Gonzalo Gamio Gehri
¿Cómo afrontar el desafío de la educación en un contexto democrático de respeto a la diversidad y de promoción del pluralismo? Lo primero que salta a la vista es la escasa comprensión de la idea de “pluralismo” en cuanto tal, y la extraña hostilidad que el sólo término genera en sectores conservadores llama la atención; del mismo modo, resulta cómico y patético el empleo – por parte de los representantes de la extrema derecha política y religiosa - de la expresión “pensamiento único” (más allá de la escueta y antojadiza alusión a Ramonet) para caracterizar al pluralismo democrático-liberal: extrañamente, parecen sugerir que la tesis pluralista que no existe una única forma de llevar una vida plena o racional es “intolerante”, y que la fórmula integrista según la cual existe sólo un relato válido (apreciado por ser “monolítico”) sobre los fines de la vida y la trascendencia – un relato que excluye a los demás sindicándolos como “falsos” o “perniciosos” – se concibe como “sensata” (¿?). En suma, el mundo cabeza abajo. Como en nuestro espacio público el esfuerzo por la claridad conceptual brilla por su ausencia, tal burdo despropósito florece casi sin resistencia.
Desde el punto de vista actitudinal, es evidente que esta clase de integrismo calza con el molde de un “pensamiento único”, precisamente por su antipluralismo. Una sociedad democrática debe contribuir a la formación del carácter y del juicio de sus ciudadanos, de modo que ellos muestren interés por la protección de los derechos de quienes tienen otras creencias y costumbres, y participen activamente en los espacios de la vida pública. La defensa de un “pluralismo razonable” (Rawls) implica la convicción de que la sociedad se convierta en un escenario en el que las personas puedan suscribir, examinar y discutir visiones de la vida buena sin que ninguna instancia oficial imponga criterios de corrección doctrinal, en la medida en que el ejercicio de estas visiones no lesionen los derechos y libertades de los demás. Constituye un absurdo – que ya hemos comentado – atribuir un trasfondo “relativista” al pluralismo: se trata de un error de manual (de manual retro, obviamente).
La escuela democrática tiene que preocuparse por promover el contacto reflexivo y empático con lo diverso, así como con el cuidado del falibilismo, la actitud según la cual podemos estar dispuestos a reconocer – si existen buenas razones para ello – que podemos estar equivocados y que somos capaces de aprender de nuestros interlocutores. Esta constituye una actitud básica para dialogar en el sentido estricto de la palabra. Si asumimos una actitud dogmática ante las propias convicciones y no estamos expuestos a las razones del otro no dialogamos en absoluto. Esto no implica por supuesto – para anticiparme a los objetores de manual – considerar que todas las posiciones son “igualmente válidas” (como reza el fantasmal “relativismo”). La “superioridad intelectual” de una concepción del bien es resultado del ejercicio del diálogo, cuando es auténtico.
En el Perú – por varias razones – la escuela ha sido por lo general un recinto autoritario, en el que la palabra del profesor es definitiva y pauta de lectura decisiva de los problemas. El diálogo no es una práctica común, y la apertura y el rigor argumentativo constituyen valores secundarios frente a la “disciplina” y la “obediencia a la autoridad”. La “mano dura” se celebra más que la capacidad de debatir o concertar. Fomentar el pluralismo requiere desmontar una serie de actitudes y estrategias pedagógicas arcaicas y funestas, presentes en las aulas, en la esfera pública, y en otros espacios sociales que conocemos bien. Construir la democracia “desde abajo” implica presentar batalla a la proclividad al “pensamiento único” (al integrismo y al autoritarismo) en estos frentes.
Excelente texto.
