LA CURIOSA 'TEOLOGÍA DOGMÁTICA' DE V.A. PONCE
Gonzalo Gamio Gehri
La pugna pública de dos miembros del clero suele exacerbar el morbo de la opinión pública, como si no se tratara de dos individuos de a pie, como usted o como yo. Porque quienes han intercambiado duras palabras no son seres sobrenaturales, sino dos personas de nuestra especie biológica, nativos de nuestro país. El cardenal Cipriani ha sugerido que, si el padre Marco Arana decide convertirse en candidato presidencial, debe prepararse para asumir las consecuencias. Algunos analistas han interpretado estas palabras como una amenaza. Arana ha respondido que – de asumir una candidatura – tendría que conversar con el obispo de Cajamarca, y no con Cipriani, que no tiene jurisdicción sobre su diócesis. Esta aseveración suya es técnicamente verdadera. Luego, el padre Arana ha señalado que él se identifica con la Iglesia de los pobres, y que no forma parte del cortejo que acompaña a quienes detentan el poder. Este conflicto ha capturado la atención de muchos periodistas y columnistas de opinión, que han examinado el incidente con diferente fortuna. Entre las notas más desafortunadas, encontramos el artículo ¡Guerra santa!, de Víctor Andrés Ponce, en el nuevo Perú 21. Como en otras oportunidades, Ponce opta por afirmar sus posiciones personales sin ofrecer argumentos que las respalden. Como Silvio Rendón ha señalado en el Gran Combo Club, el columnista trata burdamente de “conducir al lector”, poniendo de manifiesto sólo su interés ideológico, y no una idea que exponga a la crítica.
“Las cenizas que dejan las disputas entre una derecha e izquierda católicas se encienden otra vez. Si a esto le sumamos los codazos por la administración de la Universidad Católica, es evidente que las guerras santas se han vuelto endémicas.”
El autor presupone que el meollo del asunto de la PUCP debe leerse en términos de una “lucha de espiritualidades y de teologías”, y no en términos de un conflicto entre una Universidad que defiende su autonomía y un agente exterior que quiere intervenir sobre ella.
“El cura Arana está más cerca de Evo Morales y Hugo Chávez que de monseñor Cipriani. Y el propio arzobispo de Lima está más cerca del vicepresidente Luis Giampietri que de cualquier sacerdote zurdo. Durante el último 'Baguazo’, algunos curas de esa región de la selva y sus voceros no parecían hombres de Dios: lanzaban comunicados que denunciaban masacres y exterminios de nativos. Hoy, queda claro que los hombres sagrados mentían sin sonrojarse. En todos estos golpes de sotanas, Dios es dejado de lado y la influencia del catolicismo se adelgaza demasiado”.
Extraña la 'teología dogmática' de Ponce. Tiene muy poco de teología, y mucho de dogmática. Curioso: pareciera que, para Ponce, el actuar como “hombres de Dios” se remite a los espacios y tiempos del ritual y las formas sagradas, y no a la preocupación por el amor y la justicia ¿Habrá oído hablar de la encarnación? Hay que recomendarle que lea (o relea) Mateo 25, los textos proféticos. Denunciar masacres también pone de manifiesto el compromiso con el Reino. Dios – para los católicos - no solamente está en el sanctasanctorum; también está en el rostro de las demás personas, particularmente las que injustamente son excluidas. El énfasis del pontificado de Juan Pablo II en la defensa de los Derechos Humanos se explica en parte por este compromiso con los débiles.
“Desde los años sesenta hasta inicios de los ochenta, la izquierda católica, con sus intentos de entreverar las barbas de Cristo y las de Marx, copó la iglesia latinoamericana y los resultados fueron inevitables: el Vaticano contempló cómo la sólida feligresía tradicional abandonaba los templos y se pasaban en masa a las corrientes protestantes. Hoy, en el Perú, el avance de las confesiones evangélicas es tan macizo que ya debemos hablar de varias versiones del cristianismo. La cosa es tan seria que el Parlamento del Perú, quizá uno de los países de más poderosa herencia contrarreformista, acaba de sancionar la ley de igualdad religiosa.”
