Gonzalo Gamio Gehri
El lúcido artículo Desafíos del liberalismo en el Perú, escrito por Martín Tanaka y aparecido en La República el último martes 17, ha generado una aguda y saludable discusión sobre la existencia o inexistencia de una “derecha moderna” en el Perú. Tanaka cita generosamente un antiguo texto mío – Antiliberalismo y Derechos Humanos - en el que sostenía que el debate político en el país no ha conocido – salvo contadas excepciones – posiciones liberales (de derecha o de izquierda). Nuestra derecha siempre ha sido reaccionaria y conservadora, devota de Donoso y Schmitt - aunque nunca se tomó el trabajo de leerlos seriamente , y se les evocó casi siempre en una controvertida clave cuasi-fascista -; sus referentes no han sido los escritos liberales de Locke o Kant. Tanaka describe bien a la “derecha criolla” como observante de una lógica “patrimonial en lo económico, discriminadora en lo social y autoritaria en lo político”.
El autor saluda la emergencia de una derecha más moderna, cuya configuración puede ser divisada a partir del hecho de que una serie de periodistas, intelectuales y políticos se hayan manifestado a favor de la construcción de un Museo de la Memoria en el Perú. Esta circunstancia permitiría que los temas de Derechos Humanos, memoria crítica y sociedad civil (la mayoría conceptos de origen liberal) se convirtieran en asuntos que nos convocan como ciudadanos, y dejan de ser monopolio exclusivo de ciertas canteras políticas.
“Afortunadamente, algo parece haber cambiado: en las últimas semanas se han pronunciado a favor del Museo Mario Vargas Llosa, Lourdes Flores, Fritz du Bois, Ricardo Vásquez Kunze, León Trahtemberg, Salvador Heresi, entre otros. Podría decirse que esta es la base para una propuesta liberal en el país”.
Luego Tanaka saluda la candidatura de Lourdes Flores, y hace votos para que ésta pudiese convertirse en una ‘alternativa moderna’ a las candidaturas caudillescas o dinásticas de Castañeda y la escasamente iluminada Keiko Fujimori.
Aunque comparto el entusiasmo del autor acerca de que las cuestiones de Derechos Humanos, memoria crítica y sociedad civil se conviertan en un derrotero de la ciudadanía democrática y en un foco de consenso para todas las canteras ideológicas civilizadas, no coincido en su juicio respecto de las posibilidades de modernización de la derecha. Es cierto que con el Movimiento Libertad, Vargas Llosa ensayó una salida política más o menos ‘liberal’, pero cometió el error de aliarse con los partidos de la “derecha criolla” patrimonialista, discriminadora y casi siempre autoritaria. Los empresarios que le apoyaron terminaron echándose en brazos del fujimorismo. Incluso dentro del propio Libertad prosperó la candidatura de Rafael Rey, entonces joven político ultraconservador. Su salida acelerada de Libertad estuvo motivada por su antidemocrático apoyo al Autogolpe de Fujimori y Montesinos.
Es que nuestra derecha siempre ha sido antiliberal y oportunista, y no se resiste a los encantos de los caudillos y la cancelación de las libertades. Sólo ha abrazado la ideología del mercado libre cuando esto le ha permitido hacer negocio. Su modernización es instrumental. Por ello no creo en que la candidatura de Lourdes Flores sea un signo de este “giro liberal” que describe Martín. Su condición de “lideresa natural” a pesar de sus reiterados intentos por llegar a la Presidencia me dejan pensando si el PPC renueva o no sus cuadros dirigenciales. La elección de sus candidatos a Vicepresidentes me llama la atención acerca de sus vínculos con los “poderes fácticos”. Sus alianzas electorales con Rey y Barba - conocidos exponentes de la extrema derecha más tradicionalista - me dejan dudas sobre su “progresismo”. La conducta de sus parlamentarios en temas de Derechos Humanos me lleva a preguntarme qué quedó del pensamiento social cristiano.