ResponderEliminarConsidero que ciertos sectores de pensamiento otorgan prioridad a la diversidad de las naciones en abstracto antes que a la del individuo en concreto, de forma que en nombre de una identidad estatal específica se restrinja y hasta anule la identidad del individuo y su facultad de elección entre diversas opciones. Esto se da en nombre de una diversidad de estado que se particulariza frente a otro estado divergente en su sistema, en desmedro de la diversidad individual al interior de cada estado. Así, se aborda a los estados como si fuesen seres humanos con personalidad propia, reemplazándolos por estos últimos, a quienes se niega toda potestad. En esa forma de pensamiento son los estados los que tienen derecho a la diversidad en lugar de los propios seres humanos. Son los estados los que merecen derechos y no las personas. Son los estados, las naciones, las culturas, a quienes se debe tributar, rendir homenaje y otorgar toda suerte de derechos de los que se priva al ser humano. Se antepone una idea abstracta de estado al individuo concreto, al ser humano real. Sin embargo, ¿qué clase de diversidad a nivel colectivo es posible sin la diversidad individual, no siendo las colectividades otra cosa que los conjuntos de individuos?
ResponderEliminarYa sabemos la respuesta: "¡...pero si el individuo es un invento de la Modernidad! ¡Si nunca antes hubo individuo! ¡Y esa es la fuente del desorden en que hemos caído! ¡La guerra de todos contra todos!"
ResponderEliminarEn efecto, eso lo dicen los que defienden, a sabiendas o no, el derecho de los estados a la guerra hacia fuera y el orden monolítico hacia dentro.
Pero lo interesante más bien es que, si de algo podrá estar orgulloso Occidente, es de haber sembrado las semillas de la liberación del Individuo.
Y esto ya es imparable. Esto ya es parte del sentido común global. En efecto, hay que construirlo, hay que defenderlo, es un embrión apenas. A veces hay que vencer el miedo, porque muchos que no quieren dejarlo nacer actúan como si tuvieran el poder para impedirlo. O como si se tratara de algo sumamente malo, monumentalmente perverso, el Mal mismo. Pero defendámoslo: Porque la marea tiene ya buenos siglos de maduración, y debería ser imparable, no hay razón para que no lo sea.
¿Cómo respetar la dignidad humana sin respetar a cada individuo? El cristianismo, por ejemplo, fue inicialmente un proyecto de revalorar al alma individual y su capacidad de relación directa con el alma universal y con la divinidad. La filosofía también nació en modo similar (La verdadera filosofía, no la pantomima posterior: Pitágoras y Sócrates ante todo, y esto no sea olvidado. Ni Pitágoras ni Sócrates fueron dóciles y obedientes súbditos de algún monolítico "orden natural" civil supuestamente entronizado por Dios.)
Un vicio recurrente es confundir el principio de la libertad individual con la mera ínfula emancipatoria. El primero es un logro (codificado) del estado de derecho, al igual que los límites a dicha libertad (el principio de juridicción por ejemplo). La segunda, la ínfula, deriva de la vieja moral libertaria del esclavo, del sucesivo anarco-individualista (gran íntimo de la familia romántico-liberal) y finalmente del moderno renegado cosmopolita. El principio de libertad individual es una cuestión elemental del orden social (el recíproco reconocimiento de las libertades individuales y la equidad de la pena). La confusión de este principio (el élan anarquista del revoltoso) puede ser un problema de seguridad pública: en la mayoría de los casos el desviado no es un problema del Estado (a proposito del tema educación que tocas), sino del ordinario fracaso afectivo del falibilismo familiar (antes que un problema de racionalidad dialógica). Esta confusión (en todas sus diferentes dimensiones e implicancias sociales, como puede notarse) se extiende a todos los conceptos de matriz iluminista heredados por la denominada escuela democrática: lo mismo pasa con el concepto de pluralismo.
