Gonzalo Gamio Gehri
La
discusión en torno al cumplimiento de las penas de terroristas ha reeditado la
polémica en torno al concepto de “reconciliación”; se ha aludido muchas veces – generalmente
de forma imprecisa – al Informe Final de la CVR. Es una polémica importante e intentaré seguir aquí algunos de sus argumentos, más allá de cuáles sean sus fuentes mediáticas específicas, porque estos argumentos han aparecido más de una vez en el espacio público. Entonces los reseñaré de un modo sintético. Diversos
periodistas y observadores políticos han sostenido que, en la perspectiva del documento, la
reconciliación supondría una suerte de “entendimiento” y de restablecimiento de
“buenas relaciones” entre los protagonistas del conflicto armado interno, entre
ellos los grupos terroristas. Esta afirmación es notoriamente falsa. El IF-CVR
señala que la sociedad peruana es sujeto de reconciliación, en un nivel
político, social e interpersonal. Las organizaciones terroristas y aquellos
malos agentes del Estado que lesionaron derechos humanos no forman parte del
proceso de reconciliación: a ellos les esperan las sanciones que establezca la
justicia en el terreno legal.
En esta
precaria discusión nacional sobre la “reconciliación” – su pertinencia,
legitimidad, su viabilidad – la CVR es el único interlocutor
que ofrece una definición de reconciliación. Avanzaríamos un poco más si la examinamos sin
distorsionarla, más allá de si pretendemos defenderla o refutarla. El primer
paso siempre es reconstruir con rigor un argumento, para luego discutir su
validez o pasar al momento de la defensa o al de la crítica. La CVR entiende por
“reconciliación” un proceso bastante preciso. Se trata de un proceso histórico
que involucra un cambio en las mentalidades, en las prácticas y en las
instituciones. No implica la justificación del vencido (¿Cuál sería esta justificación?) ni alguna forma de “borrón y cuenta nueva”,
presente o futura. Tampoco implica “reconocerles razones” a quienes intentaron
imponer a sangre y fuego una ideología violenta y totalitaria: resulta claro
que el ejerci,cio de la violencia supone renunciar al terreno del intercambio de
razones. Resulta absurdo atribuirle a la Comisión propósitos que no se siguen del Informe.
Esa no es la forma de entablar un debate fructífero.
“La CVR
entiende por ‘reconciliación’ el restablecimiento y la refundación de los
vínculos fundamentales entre los peruanos, vínculos voluntariamente destruidos
o deteriorados en las últimas décadas por el estallido, en el seno de una sociedad en crisis, de un conflicto violento
iniciado por el Partido Comunista del Perú Sendero Luminoso. El proceso de reconciliación es posible, y
es necesario, por el descubrimiento de la verdad de lo ocurrido en aquellos
años – tanto en lo que respecta al registro de los hechos violentos como a la
explicación de las causas que los produjeron – así como por la acción reparadora y
sancionadora de la justicia.”[1]
Es cierto
que la subversión fue derrotada en el plano bélico, concebido de manera amplia. Una victoria que todos los peruanos debemos celebrar. El cambio de estrategia, el énfasis en el trabajo de inteligencia – en particular
el GEIN de la policía -, y la acción de los Comités de autodefensa rindieron
sus frutos. Es discutible sostener que se trató en sentido estricto de una
victoria exclusiva del fujimorismo. De hecho, el GEIN fue formado durante el
gobierno de García, no contó con un gran apoyo durante el régimen de Fujimori,
que lo disolvió poco después de que fuera capturado Abimael Guzmán. Debe
constar que tal victoria tuvo lugar bajo el fujimorato – hecho que no se puede
negar -, pero la historia es más compleja. La investigación política del
fenómeno debe tomar en cuenta esta complejidad. De lo contrario, dicha historia
resultará simplificada y sesgada.
La
reconciliación tiene lugar en el ámbito de las relaciones entre los ciudadanos,
las comunidades y las instituciones. Se trata de un proyecto que no puede ser
impuesto, sin duda, y que toma tiempo, probablemente grandes extensiones de
tiempo. Insisto en que libros como los de Lurgio Gavilán y José Carlos Agüero
echan luces sobre las posibilidades y dificultades de la reconciliación. Se trata de responder a la pregunta que se formula como título de este post. El
IF-CVR es sólo un interlocutor en esta discusión, un interlocutor que tiene un buen andamiaje
conceptual a su favor. No obstante, este debate puede transitar otros caminos. Si queremos suscitar
un debate fructífero sobre este punto, debemos todos abandonar el terreno de
los estereotipos usados en la confrontación política diaria, y arribar al terreno de la deliberación pública. La calidad
de los argumentos contribuirá a brindarle rigurosidad a la discusión y fortalecerá nuestros espacios públicos.
[1]Comisión
de la Verdad y
Reconciliación, Informe Final (Tomo I) Lima, UNMSM – PUCP 2004 p. 63 (las cursivas son mías).
Si bien es cierto que estos criminales están cumpliendo con su condena y vencida la fecha se tienen que reincorporar a la sociedad, hasta ahí puede ser tolerable; pero llegar a una reconciliación entre victimas y victimarios, habría que santificarlas a esas victimas, si para muchos que no han vivido en carne propia esta brutal violencia creen que el perdón no se lo merecen estos mercenarios, mucho menos se puede pensar en reconciliación entre terroristas y victimas de la masacre, es necesario más que un examen de conciencia, mas que mostrarse dolidos por los hechos sucedidos, habría que preguntarse y preguntar a esas victimas si ya están satisfechas con la justicia que se ha hecho y con la reparación de daños que va más lenta que una tortuga. Saludos Gonzalo
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ResponderEliminarHola Oscar:
En términos de la CVR, no hay reconciliación con los victimarios.
Saludos,
G.