Gonzalo Gamio Gehri
Acabo de leer un interesante y polémico artículo de Umberto Eco sobre el fascismo. Tiene algunos matices autobiográficos (1). Cuenta acerca de la presencia del culto a la personalidad de Mussolini en las escuelas, el imperio del “partido único” en Italia, la retórica del “destino” de la comunidad y el elogio de la violencia a través del “heroísmo”. Cuenta también sus impresiones y las de sus vecinos cuando Mussolini es apresado, y cómo los términos “libertad”, “liberación” y “dictadura” comienzan a ser usados desde entonces. Su texto celebra el triunfo de los principios del pluralismo democrático. No obstante, sostiene que las ideologías fascistas no han desaparecido del todo (han sido derrotadas sus versiones ortodoxas, mas sus versiones sincréticas reaparecen de cuando en cuando, “a veces con trajes de civil”, bajo la forma de un ‘retorno a las tradiciones’ y rechazo de las minorías en nombre de la homogeneidad cultural) y se esfuerza por describir algunos elementos que reuniría lo que llama el Ur-fascismo o “fascismo eterno”, la familia de puntos de vista o de “principios” que suelen invocarse para destruir el pluralismo y la cultura de derechos humanos.
A Eco le sorprende que se use el término genérico “fascismo” – desde los años cuarenta hasta hoy – para describir no solamente a la ideología italiana, sino también para evocar el nazismo alemán, el falangismo y el franquismo españoles, y otras formas de nacionalismo y fundamentalismos culturales de ultraderecha en lugares tan disímiles como el Reino Unido, Estados Unidos o América del Sur. La tesis de Eco – controvertida sin duda – es que el fascismo fue desde el principio una ideología antiliberal y populista bastante elástica, que acusa la presencia de una familia de posiciones generales - el “Ur-fascismo” (sic)- que están presentes en diferentes corrientes, como las que han sido mencionadas. “Nuestro deber es desenmascararlo”, advierte Eco, “y apuntar con el índice sobre cada una de sus formas nuevas, cada día, en cada parte del mundo” (2). El texto es abiertamente militante, y argumenta con agudeza. Recomiendo su lectura para iniciar el diálogo sobre el tema.
Dice el autor:
“El término ‘fascismo’ se adapta a todo porque es posible eliminar de un régimen fascista uno o más aspectos, y siempre podemos reconocerlo como fascista. Quítenle al fascismo el imperialismo y obtendrán a Franco o Salazar; quítenle el colonialismo y obtendrán el fascismo balcánico. Añádanle al fascismo italiano un anticapitalismo radical (que nunca fascinó a Mussolini) y obtendrán a Ezra Pound. Añádanle el culto a la mitología celta y al misticismo del Grial (completamente ajeno al fascismo oficial) y obtendrán uno de los gurús fascistas más respetados, Julius Evola”(3).
Precisamente el tema Evola ha sido particularmente polémico en los blogs y en otros espacios (no pretendo reiniciar ese debate, sino discutir el punto central de Eco). El argumento es un tanto general, requiere precisiones, pero no deja de ser interesante. Recordemos que estamos hablando de alguien que vivió los horrores de la guerra y la funesta retórica racista, autoritaria y belicista del régimen. Eco reconoce la presencia - tanto en la política como en los espacios de opinión pública - de grupos extremistas que encubren sus posiciones reales bajo el engañoso manto de lo politically incorrect.
Esta es la lista de motivos “Ur-fascistas” (cfr. pp.47-56) que tendrían que reconocerse en las perspectivas de la ultraderecha local en temas vinculados a la inmigración, la laicidad, etc., según Eco:
1. Culto de la tradición. El saber y el 'razonamiento' suponen eminentemente la recuperación o la "repetición" del legado pasado, no avance o descubrimiento.
2. Rechazo del modernismo. “Repulsa del espíritu de 1789 (o del 1776, obviamente)” (p. 49). A veces supone la suscripción del irracionalismo.
3. Culto de la acción por la acción. Sospecha de la academia sumergida en la “abstracción”, que ha abandonado los valores tradicionales.
4. Sospecha del pensamiento crítico y culto de la autoridad tradicional. “El desacuerdo es traición” (p. 50).
5. Miedo de la diferencia. Rechazo de las políticas interculturales, del pluralismo religioso y del espíritu laico. Racismo explícito o encubierto.