Ricardo Vásquez Kunze – en Rabonas y sahumadores publicado en el nuevo Perú 21 – elabora, en respuesta a Tanaka, un diagnóstico interesante sobre la situación de la “derecha criolla”. Vásquez Kunze no es un liberal, recuerdo alguna columna suya en la que decía identificarse con el “despotismo ilustrado”. Su redacción es aguda, directa, contundente. Considera que nuestra derecha en su mayoría está atrapada en esquemas arcaicos y autoritarios, asociados con el sometimiento a los esquemas antiliberales de la facción más tradicional de las Fuerzas Armadas y la facción más conservadora de la Iglesia Católica. Esa derecha no cree en ciudadanías, Ilustración o Democracia: cree en la “guía” de “instituciones tutelares”. Es reaccionaria.
Sin embargo, el autor percibe un cambio en la política, que está concretándose poco a poco.
“Me di cuenta de que algo estaba pasando cuando, en una cena, el pobre alcalde Heresi, que ha ofrecido su distrito como anfitrión del museo, fue sentenciado en efigie por algunos amigos de armadura y escapulario. Prácticamente Heresi se había convertido en un cadáver político. ¿Su pecado? Haberse metido con las Fuerzas Armadas y la Iglesia, contrarias al museo. Y entonces me dije: ¿no será que los cadáveres políticos son, en realidad, estos amigos que, a ojos vista, se están muriendo de miedo? Porque el miedo revela en política el proceso de un cambio. Y en los cambios siempre hay perdedores y ganadores. Por eso, cuando algunos de esos amigos sentenciaron, histéricos, que en el Perú los únicos partidos de derecha son las Fuerzas Armadas y la Iglesia, me quedó más claro que el agua que los perdedores serían ellos. Sino ¿por qué tanta alharaca?Sin duda porque la era de una derecha de rabonas y sahumadores parece estar llegando a su fin, lo que significa la defunción y jubilación política de algunos. Esto no quiere decir que los militares y los curas no tengan simpatía popular. Lo que quiere decir es que la derecha partidaria se está emancipando de los cuarteles y las iglesias, dejando en la farándula política a los que se quedan allí (¿han visto a Álex Kouri en la revista de Magaly o a Donayre en El Especial del Humor?)”.
A diferencia de Tanaka, Vásquez Kunze señala que el proceso está en marcha, más no describe su ritmo y celeridad. Tampoco describe el sentido de la “derecha moderna” que se va gestando. Incluso se muestra escéptico respecto de que ella se haga liberal (lo que sí declara es que la decrecha peruana debe dejar de una vez por todas el incienso y los sombreros emplumados para asumir una perspectiva nítidamente política). Vásquez Kunze retrata – algo cansado, aparentemente, de su reiterado contacto con los reaccionarios criollos – el talante de esa derecha reaccionaria, que cree que en el Perú los únicos partidos de derecha son las Fuerzas Armadas y la Iglesia. Hasta ahora, nadie lo había dicho así de claro, con todas sus letras. Se trata sin lugar a dudas de una derecha caduca, de "trono y altar" Muchos intelectuales progresistas peruanos creen erróneamente que se trata sólo de una almidonada "pose" de un grupo minúsculo de extravagantes y patéticos personajillos con manías aristocráticas impostadas. Desgraciadamente, podemos constatar que un sector dominante de la derecha peruana comulga con esa clase de imaginarios antidemocráticos y posturas de tipo jerárquico. Ello revela, lamentablemente, cuán coloniales seguimos siendo. Por eso tanta gente conservadora desestima tan rápido la causa de los Derechos Humanos, a la que dogmáticamente declara hostil a las Fuerzas Armadas; por eso algunas personas consideran que el proceso de secularización de la cultura equivale a desespiritualizar la sociedad. Confunden – en la práctica o en la teoría - la “secularización” con el mero “secularismo”. A mí mi parece se trata no sólo de un error intelectual evidente, sino un signo de atraso. El proceso de secularización no tiene porqué lesionar la fe. Lo que necesitamos es delimitar mejor la frontera entre lo político y lo religioso.
En el ámbito político, nos vemos confrontados por dos extremos igualmente cuestionables: una derecha rancia y reaccionaria, y una izquierda cavernaria y dogmática, marxista-leninista. Aunque se detectan brotes de una derecha progresista y una izquierda democrática, no podemos afirmar que este “giro liberal” sea una realidad. Se requiere mucha discusión académica y de una renovación generacional real en el seno de los organismos políticos para que las esperanzas de estos analistas encuentren un fundamento más sólido, que podamos reconocer en el plano de la acción política.
