Gonzalo Gamio Gehri
El integrismo constituye una de las figuras habituales - pues se trata de una disposición - que puede
asumir cualquier sistema cultural de creencias, confesión o ideología. Una figura negativa, sin duda. A veces se le llama también "fundamentalismo", recurriendo a una noción menos precisa. Decía
Amin Maalouf que “el siglo XX nos habrá enseñado que ninguna doctrina es por sí
misma necesariamente liberadora: todas pueden caer en desviaciones, todas
pueden pervertirse, todas tienen las manos manchadas de sangre: el comunismo,
el liberalismo, el nacionalismo, todas las grandes religiones, y hasta el
laicismo. Nadie tiene el monopolio del fanatismo, y, a la inversa, nadie tiene
el monopolio de lo humano”[1].
Antes que el sombrío privilegio de una determinada concepción del mundo o
ideología, el fanatismo constituye una cuestión actitudinal, tiene que ver con
cómo asimilamos a nuestra vida y modo de ser una determinada visión de las
cosas.
El concepto de integrismo alude a la y los
esfuerzos de ciertas corrientes ideológicas o religiosas por llevar las bases y
las consecuencias del propio credo a todos los aspectos de la vida, incluidos
el diseño de leyes e instituciones y el ejercicio de la política. Esta posición
exige asimismo el considerar la tradición – matriz de sentido de la totalidad
del mundo y de la existencia – como inmóvil y absolutamente reacio a la
crítica. Cualquier cuestionamiento por parte del adepto, creyente o miembro de
la cultura es considerado una abierta trasgresión al ideario compartido y un
síntoma de falta de fe o de convicción en torno a su carácter constitutivo de
la identidad individual. La duda es vista como una expresión de debilidad y de
traición a la doctrina por la que deberían vivir y morir.
Una característica fundamental del integrismo es lo
que Isaiah Berlin describió como “monismo”, a saber, la presuposición de que existe sólo una forma de vivir con excelencia o de habitar la verdad. La
multiplicidad de maneras de valorar los asuntos humanos y los distintos estilos
de vida son percibidos como manifestaciones de un supuesto “relativismo” y de raquitismo moral. Volveremos más
adelante sobre este punto. En una breve nota
escrita en 1981, Berlin sostenía que “pocas cosas han hecho tanto daño como la
creencia por parte de individuos o de grupos (o de tribus, Estados, naciones o
Iglesias), de que únicamente ellos estaban
en posesión de la verdad: especialmente en lo relativo a cómo vivir, qué ser y
hacer – y que los que difieren de ellos no sólo están equivocados sino que son
corruptos o malvados; y necesitan del freno o de la eliminación. Es de una
arrogancia terriblemente poderosa creer que sólo uno tiene razón: que tiene un
ojo mágico que contempla la verdad: y
que los demás no pueden tener razón si discrepan”[2].
Esta obsesión por la verdad está asociada en la práctica con la exclusión del
otro, a quien no se le reconoce sabiduría, virtud, trascendencia ni salvación.
La perspectiva integrista aspira a concentrar el poder
político para garantizar la “corrección moral y doctrinal” de la población
sobre la que ejerce su influencia. Los regímenes de partido único, así como
aquellos en los que la estructura del sistema legal y político debe su diseño a
una ideología o visión del mundo basada en una cultura o religión puntual,
obedecen a este esquema de pensamiento. La religión, la cultura o la ideología
son “oficiales” y configuran el sistema político como tal. En las democracias
liberales, - en las que la separación entre el Estado y las comunidades
tradicionales y las organizaciones es una realidad - el integrismo asume un
espíritu de secta. Cuando practica el activismo político, pretende erosionar
las bases de la cultura democrática – acusándola de “modernista” y de
“relativista” – y sus categorías centrales. El blanco frecuente de sus ataques
son los derechos humanos y las instituciones que los vindican en el espacio
social y político. Desconfía profundamente de las “políticas de respeto a las
diferencias” en materia de multiculturalismo y cuestiones de género, así como
rechaza el modelo de ciudadanía que subyace a ellas.
Un ejemplo de integrismo en el debate público peruano lo hemos tenido en la defensa efectuada por parte de la izquierda no-gubernamental de lo expresado en su CVR, a la cual han puesto como una verdad revelada ante la que sólo queda aceptar y creer.
ResponderEliminarNuevamente intentas imponer la ignorancia. El IF CVR se plantea a sí mismo como una investigación sustentada pero perfectible. Por una vez, lee en lugar de escribir infundios absurdos.
ResponderEliminar"Con frecuencia, los actores políticos y columnistas que han cuestionado el Informe Final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR) han pretendido desestimarlo acusándolo de aspirar a presentar una interpretación definitiva sobre lo acontecido. Sostienen que el Informe Final ha sido concebido como un texto sagrado para un específico grupo de interés político o ideológico."
