Gonzalo Gamio Gehri
Trump asume la
Presidencia de los Estados Unidos, el Reino Unido inicia su camino de
desvinculación de la Unión Europea, candidaturas de extrema derecha (incluso
grupos que cuentan con programas de expresa filiación neofascista) se
consolidan en diversos lugares del viejo continente. La prédica propia del
extremismo político conservador, basada en el discurso abiertamente xenófobo, contrario al
respeto de la diversidad cultural y de género, se ha unido a una retórica
populista, proteccionista, en lo económico y político. Y esa retorcida simbiosis tiene éxito en las contiendas electorales.
Rechazo y
estigmatización del migrante y del extranjero, reivindicación de la población “nativa”
– con todas las inconsistencias que este término posee en un discurso paleo y
neo conservador – como núcleo de la fuerza laboral, el fortalecimiento de los
mercados internos interviniendo en la economía desde la instancia
política, la evocación de un presunto “pasado glorioso” de la “nación” que sería
preciso recuperar, la promesa de represión y violencia para garantizar
seguridad interna y externa, el recurso a teorías de conspiración para explicar
situaciones de crisis ¿Suena familiar? No son pocos los historiadores e
investigadores sociales que han establecido un paralelo entre este discurso y
aquel que sentó las bases de los proyectos totalitarios de los años treinta y
cuarenta. La crisis económica y laboral de los últimos años, la mudanza de
numerosas empresas a otros países, el descrédito de las élites políticas en
Norteamérica y Europa ha contribuido a fortalecer alternativas electorales que
defienden un discurso anti-globalizador y contrario a las políticas
humanitarias. Algunos especialistas avizoran tiempos de aridez para la causa de
la cultura política liberal y los derechos humanos para los años venideros.
Estas propuestas
encuentran un terreno fecundo en el ejercicio de los regímenes postfactuales,
que sistemáticamente (y explícitamente) – en el ámbito del discurso público - prescinden
de toda pretensión de verdad como elemento básico en el diseño de los programas
políticos. La referencia a la “verdad” y el debate construido en torno a
argumentos han sido sustituidos – en los escenarios de la política y en
numerosos medios de comunicación – por el manejo de apariencias y percepciones,
por la apelación a reacciones afectivas sin arraigo en razones y hechos, por la
enunciación de slogans y mero
mercadeo político. Se trata de un fenómeno que se funda por igual en el más
burdo maquiavelismo político y en la total
irresponsabilidad de la llamada “cultura postmoderna”. La comunicación política
sin verdad desemboca en la barbarie. Es en buena cuenta la estrategia que el
conservadurismo político y religioso ha desarrollado en el país, y que tiene en
el fujimorismo como su grupo más prepotente e incisivo.
Quienes apoyan estos
movimientos políticos de extrema derecha señalarán que el liderazgo de estos
personajes y facciones obedecen a la voluntad de las mayorías, que han elegido
que estos individuos ocupen posiciones en el poder ejecutivo o controlen el
parlamento. Ellos han ganado elecciones. De eso trata el ‘juego democrático’, arguyen escuetamente y con obvia ironía. Resulta evidente que lo
decidido en las urnas ha de respetarse. Pero no hay que olvidar que el sistema
democrático liberal no consiste solamente en los mecanismos de sufragio universal
y la decisión de las mayorías. La democracia liberal supone asimismo el cuidado
del sistema de derechos, el respeto por los grupos minoritarios de la sociedad
y el cultivo del debate en los espacios políticos y de sociedad civil. Existen reglas y modos de vida que no pueden atropellarse ni pasarse por alto. Es
preciso que la ciudadanía discierna cuándo determinadas ofertas programáticas,
en su día populares, promueven – en silencio o a voces – el recorte de los
derechos de las personas y la perniciosa erosión de la vida pública en cuanto
tal.
No me gusta su doctrina señor Gamio ni me gusta la CVR.
ResponderEliminarDebe aprender de este duque de la escritura:
http://elmontonero.pe/columnas/el-monopolio-de-la-mentira
Pilar Toro
ResponderEliminarHilarante y extravagante el artículo enlazado..
q' desastre de columna de este hiperbólico y hepidérmico personaje. Ahora quiere aplicar la palabrita de moda,
ResponderEliminarla posverdad. para meter un cuento. Así como algunos niegan el cambio climático, otros y/o los mismos el holocausto,etc
este sujeto ,quiere ,de plumazo borrar nuestra triste historia como país,y atribuir teorías de la conspiración
de los que él llama sóviet caviar..Delirante y alcantarillesco!
Marcelo