El lúcido artículo Desafíos del liberalismo en el Perú, escrito por Martín Tanaka y aparecido en La República el último martes 17, ha generado una aguda y saludable discusión sobre la existencia o inexistencia de una “derecha moderna” en el Perú. Tanaka cita generosamente un antiguo texto mío – Antiliberalismo y Derechos Humanos - en el que sostenía que el debate político en el país no ha conocido – salvo contadas excepciones – posiciones liberales (de derecha o de izquierda). Nuestra derecha siempre ha sido reaccionaria y conservadora, devota de Donoso y Schmitt - aunque nunca se tomó el trabajo de leerlos seriamente , y se les evocó casi siempre en una controvertida clave cuasi-fascista -; sus referentes no han sido los escritos liberales de Locke o Kant. Tanaka describe bien a la “derecha criolla” como observante de una lógica “patrimonial en lo económico, discriminadora en lo social y autoritaria en lo político”.
El autor saluda la emergencia de una derecha más moderna, cuya configuración puede ser divisada a partir del hecho de que una serie de periodistas, intelectuales y políticos se hayan manifestado a favor de la construcción de un Museo de la Memoria en el Perú. Esta circunstancia permitiría que los temas de Derechos Humanos, memoria crítica y sociedad civil (la mayoría conceptos de origen liberal) se convirtieran en asuntos que nos convocan como ciudadanos, y dejan de ser monopolio exclusivo de ciertas canteras políticas.
“Afortunadamente, algo parece haber cambiado: en las últimas semanas se han pronunciado a favor del Museo Mario Vargas Llosa, Lourdes Flores, Fritz du Bois, Ricardo Vásquez Kunze, León Trahtemberg, Salvador Heresi, entre otros. Podría decirse que esta es la base para una propuesta liberal en el país”.
Luego Tanaka saluda la candidatura de Lourdes Flores, y hace votos para que ésta pudiese convertirse en una ‘alternativa moderna’ a las candidaturas caudillescas o dinásticas de Castañeda y la escasamente iluminada Keiko Fujimori.
Aunque comparto el entusiasmo del autor acerca de que las cuestiones de Derechos Humanos, memoria crítica y sociedad civil se conviertan en un derrotero de la ciudadanía democrática y en un foco de consenso para todas las canteras ideológicas civilizadas, no coincido en su juicio respecto de las posibilidades de modernización de la derecha. Es cierto que con el Movimiento Libertad, Vargas Llosa ensayó una salida política más o menos ‘liberal’, pero cometió el error de aliarse con los partidos de la “derecha criolla” patrimonialista, discriminadora y casi siempre autoritaria. Los empresarios que le apoyaron terminaron echándose en brazos del fujimorismo. Incluso dentro del propio Libertad prosperó la candidatura de Rafael Rey, entonces joven político ultraconservador. Su salida acelerada de Libertad estuvo motivada por su antidemocrático apoyo al Autogolpe de Fujimori y Montesinos.
Es que nuestra derecha siempre ha sido antiliberal y oportunista, y no se resiste a los encantos de los caudillos y la cancelación de las libertades. Sólo ha abrazado la ideología del mercado libre cuando esto le ha permitido hacer negocio. Su modernización es instrumental. Por ello no creo en que la candidatura de Lourdes Flores sea un signo de este “giro liberal” que describe Martín. Su condición de “lideresa natural” a pesar de sus reiterados intentos por llegar a la Presidencia me dejan pensando si el PPC renueva o no sus cuadros dirigenciales. La elección de sus candidatos a Vicepresidentes me llama la atención acerca de sus vínculos con los “poderes fácticos”. Sus alianzas electorales con Rey y Barba - conocidos exponentes de la extrema derecha más tradicionalista - me dejan dudas sobre su “progresismo”. La conducta de sus parlamentarios en temas de Derechos Humanos me lleva a preguntarme qué quedó del pensamiento social cristiano.