Nótese el sesgo de los comentarios, así como la ausencia de argumentos: ¿En qué sentido “la izquierda católica” “copó la iglesia latinoamericana”? ¿Copó qué? ¿Los cargos jerárquicos en la Iglesia local? Eso es falso ¿Las vocaciones sacerdotales? Tampoco es verdad. Si se refiere a una cosa o la otra, debería probarlo con cifras y ejemplos. La hipótesis de que el supuesto giro hacia la “la izquierda católica” propició la conversión hacia las Iglesias evangélicas no está justificada, y se desinfla dramáticamente ante estudios sólidos como los del teólogo católico Pérez Guadalupe, que explica el fenómeno desde otras condiciones, vinculadas al carácter vivencial y personal de la prédica evangélica. De hecho, en lugares como el Sur Andino, una Iglesia Católica cercana a la población y a sus necesidades no sólo pudo mantenerse unida en lo espiritual (esto es, los pobladores preservaron la fe y la práctica católicas), sino que enfrentó exitosamente al fanatismo comunista de Sendero Luminoso, lo derrotó. Hay que decirle a Ponce que la inspiración principal de la teología de la liberación no fue la obra de Marx, sino el pensamiento del joven Hegel. Que lea un poco más sobre la materia. Finalmente, Ponce describe la aprobación de la Ley de Igualdad religiosa en la Comisión parlamentaria como un "retroceso" - casi un sacrilegio -, cuando se trata de una medida natural y saludable en una democracia liberal que distingue fueros políticos y religiosos y respeta la libertad de conciencia de los creyentes y no creyentes.
“La voluntad profana del padre Arana de incursionar en política, una voluntad tan acerada que, inclusive, deja entrever la posibilidad de abandonar el sacerdocio, revela que lo sagrado es accesorio para algunos curas. En todo caso, la verdad asoma como una gigantesca cordillera. El cristianismo se liberará de autoridades y radicalismos y volverá a sus prácticas primigenias: la preeminencia de lo local y la libertad de interpretar el mensaje bíblico. Arana no destruye a la derecha católica, erosiona a toda la jerarquía eclesial.”
Pienso que los dos personajes evocados por la nota “incursionan en política”. Ponce considera (¿ingenuamente?) que la "acción política" se identifica exclusivamente con el activismo partidario, dejando de lado tendenciosamente un amplio repertorio de actividades que (para decirlo en abstracto y más allá del caso particular) tienden a politizar impunemente el ámbito de la religión: el uso de la prédica y el rito como formas de Realpolitik, la conversión del discurso de fe - citando a Álvarez Rodrich - en "balconazo", el recurso a la autoridad espiritual para robustecer artificialmente determinadas posiciones e intereses, la promoción de grupos de presión e influencia, establecer alianzas con sectores económicos y políticos, etc. Hay mil formas de distorsionar la práctica religiosa desde o en situaciones de poder. Con estas omisiones, el periodista lleva agua para su molino (ideológico).
La pugna pública de dos miembros del clero suele exacerbar el morbo de la opinión pública, como si no se tratara de dos individuos de a pie, como usted o como yo. Porque quienes han intercambiado duras palabras no son seres sobrenaturales, sino dos personas de nuestra especie biológica, nativos de nuestro país. El cardenal Cipriani ha sugerido que, si el padre Marco Arana decide convertirse en candidato presidencial, debe prepararse para asumir las consecuencias. Algunos analistas han interpretado estas palabras como una amenaza. Arana ha respondido que – de asumir una candidatura – tendría que conversar con el obispo de Cajamarca, y no con Cipriani, que no tiene jurisdicción sobre su diócesis. Esta aseveración suya es técnicamente verdadera. Luego, el padre Arana ha señalado que él se identifica con la Iglesia de los pobres, y que no forma parte del cortejo que acompaña a quienes detentan el poder. Este conflicto ha capturado la atención de muchos periodistas y columnistas de opinión, que han examinado el incidente con diferente fortuna. Entre las notas más desafortunadas, encontramos el artículo ¡Guerra santa!, de Víctor Andrés Ponce, en el nuevo Perú 21. Como en otras oportunidades, Ponce opta por afirmar sus posiciones personales sin ofrecer argumentos que las respalden. Como Silvio Rendón ha señalado en el Gran Combo Club, el columnista trata burdamente de “conducir al lector”, poniendo de manifiesto sólo su interés ideológico, y no una idea que exponga a la crítica.
