Gonzalo Gamio Gehri
Una democracia genuina
trata a todos sus ciudadanos como agentes libres e iguales. Los derechos
fundamentales deben proteger y favorecer a todos en el mismo sentido. No deben
existir ciudadanos de segunda clase por razones de cultura, género, condición social, etc..
Se han cumplido seis
años de las muertes de Bagua, y aún recordamos con indignación el proyecto de
lotizar tierras amazónicas sin escuchar la voz de sus habitantes, ignorando sus
exigencias y calificando su cosmovisión de irracional y primitiva. Los awajún
consideran que la pertenencia a la propia tierra es el corazón mismo de su
identidad, que la sabiduría que un ser humano puede alcanzar se identifica a
partir de su conocimiento de las plantas y sus propiedades. La relación con la
tierra no se puede comprender desde el derecho de propiedad. La ausencia de
reconocimiento de la conexión espiritual del habitante originario de esa
tierra, detonada por los intereses del gobierno de Alan García en aprovechar
económicamente la zona, llevo el conflicto al uso de la violencia. Nativos
muertos o desaparecidos, policías muertos. Y García recordándoles a quienes se
negaban a renunciar a su tierra que no eran ciudadanos de primera clase. Un importante sector de la prensa recomendaba reprimir las protestas con especial dureza. El
Estado peruano ha hecho poco o nada por los aborígenes amazónicos – tan
peruanos como cualquiera de nosotros -, pero se dispone a arrebatarles lo que
más estiman.
Poco se ha avanzado
desde entonces. Apenas se ha discutido e implementado la ley de consulta
previa, una norma que se postula en conformidad con las exigencias de
instituciones globales que el Perú dice respetar. Existen todavía problemas
respecto de cuáles son las condiciones para considerar a un colectivo como pueblo indígena, la comunidad que debe
ser consultada; nuestros políticos continúan identificando a los pueblos que
protestan contra la lotización del territorio, la explotación minera o
petrolífera por razones culturales y ecológicas como paganos, animistas y
primitivos (Alan García, Ántero Flores, etc.). Esos políticos se consideran a la
vez defensores del progreso e improvisados extirpadores de idolatrías, que
predican la verdadera racionalidad, la del desarrollo económico. Desean, en el
mejor de los casos, incluir al otro por la fuerza sin reconocer su identidad
propia. Imponerle la cosmovisión definitiva, la del crecimiento y la
mercantilización de las cosas. Le han dado un perverso significado a la palabra
inclusión como una suerte de conversión a la fuerza. Un proceso en el que la
restitución de derechos y el reconocimiento de la dignidad del otro no tienen
lugar alguno. Ningún país se forja de esa manera. La inclusión sin reconocimiento es un pretexto para la manipulación y la prepotencia pol{iticas. Las palabras de Primitivo
Quispe preservan su incontestable vigencia. Seguimos tratando a esos colectivos
humanos como pueblos ajenos dentro del Perú.
Estimado profesor, gracias por compartir un espacio de blog para aquellos a quienes más olvidados se tienen hoy día. Como siempre nada más que felicitarlo por esta entrada y decirle que siempre estoy atento a todas sus publicaciones. Disfruto mucho de leer todo lo que comparte.
ResponderEliminarSaludos!
ResponderEliminarMil gracias.
Lindo blog, profe! Es la segunda vez que leo lo que comparte y he quedado encantada. Sería bueno que comparta en clase info sobre su blog, no sabe cuántas personas estarían felices de leerlo.
ResponderEliminarÉxitos
ResponderEliminarExcelente ¡Gracias!
Saludos,
G.