Ricardo Vásquez Kunze – en Rabonas y sahumadores publicado en el nuevo Perú 21 – elabora, en respuesta a Tanaka, un diagnóstico interesante sobre la situación de la “derecha criolla”. Vásquez Kunze no es un liberal, recuerdo alguna columna suya en la que decía identificarse con el “despotismo ilustrado”. Su redacción es aguda, directa, contundente. Considera que nuestra derecha en su mayoría está atrapada en esquemas arcaicos y autoritarios, asociados con el sometimiento a los esquemas antiliberales de la facción más tradicional de las Fuerzas Armadas y la facción más conservadora de la Iglesia Católica. Esa derecha no cree en ciudadanías, Ilustración o Democracia: cree en la “guía” de “instituciones tutelares”. Es reaccionaria.
Sin embargo, el autor percibe un cambio en la política, que está concretándose poco a poco.
“Me di cuenta de que algo estaba pasando cuando, en una cena, el pobre alcalde Heresi, que ha ofrecido su distrito como anfitrión del museo, fue sentenciado en efigie por algunos amigos de armadura y escapulario. Prácticamente Heresi se había convertido en un cadáver político. ¿Su pecado? Haberse metido con las Fuerzas Armadas y la Iglesia, contrarias al museo. Y entonces me dije: ¿no será que los cadáveres políticos son, en realidad, estos amigos que, a ojos vista, se están muriendo de miedo? Porque el miedo revela en política el proceso de un cambio. Y en los cambios siempre hay perdedores y ganadores. Por eso, cuando algunos de esos amigos sentenciaron, histéricos, que en el Perú los únicos partidos de derecha son las Fuerzas Armadas y la Iglesia, me quedó más claro que el agua que los perdedores serían ellos. Sino ¿por qué tanta alharaca?Sin duda porque la era de una derecha de rabonas y sahumadores parece estar llegando a su fin, lo que significa la defunción y jubilación política de algunos. Esto no quiere decir que los militares y los curas no tengan simpatía popular. Lo que quiere decir es que la derecha partidaria se está emancipando de los cuarteles y las iglesias, dejando en la farándula política a los que se quedan allí (¿han visto a Álex Kouri en la revista de Magaly o a Donayre en El Especial del Humor?)”.
A diferencia de Tanaka, Vásquez Kunze señala que el proceso está en marcha, más no describe su ritmo y celeridad. Tampoco describe el sentido de la “derecha moderna” que se va gestando. Incluso se muestra escéptico respecto de que ella se haga liberal (lo que sí declara es que la decrecha peruana debe dejar de una vez por todas el incienso y los sombreros emplumados para asumir una perspectiva nítidamente política). Vásquez Kunze retrata – algo cansado, aparentemente, de su reiterado contacto con los reaccionarios criollos – el talante de esa derecha reaccionaria, que cree que en el Perú los únicos partidos de derecha son las Fuerzas Armadas y la Iglesia. Hasta ahora, nadie lo había dicho así de claro, con todas sus letras. Se trata sin lugar a dudas de una derecha caduca, de "trono y altar" Muchos intelectuales progresistas peruanos creen erróneamente que se trata sólo de una almidonada "pose" de un grupo minúsculo de extravagantes y patéticos personajillos con manías aristocráticas impostadas. Desgraciadamente, podemos constatar que un sector dominante de la derecha peruana comulga con esa clase de imaginarios antidemocráticos y posturas de tipo jerárquico. Ello revela, lamentablemente, cuán coloniales seguimos siendo. Por eso tanta gente conservadora desestima tan rápido la causa de los Derechos Humanos, a la que dogmáticamente declara hostil a las Fuerzas Armadas; por eso algunas personas consideran que el proceso de secularización de la cultura equivale a desespiritualizar la sociedad. Confunden – en la práctica o en la teoría - la “secularización” con el mero “secularismo”. A mí mi parece se trata no sólo de un error intelectual evidente, sino un signo de atraso. El proceso de secularización no tiene porqué lesionar la fe. Lo que necesitamos es delimitar mejor la frontera entre lo político y lo religioso.
En el ámbito político, nos vemos confrontados por dos extremos igualmente cuestionables: una derecha rancia y reaccionaria, y una izquierda cavernaria y dogmática, marxista-leninista. Aunque se detectan brotes de una derecha progresista y una izquierda democrática, no podemos afirmar que este “giro liberal” sea una realidad. Se requiere mucha discusión académica y de una renovación generacional real en el seno de los organismos políticos para que las esperanzas de estos analistas encuentren un fundamento más sólido, que podamos reconocer en el plano de la acción política.
