viernes, 28 de enero de 2011

FUJIMORI Y SUS FUJIMORISMOS (H. NEIRA)




Hugo Neira


El peor enemigo del fujimorismo es Alberto Fujimori. Poco importa que Gina Pacheco, entre otras perlas, sea o no su enfermera. Seamos claros: lo que cuenta es dónde ocurre la cosa. ¿En Ate, en el centro de reclusión de la Diroes? Claro que hay que tener consideraciones con quien ha perdido 14 kilos, tiene un cáncer en la boca y necesita cuidados, enfermera y médico. Pero de ahí a darle facilidades obispales es otro cantar. El peor enemigo de la candidata Keiko es su señor padre. ¡Qué dificultad la de los Patriarcas para dejar la escena del poder! Fidel Castro, el peor enemigo del castrismo. Con él, en Cuba no hay Transición. En España tuvieron la suerte que el Caudillo las palmara en 1975. De lo contrario no hay ni Rey Juan Carlos, ni Adolfo Suárez para reciclar a franquistas, entonces numerosos. Pinochet tampoco se fue de golpe. Los autócratas cuando suben, se quedan por un buen rato. Miren a Chávez. Y fíjense bien por quién votan en abril.

Fujimori( padre) y sus fujimorismos. El primero, 1990, un chinito simpaticón que hizo campaña subido a un tractor, con apoyo de evangelistas y lemas nuevos y sonantes, “ tecnología, honradez, trabajo”. Ingeniero, rector, nadie en política. Y ganó. El segundo es el de shock económico, errático hasta que cierra el Congreso, 1992, y la fortuna lo favorece cuando la policía coge preso a Abimael Guzmán.

Luego, en 1993, el país lo plebiscita. Pero el tercer y cuarto Fujimori son políticamente desastrosos. En el 2000 quiere la reelección, renuncia, fuga. El cuarto es el episodio chileno. Yo escribí, aquí, “El error de Fujimori” y medio Lima me dijo  “lo calculaba”. Pero no. Se equivocó.
 ¿No hay nadie entre los visitantes de Ate, capaz de decirle en cuánto el país ha cambiado?  ¿No hay una voz caritativa, y sin sangre en el ojo, para decir lo más sencillo? Este país no es el mismo, señor Fujimori. “La concupiscencia del vale todo”, que marcó los años noventa, compite con otro sentimiento, el de la honradez necesaria. Lo de “roba pero hace obra”, hoy ni a Usted se lo aceptarían, ya sin prensa chicha ni un operador como Montesinos para los psicosociales. Por lo demás, los que votaron por Keiko, medio millón de peruanos, no son seres sedientos de sangre, dispuestos a nuevos grupos Colina. En cambio Usted persiste en imponer delincuentes en sus listas. Como Cronos, devora a sus hijos.

 Hablemos ahora del fujimorismo, que es la sorpresa del posfujimorismo. Curiosa corriente, ni aprista ni de izquierda pero popular, difícil de catalogar, respondona, los he tenido entre mis alumnos. Un hueso duro de roer y de entender, sociológicamente. Pero he reeleído a Carlos Iván Degregori y Martín Tanaka, que practicaron lo que Max Weber llama “verstehen”, o sea, comprender “lo que los grupos hacen y por qué”. Que no es simpatizar. Universitarios de pura raza, explicaron en su hora la política de la no-política, el estilo autocrático y el manejo de clientelas que querían obras, carreteras, techos de calamina, aquí y ahora, no promesas, demanda predominante hasta nuestros días. Pero las cosas no son simples. Con don Alberto también el fujimorismo fue manejo mafioso, pudridero de elites, corrompió y pervirtió. ¿Cómo olvidarlo? La entrada en escena de Keiko, buena expositora, estudios modernos, era para decirnos, pese a los orígenes, (tampoco son muy limpios los de pinochetistas reciclados) que ellos serían una suerte de corriente social más bien utilitarista, preocupada por la eficacia, la urgencia. Keiko andaba en eso, pero no, ahí está el señor de Ate para recordarnos que el poder patriarcal es eterno. Alguien ha dicho, las ciencias políticas son el estudio de “las instituciones impuras”. En efecto, la situación es paradojal. Criticarán a Keiko a la vez que codiciarán su capital electoral, los demócratas, también los autoritarios que esperan la liquidación de la Mansión Fujimori para asaltar el país por arriba. Un asunto de vasos comunicantes entre pobladas que no creen en democracias. Y eso sería el sexto fujimorismo, con otros nombres.



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