ResponderEliminarhttp://www.larepublica.pe/columnistas/desde-las-aulas/la-cvr-y-el-concepto-de-verdad-14-09-2013
Observatorio de Contra-Ilustración:
ResponderEliminarhttp://josebellidonina.blogspot.com/2012/03/por-que-no-se-van-no-se-van-del-pais.html
Hola Khayam:
ResponderEliminarEse es el punto.
Infundios?, no fue tu CVR la primera que definió a sendero luminoso como "partido político" y en querer convencernos de que no hubo terrorismo sino "conflicto armado interno" ó "violencia política"? (adelantándose en esto varios años al MOVADEF). También no fue tu CVR la que infló groseramente el número de muertos empleando para esto una metodología para contar cardúmenenes de anchovetas?, no son los creyentes de tu CVR los que promueven el levantamiento de monumentos a terroristas convictos y confesos bajo el cuento de que ahora son "víctimas"?. Como verás, la "verdad" de tu CVR se cae a pedazos. ¿eso también es "perfectible"?
ResponderEliminarInfundios, sí. Incluso las FFAA recomendaban interpretar al PCP SL como un grupo político y NO SÓLO como un grupo delictivo, para combatirlo mejor. La CVr parte de esa premisa. Vivimos un conflicto armado interno en el que los grupos subversivos practicaron el terrorismo y el genocidio, el IF lo dice. Lo de las cifras ha sido acreditado por una serie de instituciones dedicadas al estudio de los procesos de justicia transicional.
ResponderEliminar¿Conflicto armado interno?, ahora quieres convencernos que lo que hubo en el Perú fue un conflicto armado con frentes definidos y bandos identificados, similar a los que ocurrieron en centroamérica en los 80s o como ocurre en Colombia en la actualidad?. No te has puesto a pensar que al hablar tan graciosamente de "conflicto armado interno" le estás dando a los terroristas el status de "combatiente" conforme al derecho internacional que ellos tanto reclaman? Hasta dónde van a llegar con el falseamiento de la verdad?.
ResponderEliminar¿Cuáles son esas "instituciones" que -según tú- acreditarían la inflación estadística de muertos operada en tu CVR?
Hazle un favor a la humanidad y lee acerca de lo que significa un "conflicto armado interno",
ResponderEliminarPara tu información, en los 80s y 90s yo vivía en el Perú y sufrí directamente del desarrollo del terrorismo comunista (ese que ahora quieres llamar "conflicto armado interno" ó "violencia política"); no necesito leer cuentos sobre el "conflicto armado interno", porque la experiencia del terrorismo comunista la he vivido.
ResponderEliminarDesde que comenzó el terrorismo comunista en 1980, la izquierda peruana siempre ha tratado de evitar referirse a sus parientes ideológicos de sendero luminoso o del mrta como "terroristas" o que existiría el "terrorismo"; inicialmente se referían a ellos como "guerrilla" o "guerrilleros" hasta que el salvajismo de sus parientes ideológicos sepultase este tipo de eufemismos, lo mismo ha ocurrido con ese eufemismo inventado por su CVR de "conflicto armado interno".
¿Porqué ese afán de sujetar la realidad del terrorismo comunista a definiciones de manual?, la realidad siempre es más compleja que las definiciones de folletín.
Lo cierto es que desde la izquierda no-gubernamental se montó una bien aceitada industria de proyectos, consultorías, veedurías y publicaciones en torno a su CVR, por eso estos sectores son los más entusiastas defensores de la "verdad" que su CVR quiso imponerle al país. El día que su CVR termine de caer, ese día se les vendrá abajo el kiosko que hen levantado estos 10 años y tendrán que buscarse un trabajo (uno de verdad).
ResponderEliminarNuevamente, el texto mismo revela qué comentarios son infundios. El IF CVR señala que los grupos subversivos practicaron el terrorismo e incluso el genocidio.
Patético malabarismo verbal de la CVR de la izquierda para evitar llamar terrorismo al terrorismo comunista:
ResponderEliminar"… aunque el decreto supremo (que creó la CVR) decidió recurrir al concepto de «terrorismo» para referirse a los crímenes cometidos por las organizaciones subversivas, la CVR no está convencida de que este término alcance a describir con precisión el amplio rango de conductas emprendidas por dichos grupos, ni de que exista un amplio consenso jurídico internacional sobre el contenido del término. Su utilización, por el contrario, al cabo de un prolongado conflicto armado, está cargada de significados subjetivos que hacen difícil el análisis de la conducta de quienes decidieron alzarse contra el Estado y en ese rumbo cometieron violentos crímenes… “. (Informe final de la Comisión de la Verdad, pág. 25).
Por esto ahora quieren hacernos creer que lo que hubo no fue terrorismo, sino un "conflicto armado interno" ó "violencia política".
Ojalá no se censure mi comentario.
Gonzalo ¿No te parece un poco caviar tu artículo? Yo creo que exageras un poco con lo del integrismo. Por que también podríamos hablar de un integrismo caviar que impone su visión al común de los mortales.
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ResponderEliminarMi artículo sólo pretende describir la actitud vital que subyace al integrismo, sea laico o religioso, de izquierda o de derecha.
No uso "caviar" ni tampoco "D.B.A.".