Gonzalo,
ResponderEliminarParecería que desde tu perspectiva sólo podrían existir dos opciones políticas (o etiquetas) válidas para el desarrollo de una política civilizada: la derecha liberal y la izquierda democrática.
¿No crees que existen otras opciones políticas sanas?
Hugo:
ResponderEliminarNo dije eso. Existen múltiples caminos políticos dentro de un horizonte democrático. Lo grave de la política peruana es que esta por lo general se plantea desde fuerzas que se definen al margen de la institucionalidad política y el Estado de derecho (autoritarismos de derecha y de izquierda).
Saludos,
Gonzalo.
Estimado Gonzalo:
ResponderEliminar1. Concuerdo contigo, respecto al gesto de Lourdes Flores y demás conspicuos miembros de la derecha peruana respecto al tema, pues tambien soy pesimista respecto a un giro real. Hay mucha gente por lo demas que definitivamente se ha subido al coche para la foto. Por ejemplo Frit du bois, asesor economico en la epoca fujimorista, y que estos temas le han sido ajenos por tanto tiempo...o esta haciendo sus pininos o esta falseando..pero en ningun caso es un democrata a carta cabal pues.
2. Respecto al espectro politico...creo que aca podemos matizar. El tema derecha-izquierda puede ser una simple etiqueta..muchas veces vacias...en realidad yo creo que los partidos estan vaciados de contenido en el sentido de que son muy mediaticos, incluso carecen de programas minimos, es decir de una base ideologica que los alimente.
Saludos,
CZG
César:
ResponderEliminarNo creas que derecha e izquierda son categorías vacías. Tienen un contenido (énfasis en la estabilidad, en la iniciativa económica o en la justicia social), aunque sólo es referencial.
Saludos,
Gonzalo.
Estimado Gonzalo:
ResponderEliminarEfectivamente, es como dices. Lo que expresaba era que considero que por lo general, nuestros partidos politicos, han vaciado de contenido estas nociones. Piensese por ejemplo en el Apra que no representa lo que dice ser. Mi hipotesis es que muchas veces estas etiquetas ya no validas, y esto porque el tema ideologico en los partidos se ha olvidado. De otro lado, para el espectro politico siempre sera importante estas "ubicaciones". Por supuesto que si. Incluso yo mismo me considero de izquierda.
Saludos,
CZG
Mis saludos,
ResponderEliminarNo existe, en efecto, una derecha "moderna" en el Perú. Una auténtica nueva cultura política homogenea de Derecha, un posible "liberalismo de Derecha", no existe todavía. Más allá del problema del sistema de partidos peruano, la configuración de "fracturas" (cleavages) y demás sutilezas sociológicas y politológicas, se explica esta falta en parte también porque el debate con la "izquierda moderna" está viciado a la base. Me permita esta opinión. En efecto, si se observa bien y para quedar en un tema actual: demostrarse, por ejemplo, "contrario" o "neutral" en el debate sobre el museo implica ser catalogado inmediatamente "cómplice" del Gobierno o de la Iglesia, cuando no de ultraderecha tout court. Demostrarse "a favor" como hace Lourdes Flores - siguiendo la emociones quiméricas del buen Tanaka - significa ver "finalmente" la posibilidad de una "nueva" Derecha en el triste horizonte de la cultura política tradicional peruana. Por favor. No se puede distinguir lo "nuevo" en cualquier posible Derecha si sólo confirma las expectativas que los "liberales de izquierda" consideran como "nuevo". Una auténtica nueva y moderna Derecha existirá si también se superan estas miopías cognitivas.
Sobre Derechos Humanos, memoría crítica y sociedad civil es perfectamente posible, por ejemplo, introducir en el debate una perspectiva auténticamente liberal, de "nueva Derecha", que supere, por ejemplo, toda esa retórica cuotidiana hipermoralista de filosofía basada en un "consenso sobre el mal" que se lee por todos lados. Un auténtico "liberalismo de derecha" será más realista y menos retórico sobre tema Derechos Humanos, NGOS y comiciones ad hoc y hablará a la opinión pública en términos de Protección y promoción democrática, es decir, estrictamente en términos políticos de PEACEBUILDING y PEACEMAKING (que no es pacifismo), como en cualquier manual de la ONU para principiantes. Se hablará no solo de "justicia transicional", sino también de "justicia transformativa" e "interés nacional" a nivel de régimen (ojo), a nivel institucional e interpartítico, de los "poderes fácticos" institucionalizados, como en cualquier modelo de democracia consolidada que se respete. Por ahora esto es ser más químérico todavía, sin lugar a dudas.
