viernes, 8 de junio de 2012

MENTIRAS DE VERDAD (CARLOS GARATEA)



Carlos Garatea G.

Los dictadores tienen una particular relación con el lenguaje. Lo exprimen hasta convertir las palabras en cáscaras vacías de significados pero moldeables a los intereses de quien ejerce el poder. No les interesa el lenguaje por su capacidad de nombrar las cosas o de simbolizar el mundo sino por su capacidad para ocultar, mentir y tergiversar los hechos en beneficio propio. Nada es lo que es. El discurso autoritario crea otra realidad. Suele contener una obsesión por enemigos ficticios, una retórica triunfalista cargada de imágenes o de consignas mesiánicas, de adjetivos estridentes. Ese discurso confunde y da miedo.
Ancladas en esos discursos están por ejemplo la “Noche de los cristales rotos”, a inicios del nazismo, “los daños colaterales”, durante los bombardeos norteamericanos, y los “autosecuestros” y “autotorturas”, durante el fujimorato. Pero esos modos de expresarse no son exclusivos del Estado. Responden a una mentalidad que también puede manifestarse en la Iglesia, en organizaciones populares, sociales etc. En cualquier caso, han echado raíces en el país y salen a flote cuando uno menos lo piensa.
Lo prueban las respuestas que mereció el nutrido y espontáneo respaldo al padre Gastón Garatea. En el comunicado del Arzobispado se dice que no se suspende o prohíbe el ejercicio de sus ministerios “en otros lugares”. Esta frase fue luego presentada para decir que Gastón puede continuar con su ejercicio sacerdotal pero no en Lima y, claro, le queda el resto del país. Con ese razonamiento, los periodistas desterrados por Velasco debieron agradecerle por haberlos ayudado a internacionalizarse. Del mismo modo, quienes defienden la decisión han comparado al Arzobispo con un árbitro, con tarjetas amarilla y roja. Ningún favor les hace el ejemplo, salvo que el Arzobispo ya no sea un pastor de la Iglesia. El árbitro sanciona y excluye; el pastor debe unir, cobijar, incluir. Y, por último, ACI Prensa puso estos dos titulares “Sancionan a sacerdote por apoyo público a agenda gay” (11/5) y “Agnósticos e izquierdistas defienden fidelidad al Evangelio del P. Garatea” (18/5) que al día siguiente InfoCatólica convirtió en “La izquierda agnóstica y proabortista peruana sale en defensa del P. Gastón Garatea”. Los tres se refieren a un grupo de 1.200 personas, integrado por sacerdotes, monjas, católicos practicantes, rectores universitarios, directores de colegios católicos y cientos de hombres y mujeres, que se solidarizaron con Gastón. Los tres distorsionan, mienten, y señalan enemigos sin explicar por qué lo son. Dicho sea de paso: hasta la fecha nadie cercano al Arzobispado ha expresado una sola palabra sobre esta manera de informar.
Herta Müller dijo alguna vez que cuando el lenguaje es sometido a la presión del autoritarismo termina infectado y necesita tiempo para sanarse. Deberíamos atender esta observación. La historia reciente nos ha hecho perder la fe en las palabras. Se trizaron los significados y, con ellos, la armonía que necesitamos en un país tan diverso y complejo como el nuestro. El Perú debe aprender de convivencia y tolerancia. Si se mutila el lenguaje no habrá fe, ni ilusiones, ni país, sino mentiras, traiciones y exclusión.


(Publicado La República, Jueves, 07 de junio de 2012)

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