ResponderEliminarCon el concepto del pluralismo la confusión es mayor:
excluido el pluralismo filosófico, el concepto de pluralismo es in primis un concepto político-procedural, referido históricamente a los partidos-elites y a su circulación pacífica en los primeros parlamentos. Solo luego se convierte es un concepto ético en su acepción común y moderna (referido al individuo, la tolerancia, el principio de la subsidiariedad cristiana y demás). Quien ignora este desarrollo, deduce exactamente al revés dicha relación, declinando el pluralismo en clave individualista primero, universalista después y, finalmente, según la retórica cosmopolita del desarraigo. Puedo estar de acuerdo con una declinación posmoderna del concepto en clave hermenéutica o dialógica (como veo te ocupa y preocupa), pero siempre que no se olvide qué deriva de qué cosa. En efecto, la extensión del sufragio universal y la formación de los (ahora fenecidos) partidos de masas, extienden el principio democrático pluralista al orden social en términos de derechos fundamentales, libertad de asociación y demás, todo esto no casualmente (nada es casual) solo cuando las penas públicas de lombrosiana memoria ya no logran la catarsis, la expiación ejemplar y el arrepentimiento colectivo del criminal. El Estado "se retira" del espacio público en otras palabras. Cuando al pueblo se le reconoce la ínfula emancipatoria como un logro colectivo (negativo) es posible hablar de libertad individual, de asociacionismo y finalmente de discurso pluralista, no antes.
El pluralismo democrático liberal en su sentido estríctamente político (veo que lo subrayas en el post anterior) es primero el pluralismo del derecho político activo y pasivo (que es el motor de cualquier legitimidad positiva). Fuera de la aplicación del derecho político, tenemos la jungla de las "organizaciones intermedias" que mencionas en el post anterior (los poderes indirectos de la sociedad civil). A estas organizaciones se les debe reconocer su valencia pública-social (en cuanto creadores de discursos razonables sobre la denominada Vida buena), pero las excluyo de cualquier significado político legítimo mientras no se adecuen al mencionado derecho político activo: esto quiere decir, por ejemplo, la formación de nuevos partidos. Cualquier organización - conservadora de derecha o civil-reformista o post-liberal que sea - que entienda el pluralismo político como pretensión de legitimidad indirecta (por ejemplo las ONGs y similes organizaciones de advocacy que se dedican al lobbismo y a actividades para-partidarias) no son agentes promotores de pluralismo, más bien utilizan el discurso pluralista-civilista para fines indirectos, de darse el caso, perseguibles. En qué media estos fines sean legítimos es una cuestión de seguridad pública (derecho de asociación y símiles).
mis saludos cordiales,
Mario
Obviamente, los que aquí hablamos a favor de la libertad estamos totalmente de acuerdo en la necesidad de mantener el orden público. Pero no por la fuerza autoritaria, sino por voluntad libre, siempre y cuando el comportamiento público se mantenga dentro de lo que manda la ley pública; y de lo contrario, aplicando la ley pública en cada caso particular, en forma regular y transparente, según la misma ley estipula.
ResponderEliminarEn cuanto a la partida de nacimiento de la libertad individual, parece sensato y necesario que el derecho contemporáneo la ubique allí donde el último comentarista indica que se encuentra, y eso es verdad y allí no hay nada que agregar. Pero esa es sólo una dimensión de las cosas: El siguiente documento de fines del siglo XV es también en cierto modo una partida de nacimiento de la libertad individual, lograda precisamente por hábil negociación - individual - a nivel de corte, religión y filosofía.
http://www.brown.edu/Departments/
Italian_Studies/pico/incunab/testo/ed01.html
Nótese que esto no tiene nada que ver con la "emancipación" de las masas lograda por levantamientos manejados, y sí es innegablemente anterior con mucho a las negociaciones partidarias del siglo XX, y aún a las revoluciones de fines del XVIII. Todos los individuos deberían poder lograr su plena libertad, siempre y cuando se constituyan en verdaderos individuos, es decir, desarrollen pensamiento propio responsable que los haga capaces de autogobernarse dentro de los límites de la ley pública. Creo que en este sitio se defiende la necesidad de que todo ser humano sea tratado dentro de una estructura contemporánea de derechos que constituyen la condición de posibilidad de una verdadera liberación, derechos cuya negación - además - es hoy ilegal. Se trata de los derechos que eliminan claramente la condición de esclavitud y la posibilidad de que unos seres humanos declaren a otros como no-humanos y pasen a tratarlos de manera acorde. Estos sí se han logrado desde fines del siglo XVIII hasta acá, culminando después de los horrores de la Segunda Guerra, que felizmente casi nadie defiende ya.