Una renovada cultura política incluirá sin duda - al margen ahora - evitar los comentarios al vuelo de cenicienta sobre Schmitt, ya sea de los críticos como, peor, de sus apologetas. La crítica que Schmitt hace al liberalismo no lo convierte automáticamente en anti-liberal o reaccionario. Se repite la miopía. Esto es menos que un lugar común, de debates de los años 60 o peor, de miopías insuperables (de izquierda y derecha por igual). Al igual que en el caso de un Machiavelli "republicano", cortado en USA a medida de virtud (cívica) y fortuna, tal interpretación de Schmitt es producto de sus pésimas traduciones en inglés fundamentalmente, para no hablar de sus Editors. Un lector atento no olvidará que existe un tradición nacional-liberal específicamente alemana (de Hegel a Preuss) desde donde Schmitt hace precisamente su crítica - de corte constitucional e igual de garantista - al liberalismo inglés. Un Schmitt "gramsciano" podría hasta contraponer al denominado "liberalismo de izquierda" un auténtico "liberalismo de derecha" perfectamente en sintonía con la democracia procedural y substancial, si se quiere. El Romanticismo político de Schmitt, de corte católico si se quiere, no es sin duda el Romanticismo temprano- burgués, de Caspar D. Friedrich o del mencionado Machiavelli a medida.
También en esta pequeñeces "académicas" se demuestra la buena salud de una renovada cultura política, ya sea de nueva izquierda o de nueva derecha. Tal salud se demuestra mejor aún si la cultura política se proyecta completamente fuera de esta dicotomía espacial izquierda-derecha, valida en realidad sólamente para el elector distraido (y para N. Bobbio). Mis saludos nuevamente. GK.
GK:
ResponderEliminarMe refiero más a la recepción de Schmitt en el Perú en los círculos conservadores, p.e. los textos de Eduardo Hernando y el infeliz intento de crear un "libro blanco" en el funesto régimen fujimontesinista.
Efectivamente, la obra de Schmitt es multidimensional. Recientemente, Carlos Pérez ha destacado sus vínculos con Rousseau.
Saludos,
Gonzalo.
GK:
ResponderEliminarLas demás alusiones al vuelo que haces sobre izquierdas, derechas, DDHH, etc., las contestaré más tarde.
Saludos,
Gonzalo.
Estimado Gonzalo, me parece que los autores no establecen con claridad la relación entre poder económico y práctica política de la derecha peruana. Nuestra derecha, al menos en mis limitados conocimientos de historia peruana , no ha sido una derecha ideológica. Más bien, una derecha de facto. Es decir, ha defendido una determinada situación de país en la medida que permita una mayor acumulación de riqueza. Esta derecha se ha relacionado con el poder militar, con la jerarquía eclesiástica, los mass media y con masas populares de dimensión indeterminada. Derecha pragmática que usa a quien le da la gana. Por ejemplo, una vez utilizados Fujimori y Montesinos, les bajo el dedo. Y si la derecha los necesita nuevamente, los sacará del cajón de donde estén para reutilizarlos. Es evidente que esta derecha los dejará robar, pero siempre y cuando no afecte su poder económico.
ResponderEliminarPero nuestra derecha no es sólo pragmática. También es "brutta", de "bruttezza" (fealdad.) Erigió ese esperpento visual llamado "Asia" (que pronto será dejado, como otros tantos que deja por ahí)y que es lo mismo que el Mega Plaza. El fondo no hay diferencias. La derecha construye sus espejos, se alimenta del lumpenproletariat (su socio de siempre.
Con sinceridad, pienso que esta derecha ni es reaccionaria (ya sería algo), ni liberal. Es derecha peruana, de esta historia, de esta rara y triste historia.
Te equivocas Gonzalo.
ResponderEliminarLos liberales no somos "de derecha".
Los derechos fundamentales, humanos, la tolerancia, la democracia moderna, los frenos y contrapesos al poder, las constituciones como freno al poder, el rechazo a todos los autoritarismos, lo mismo que el desarrollo del mercado, la innovacion, la creatividad y la competencia, son todos conceptos promovidos por los liberales.
