sábado, 6 de febrero de 2016

ACERCA DE LA DEBATIDA "DESCOMPOSICIÓN DE LA "POLÍTICA" PERUANA









Gonzalo Gamio Gehri

La situación de la política peruana es realmente desconcertante. Estas reflexiones son absolutamente preliminares, todavía imprecisas - unas cuantas líneas en un escrito de blog -, pero creo que tiene sentido poner un par de ideas por escrito. Tengo el recuerdo vivo de varias campañas electorales, pero ésta sin duda es de las más retorcidas y cuestionables de las que tengo noticia.

La sensación que uno tiene es que fuera de unas pocas excepciones, los candidatos a la presidencia del Perú cuentan con una trayectoria pública penosa y sombría. Uno de ellos no puede responder a las numerosas acusaciones de plagio que comprometen su confusa y controvertida biografía como  promotor educativo y como actor político;  los alegatos de sus defensores son patéticos y provocan verguenza ajena. Otro es un ex presidente cuestionado por los indultos y conmutaciones de penas  a  peligrosos narcotraficantes, asignados bajo su gestión; cuenta además con otra serie de críticas en torno a la probidad de su gestión. La candidata favorita está asociada de un modo u otro con el gobierno de su padre – un mandato marcado por delitos de corrupción y contra los derechos humanos -, y es una política sin grandes cualidades a la que los periodistas conceden entrevistas sin mayor rigor ni severidad ni críticas incómodas. Casi la totalidad de la prensa nacional – salvo algunos pocos medios – se esfuerza por hacernos creer que se trata de los únicos candidatos que habría considerar.

A mi juicio, Barnechea,  kuczynski, Mendoza y Guzmán constituyen alternativas más razonables, por su preparación, y porque no cuentan con esos precedentes tan cuestionables. El contenido de los planes de gobierno, por supuesto, no cuenta como un elemento decisivo para la decisión; para mucha gente se trata de una cuestión de carisma o de “percepción de liderazgo”. Podemos hablar con propiedad de la “descomposición de la política” pero sólo en la medida en que aceptamos usar  el concepto de “política” allí donde no existen partidos políticos ni instituciones sólidas, ni un espacio público plural y abierto al debate cívico, etc.


Es preciso renovar lo político desde la experiencia básica de ciudadanos que se encuentran para discutir los problemas del Perú. Necesitamos examinar la trayectoria pública de los candidatos al ejecutivo y al legislativo, evaluar sus programas de acción. No dejemos que el tema del proceso de este año permanezca como un asunto de simpatías (y no de saber) y de cobertura mediática. Que nuestra deliberación y nuestra decisión hagan la diferencia en esta oportunidad.

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