Esto generará otra respuesta quizá; ojalá el tono no sea amenazante. ¿Creemos realmente, por ejemplo, que Giovanni Pico della Mirandola es un problema para la seguridad pública?
He leído este site durante años y todavía no veo acá a ningún agitador, ni nada remotamente parecido. Sería interesante que, así como se pide no confundir los términos jurídicos a favor de una desordenada "emancipación" de masas (de la que creo nadie está hablando aquí), no se confundiera tampoco los términos en el sentido opuesto, ni se invitara a confundirlos.
Anónimo:
ResponderEliminarHa sido escrito: "excluido el pluralismo filosófico, el concepto..."
valga la siguiente acotación:
Al lector se le pide entender la condición expuesta en los términos de una exclusión argumentativa, no temática. Todos los temas relacionados al post son posibles, también el suyo. La razón de la exclusión citada es una perogrullada: reducir la habitual intransparencia conceptual de los mil temas posibles (a capriccio), focalizando el problema en una reflexión específica. Se ha propuesto una. Si desea confutarla, se limite a una contra-argumentación específica que sea pertinente al texto, no a una siempre posible "en un cierto modo".
A esto se añade que Ud. intenta confutar el texto presentado a partir de un malabarismo cronológico. Su audacia podría legitimar cualquier otra argumentación cronológica (y anacronista) ad absurdum: con la "lógica de Pico" se podría presentar una "partida de nacimiento" de la libertad individual siempre anterior a la suya, hasta llegar a una nebulosa libertad adamítica, o peor deísta. Por su prosa Ud. demuestra ser un anónimo sensato, no creo que se deje llevar por estos espejismos jusnaturalistas.
Se note que es exactamente el mismo error analítico (bueno sería conceptual) de la crítica criollo-conservadora al trasfondo "relativista" del pluralismo ético, que el autor del blog denuncia en los posts: vuestros conservadores criollos confunden el pluralismo político con el pluralismo ético-filosófico (y en los debates, la confusión se multiplica). O uno o lo otro, si se argumenta. Ud. me resucita con un link a un humanista para confutar una propuesta de definición desde el derecho positivo. Vamos bien.
De nuevo: en el texto se pide excluir el pluralismo filosófico (a pesar que sea de mayor interés para el autor del post), para tener un punto de comparación con el pluralismo político y viceversa. Cuestión argumentativa, no temática.
cordialmente,
Mario
PS. Sobre su pregunta: no creo que Pico della Mirandola sea un problema de seguridad pública, más bien ese nombre Giovanni me es sospechoso: siempre hay un romántico revoltoso detrás de ese nombre. Hay que prevenir.
¡Saludos Gonzalo!
ResponderEliminarPubliqué en mi blog un escrito que me gustaría que leyeses y comentases. Trata de la Santísima Trinidad a la luz del Islam en autores como Ibn Arabi y Abdul-Hadi.
que gusto poder saludar eminente profesor leer cada uno de sus artículos es abrirse paso en la reflexión que tanto hace falta ahora, espero poder estar en contacto a través de este medio y asi seguir aprendiendo de ud saludos
ResponderEliminarsaludos
ResponderEliminarque gusto poder saludar eminente profesor leer cada uno de sus artículos es abrirse paso en la reflexión que tanto hace falta ahora, espero poder estar en contacto a través de este medio y asi seguir aprendiendo de ud saludos
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