Lo que tu sostienes es que como Rey o algun otro autoritario que se apoda liberal entonces el liberalismo como doctrina tiene esa misma posicion. Error. Lo logico y razonable es leer la postura liberal (que, pese a su enorme variedad, tiene puntos de coincidencia como acabo de resumir) y luego someter al declarante a esa postura para ver si es no simpatizante de la misma.
Atentamente
Hector
Estimado Héctor:
ResponderEliminarMe has entendido mal. Lo que digo es que es posible una ‘derecha liberal’ - pero también una ‘izquierda liberal’, que yo suscribo -. No he dicho que el liberalismo sea intrínsecamente “de derecha”. En absoluto. He defendido la tesis – en muchos posts, y también en éste – que DDHH, división de poderes, libertades cívicas y soc. civil son categorías liberales.
Por supuesto, el Movimiento Libertad lamentó y resolvió la infiltración de políticos autoritarios como Rey.
Saludos,
Gonzalo.
GK:
ResponderEliminarInteresante tu agenda para la 'nueva derecha'. No obstante, creo que sobrevuelas a una serie de rivales sustituyendo los argumentos por etiquetas (tipo "hipermoralismo filosófico"). Será bueno descender a los detalles argumentativos sobre tus reparos al consenso filosófico sobre el mal o sobre el romanticismo. Bienvenido.
Nadie te achaca complicidad con el gobierno o con los ultramontanos. Concuerdo contigo en que la vena "schmittiana" del autoritarismo peruano (en ciertos políticos y académicos) es epidérmica.
Saludos,
Gonzalo.
Mis saludos,
ResponderEliminarrespondo a su breve comentario directamente en nuestro Blog:
http://geviert.wordpress.com/
La excesiva dimensión del comentario generó poco a poco un compresible pudor formal, disculpará.
nuevamente saludos.
"Un Schmitt "gramsciano" podría hasta contraponer al denominado "liberalismo de izquierda" un auténtico "liberalismo de derecha" perfectamente en sintonía con la democracia procedural y substancial, si se quiere"
ResponderEliminarHola GK, dudo mucho que esta tesis sea viable, recuerda que Schmitt es el teorico de la excepcion, en "la ciudad en movimiento" no tiene sentido hablar de liberalismo.
Gonzalo, no hay ningun Schmitt rousseauniano!!
saludos
eduardo
Estimado Eduardo:
ResponderEliminarTu punto contra GK es interesante. A ver cómo se desarrolla ese debate.
El otro punto es un interesante área de polémica con Carlos Pérez.
Saludos,
Gonzalo.
Hola,
ResponderEliminarLa influencia de Rousseau en Schmitt es un tema para la polémica, aquí un artículo académico que también sigue esa pista:
EL RESCATE DE ROUSSEAU EN EL PENSAMIENTO POLÍTICO DE CARL SCHMITT
Lic. Silvina Careli y Lic. Mario Recio.
En su crítica al Estado liberal, Schmitt no deja de cuestionar al pensamiento iluminista y moderno de los siglos XVIII y XIX como basamento teórico de dicho Estado. Dentro de esta corriente de pensamiento incluye a Rousseau, cuya teoría señala como un aporte decisivo a la transformación de Francia en Estado liberal burgués (Schmitt, La Dictadura: 156). No obstante que esta crítica describe un distanciamiento teórico real entre ambos pensadores, Schmitt por momentos parece acercarse al pensamiento de Rousseau respecto de algunas cuestiones que serán ejes centrales en su perspectiva teórica. El objetivo de este trabajo es destacar ciertos puntos de contacto entre las visiones de uno y otro autor, lo cual no implica desconocer la diferencias importantes entre ambos autores.
Texto completo:
http://www.saap.org.ar/esp/docs-congresos/congresos-saap/VI/areas/01/caleri-recio.pdf
Los vínculos con Gramsci sí me parecen correctos, pero es una lectura de Schmitt más francesa, específicamente de los intelectuales de la "nouvelle droite". Ahí se lee la crítica al liberalismo de Schmitt desde categorías gramscianas como "hegemonía", "blogue histórico", etc.