6. Llamamiento de individuos y colectividades frustrados a causa de una crisis económica o política.
7. Nacionalismo. Identidad contradistintiva. “Obsesión por el complot” (p. 51).
8. Sentimiento de humillación por la riqueza o la fuerza del “enemigo”.
9. “Vida para la lucha”. “El pacifismo es colusión con el enemigo” (p. 52). Vindicación mabifiesta o sutil de la violencia. Talante apocalíptico.
10. Elitismo aristocrático o militarista. “Desprecio por los débiles” (p. 53).
11. Culto del heroísmo y de la muerte.
12. Discriminación en materia sexual (machismo y homofobia) en nombre de valores tradicionales.
13. “Populismo cualitativo”. El pueblo es una entidad monolítica que marcha guiada por el Líder, su portavoz privilegiado.
14. Cultivo de la “Neolengua” (p. 55, el término lo toma prestado de George Orwell). Léxico y sintáxis elemental para las “masas” - las "élites" se consideran "sutiles" y "sofisticadas" -, para limitar el pensamiento y la crítica.
La combinación de estos elementos arroja, sin duda, ideologías inquietantes, que deben ser desenmascaradas y refutadas en el debate racional. La lista, sin embargo, es esquemática y puede llegar a ser simplificadora y quizá algo caricaturesca (aunque pueden identificarse, con todo, posiciones extremistas y delirantes que cultivan idearios semejantes en la arena política y en algunos espacios ideológicos extravagantes, presuntamente “intelectuales”).
Como puede apreciarse, el ensayo de Eco es un genuino 'escrito de combate', que pretende advertir sobre potenciales amenazas contra los derechos de las personas y las libertades básicas. El lector juzgará si la lista de Eco es útil. La discusión queda abierta.
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(1)Eco, U. "El fascismo eterno" en: Cinco escritos morales Barcelona, Ensayo 2006 pp. 33-58.
(2)Ibid., p. 57.
(3)Ibid., p. 47.
Hola Gonzalo,
ResponderEliminarEco describe como Mussolini, un mediocre pero con olfato de masas va recreando en el
imaginario colectivo,la sed de triunfos,glorias pasadas y esplendor que evoca a la antigua Roma,en tiempos
de desesperación y caos.
Ese mecanismo de darle esperanza al pueblo,movilizó a todas las fuerzas vivas en su momento,
y se alinieron con él.Todo giraba en torno al estado,como la juventud fascista,la niñez fascista,etc.
Apoyaron su concordato con la Santa Sede y demás maniobras.
Así es como revive el fas,aquel retorno al majestuoso imperio de gloria perdida y añorada,era tiempo
de volver a los fundamentos.Algo similar al propósito Al-QAEDA,y su proyecto Al-Andalus o
al de Alberto Alcantarilla Fujimori con su regreso al fujicholato.O por qué no, al de algunos
blogs alcantarillescos,prediciendo el regreso triunfal de los reyes.
Cuando toma el poder este sujeto,se pueden notar los efectos del lado oscuro de aquella ne-fas-ta ideología,donde la medicina fue peor que la enfermedad.
El extraordinario trabajo de Eco,radica en ir desarticulando y desarmando los eslabones y la estructura
icónica, cuya retótica inflamada trasladó masas bajo los efectos de aquella deplorable estructura ausente.
Eco va desmantelando los planos yuxtapuestos del discurso fascista,mediante el análisis de los signos y su papel en los mitos,ideologías,cultura popular,etc.
También nos recuerda algo muy importante,que tal vez la podemos sintezar en una célebre frase
dicha por nuestro amigo Daniel Salas;´no olvidemos que la alcantarilla está en la pista de ida,como también en la del frente´
Slds,
Marcelo
Hola Marcelo:
ResponderEliminarPersuasivo e irónico análisis. Interesante tus proyecciones hacia el fujimorismo y hacia la prensa y los espacios alcantarillescos.
Ciertamente, hay que estar prevenido respecto de la alcantarilla de extrema derecha como respecto de la alcantarilla de la extrema izquierda.
Un abrazo,
Gonzalo.
Grazie per questo post meraviglioso. Ammirando il tempo e l'impegno che mettete nel vostro blog e dettagliate informazioni vi offrono..
ResponderEliminarMuchas gracias por sus generosas palabras.
ResponderEliminarSaludos,
G.