usted a algunos reaccionarios que claman aquí y en otros sitios por el regreso de la no-separación entre Iglesia y Estado (es decir, por la vuelta a la edad de los Imperios, con las consiguientes persecuciones y asesinatos a quienes piensan distinto). Infórmese, si quiere, de cuántos asesinatos avala usted, inocente e involuntariamente, cuando dice "se cree o se muere".
Su juventud y evidente filiación institucional directa le hacen plenamente disculpable y estoy seguro de que es usted también una buena persona. Pero hay proyectos políticos que proponen la represión, la tortura y la sangre para combatir formas de pensar distintas al dogma que se considera consustancial a la cultura, y por más que estén compuestos de personas buenas por inocencia, no son bondad la persecución y la tortura a los diferentes. No sé qué son, pero Jesús no los propuso, por ejemplo. Otros inventaron eso, mucho antes que Jesús, y desde que el mundo es mundo. Jesús mismo fue asesinado por ese tipo de actitud: por la misma gente que Él acusa en Mateo 23. ¿Quiere una cita que le explique por qué digo que la autoridad religiosa no garantiza la salvación? Ahí tiene un capítulo para empezar. Claro que si lee eso con la autoridad religiosa como única fuente de explicación, algo importante se le va a escapar.
Simplemente es demasiado doloroso ver a gente inocente defender la masacre, el campo de concentración, la cámara de torturas, el asesinato, y todo esto hacerlo sin darse cuenta.
Haré un esfuerzo por no volver a esta página y no leer su predecible contrarrespuesta. Porque esto es adictivo y, creo, finalmente casi nada cambia; sobre todo el bando más conservador no está reflexionando, porque se considera ya perfecto, completo, salvo y, es más, divino: son, según su pública y explícita ley, el cuerpo mismo de Dios mismo. Dios nos ayude a no tener que sufrir jamás un juicio final organizado con estos criterios y con esta intolerancia, con el argumento de que "Cristo es el que lo está haciendo, pero lo tiene que hacer a través de su cuerpo institucional en la tierra". ¿Fantasía? No. Esto tiene abundantes precedentes históricos. De los tiempos aquellos en que todos éramos provincias salvo la capital del Imperio, y sólo el Emperador era libre.
La mejor de las suertes para usted, y que los horrores del pasado, por los que el Papa pide hoy perdón una vez más en Asís, no se repitan, a pesar de lo que quisieran ciertos reaccionarios duros (no usted, que es demasiado joven para darse cuenta).
Estimado Anónimo.
ResponderEliminarNo soy reaccionario. Claro que me doy cuenta de lo que hablan. Tengo un amigo monarquista. Yo argumento es favor de la democracia, aunque nunca conocí a la monarquía, el retorno a ella no involucra practicar toda acción injusta e inmoral.
He leído a Schmitt, concuerdo en algunas cosas con él, discrepo en otras.
La dignidad humana no se desconoce en un Estado de Excepción. La dignidad en sentido ontológico no está condicionada a estar escrita en una Constitución. Si no hubiera normas, igual hay una exigencia en toda persona de respetar a otra en su bien y fin de vivir y seguir viviendo, pues aún conservamos el discernimiento.
No me identifico con ningún tipo de violencia o tortura que justifique ciertas acciones extraordinarias en lo político. El hecho de que algo sea, no significa que deba ser. No es acorde en un cristiano pensar así, ni mucho menos promoverla. Confieso que lo hice, pero me llené de incoherencias en mis argumentos.
El salvajismo y la barbarie no tienen asidero en nuestro mundo al amparo de cualquier acción, incluso la más cobardes, ni justifica salvaguardar un orden en base al desconocimiento del otro como ser humano, sin límite alguno. No perdamos la razón y los bienes de nuestra dignidad en meras descripciones. En este punto me identifico en algunas cosas con un conocido del profesor Gamio, Michael Walzer.
Lo de "se cree o se muere". Me referí a la vida a espaldas de Dios, no hay vida en una persona si no cultiva la fe en su espacio privado y público. La promoción del mal hace que veamos "muertos vivientes", promotores de una cultura de muerte y destrucción de la fe y virtudes. A veces lo veo, y se deforman en su anatomía, es curioso eso.
Como lo escribí en mi blog, cuando me referí a un monarquista. La democracia ocupa su lugar y su extensión es inevitable. Está en nosotros argumentar que el fundamento son los derechos naturales (derechos fundamentales o derechos humanos) y la educación en virtudes es lo mejor.
Vayamos por el camino estrecho.
No hay adicción en leer artículos del profe Gamio ni los comentarios. Se ríe, a veces uno reniega; a la finales son pocos lugares en Internet donde se puede opinar, argumentar y discutir.
Este mundo controlado por los capitales y the mass media es a veces asfixiante. A Lima no voy, mucha delincuencia. La "tía regia" no tiene prudencia política ni sendero. ¡Lourdes Flores, corazón! jajaja
No me vayan a salir con la ultraderecha. Sí, soy de la derecha conservadora. No tengo partido, ya me llamarán, jajaja.
Un abrazo,
José.