Gonzalo
Gamio Gehri
De
todas las emociones que afectan el alma, la nostalgia siempre ha llamado mi
atención. Tiene la forma de la reflexión y la intensidad conmovedora del anhelo.
Plantea una aguda relación con el pasado. Evoca experiencias pasadas y se añora
su retorno (nóstos). La mente y el
corazón acarician esas imágenes que el recuerdo retiene. Por un lado, la
memoria mantiene viva la experiencia y, en ese sentido, la hace presente; sin
embargo, lo que se hace presente es también su condición de pertenecer al
pasado. Lo que provoca dolor es saber que pasó, y que talvez sólo se preserva como
pensamiento, como reflejo. Esa distancia
temporal constituye al menos en principio una barrera infranqueable. Sólo se puede volver realmente sobre los propios pasos a
través del recuerdo. No puedes retener el más pleno de los instantes – Fausto lo
expresa muy bien -: inevitablemente, se te escurre entre las manos.
Esa es una manera de ver las cosas. Exploremos otro aspecto del asunto.
Esa es una manera de ver las cosas. Exploremos otro aspecto del asunto.
No
obstante, la nostalgia puede mover el alma a la acción,.y a transformar la propia situación. La reflexión puede modificar la práctica. La nostalgia llevó a Odiseo a volver
a pisar la patria, y a liberarla de sus opresores, e impulsó a Orfeo y a Dante
a bajar a los infiernos para reencontrarse con la amada. El recuerdo de los brillantes ojos oscuros y la cabellera negra de Eurídice condujo a Orfeo a las profundidades del Hades y a su rescate; la visión de Beatrice orientó a Dante en su trayecto por el Cielo. El sufrimiento de
Admeto por la muerte de Alcestis permitió que Heracles la recuperara para el
mundo de los vivos, arrebatándosela por la fuerza al mismísimo Thanatos; de este modo, el
amor pudo vencer a la propia muerte. Otra es la suerte de Novalis, que escribe
sus Himnos a la noche agobiado por la
pérdida de Sophie von Kuhn. La vivencia de la nostalgia parece invocar en su
caso el retorno de una temprana y feliz época del mundo:
“¿Qué más nos falta
hacer en esta tierra
Con nuestra fe y amor que nada calma?
Por siempre más lo antiguo ha fenecido,
Y ¿qué ha de traer lo nuevo a nuestra alma?
¡Ah, cuán sólo se siente y afligido
Quien con amor profundo
Ama la primitiva edad del mundo!”.
Con nuestra fe y amor que nada calma?
Por siempre más lo antiguo ha fenecido,
Y ¿qué ha de traer lo nuevo a nuestra alma?
¡Ah, cuán sólo se siente y afligido
Quien con amor profundo
Ama la primitiva edad del mundo!”.
En algunos casos, como
el de Novalis, la nostalgia implica la pertenencia al pasado y la extrañeza
frente al presente. Es una nostalgia fatalista y desgarradora. De hecho, a
diferencia de los griegos, marca una absoluta cerrazón frente al presente. La
nostalgia novaliana ata la consciencia al pasado. En contraste, en el caso de
Orfeo y Admeto (y creo que también en el de Dante), se trata de superar el
pasado en el presente, poder lograr nuevas experiencias plenas, quizás recuperar el
amor y a la amada añorada. En el caso de Odiseo, volver a su reino y recuperar el
trono. Diríase que la nostalgia, bosquejada en este sentido “clásico”, busca salir de sí
misma para reorientar con esperanza el presente. Extrañar constituye un llamado
al retorno de la plenitud, marca una actitud de apertura al presente y al
futuro en cuanto a lo que se anhela. Esa nostalgia genera un impulso práctico
por la recuperación de lo anhelado. Superar la pérdida y acaso lograr el reencuentro.
No existe una única forma de nostalgia, ni una única forma de observar el
pasado, ni un solo modo de anhelar el retorno de la plenitud.
Hola Gonzalo revisando tus post sobre literatura griega clásica, por qué no te animas a dictar esa materia? te llama la atención?
ResponderEliminarSaludos
Estimado Arturo:
ResponderEliminarDefinitivamente sería muy interesante.
Saludos,
Gonzalo.
Intensa reflexión, muy útil.
ResponderEliminarMuchas gracias, Daniel. La reflezión sobre estos temas literarios constituye una prioridad en mi trabajo intelectual.
ResponderEliminarSaludos,
Gonzalo.