Hay harto pan para rebanar. Comparto la visión mencionada por GK: "La crítica que Schmitt hace al liberalismo no lo convierte automáticamente en anti-liberal o reaccionario".
Saludos,
ATTE.
Carlos Eduardo Pérez Crespo
Ahora le toca recoger el guante a Eduardo, porque la interpretación de Carlos Pérez y GK (no sería mala idea conocer su nombre verdadero) golpea de lleno la tesis central de “Pensando peligrosamente”, oficialmente uno de los libros favoritos de los reaccionarios locales.
ResponderEliminarSaludos,
Gonzalo.
Paso de los debates por ahora!
ResponderEliminarsaludos
eduardo
Saludos cordiales,
ResponderEliminarMis saludos Hernando,
aprovecho para una breve respuesta: "Un Schmitt "gramsciano" podría hasta contraponer al denominado "liberalismo de izquierda" un auténtico "liberalismo de derecha" perfectamente en sintonía con la democracia procedural y substancial, si se quiere"
"si se quiere". En efecto y como dice Carlos, esta es la tesis que desarrolla la gente de la Nouvelle Droite francesa y la "Nuova Destra" italiana. Gramsci es un autor importante. Estos autores tratan de recuperalo, no menos que la lectura Schmitt por parte de los liberales. Los neo-marxistas ya no lo leen a escondidillas como hacian una volta, ahora lo citan (pero lo siguen leyendo con los pies). Al respecto y para quedar en la anécdota, muy simpática a nivel académico: se dice que el abuelo Habermas rechaza los Ph.D. que quieren hacer una comparación entre él y Schmitt. ¿Por qué? Por el temor que se descubra su "vena" schmittiana (más luhmanniana seguramente).
Ese Schmitt con Rousseau nos suena nuevo. Vamos a leer el artículo con atención.
Sobre Schmitt y el liberalismo alemán Hay un comentario-sinopsis al respecto en nuestro Blog. Es un ejercicio obviamente. No nos suelten por favor los sociologos alemanes otra vez! Dado que ahora si se habla de historia. Sano debate, entre músicos.
Para Gonzalo:
no vemos en realidad un "golpe" entre tesis diferentes o centrales en realidad, mi estimado Gonzalo. No nos basta que se demuestre un Schmitt reaccionario o no, en función de este o aquel libro. Por favor. Al respecto se lea por favor con atención nuestro comentario sobre "el Dogma" en nuestro Blog, donde doy una idea sobre "qué tipo" de diálogo hace Schmitt con los autores reaccionarios (y nosotros con él), desde nuestro modesto parecer, obviamente. No somos expertos.
He tenido la suerte de leer el texto de Hernando, mis respetos. Podrá ser criticable (qué tesis no lo es?) Sólo los históricos tiene horror a la revisión (se vea el último libro de Nolte que está que quema).
Sin el texto de Hernando ninguno de los interlocutores de esta discusión estarían discutiendo de Schmitt en el Perú.
Más bien "el guante" no lo ha tomado ud. hasta ahora, en relación a mi crítica sobre DDHH, semánticas y DPP.
Nombre? Nada de los escrito hasta ahora nos parece original o autoritativo como para darle una autoría individual(se lea nuevamente el comentario sobre el Dogma). El Geviert-Kreis es un grupo variado y extenso en tres paises. El grupo alemán está en permanente diálogo, reflejado directamente en los textos presentados. Cuando visitaremos el Perú nos presentaremos formalmente con nombres y apellidos para iniciar realmente el diálogo como se debe. Mis saludos cordiales nuevamente, Im Geviert-Kreis.
GK,
ResponderEliminarUd. sólo se ha referido al vuelo, respecto del tema del consenso sobre el mal. Discutiremos cuando se plantee una obhjeción conceptual. No he sentido que se toque el núcleo conceptual - filosófico de la cultura de los DDHH que constituye el centro de mi interés – tarea que Hernando sí acomete -; acaso solamente sus veleidades estratégico-políticas.
Es una costumbre tan antigua saber con quién se dialoga. Para Sócrates la reflexión filosófica era un ejercicio de contacto interpersonal.
“Recoger el guante” es una metáfora referida a la práctica del duelo. Antiguamente se trataba de un enfrentamiento entre caballeros. Uno tiene derecho a saber con quién discute.
Saludos,
Gonzalo.