“Las cenizas que dejan las disputas entre una derecha e izquierda católicas se encienden otra vez. Si a esto le sumamos los codazos por la administración de la Universidad Católica, es evidente que las guerras santas se han vuelto endémicas.”
El autor presupone que el meollo del asunto de la PUCP debe leerse en términos de una “lucha de espiritualidades y de teologías”, y no en términos de un conflicto entre una Universidad que defiende su autonomía y un agente exterior que quiere intervenir sobre ella.
“El cura Arana está más cerca de Evo Morales y Hugo Chávez que de monseñor Cipriani. Y el propio arzobispo de Lima está más cerca del vicepresidente Luis Giampietri que de cualquier sacerdote zurdo. Durante el último 'Baguazo’, algunos curas de esa región de la selva y sus voceros no parecían hombres de Dios: lanzaban comunicados que denunciaban masacres y exterminios de nativos. Hoy, queda claro que los hombres sagrados mentían sin sonrojarse. En todos estos golpes de sotanas, Dios es dejado de lado y la influencia del catolicismo se adelgaza demasiado”.
Extraña la 'teología dogmática' de Ponce. Tiene muy poco de teología, y mucho de dogmática. Curioso: pareciera que, para Ponce, el actuar como “hombres de Dios” se remite a los espacios y tiempos del ritual y las formas sagradas, y no a la preocupación por el amor y la justicia ¿Habrá oído hablar de la encarnación? Hay que recomendarle que lea (o relea) Mateo 25, los textos proféticos. Denunciar masacres también pone de manifiesto el compromiso con el Reino. Dios – para los católicos - no solamente está en el sanctasanctorum; también está en el rostro de las demás personas, particularmente las que injustamente son excluidas. El énfasis del pontificado de Juan Pablo II en la defensa de los Derechos Humanos se explica en parte por este compromiso con los débiles.
“Desde los años sesenta hasta inicios de los ochenta, la izquierda católica, con sus intentos de entreverar las barbas de Cristo y las de Marx, copó la iglesia latinoamericana y los resultados fueron inevitables: el Vaticano contempló cómo la sólida feligresía tradicional abandonaba los templos y se pasaban en masa a las corrientes protestantes. Hoy, en el Perú, el avance de las confesiones evangélicas es tan macizo que ya debemos hablar de varias versiones del cristianismo. La cosa es tan seria que el Parlamento del Perú, quizá uno de los países de más poderosa herencia contrarreformista, acaba de sancionar la ley de igualdad religiosa.”
Nótese el sesgo de los comentarios, así como la ausencia de argumentos: ¿En qué sentido “la izquierda católica” “copó la iglesia latinoamericana”? ¿Copó qué? ¿Los cargos jerárquicos en la Iglesia local? Eso es falso ¿Las vocaciones sacerdotales? Tampoco es verdad. Si se refiere a una cosa o la otra, debería probarlo con cifras y ejemplos. La hipótesis de que el supuesto giro hacia la “la izquierda católica” propició la conversión hacia las Iglesias evangélicas no está justificada, y se desinfla dramáticamente ante estudios sólidos como los del teólogo católico Pérez Guadalupe, que explica el fenómeno desde otras condiciones, vinculadas al carácter vivencial y personal de la prédica evangélica. De hecho, en lugares como el Sur Andino, una Iglesia Católica cercana a la población y a sus necesidades no sólo pudo mantenerse unida en lo espiritual (esto es, los pobladores preservaron la fe y la práctica católicas), sino que enfrentó exitosamente al fanatismo comunista de Sendero Luminoso, lo derrotó. Hay que decirle a Ponce que la inspiración principal de la teología de la liberación no fue la obra de Marx, sino el pensamiento del joven Hegel. Que lea un poco más sobre la materia. Finalmente, Ponce describe la aprobación de la Ley de Igualdad religiosa en la Comisión parlamentaria como un "retroceso" - casi un sacrilegio -, cuando se trata de una medida natural y saludable en una democracia liberal que distingue fueros políticos y religiosos y respeta la libertad de conciencia de los creyentes y no creyentes.
“La voluntad profana del padre Arana de incursionar en política, una voluntad tan acerada que, inclusive, deja entrever la posibilidad de abandonar el sacerdocio, revela que lo sagrado es accesorio para algunos curas. En todo caso, la verdad asoma como una gigantesca cordillera. El cristianismo se liberará de autoridades y radicalismos y volverá a sus prácticas primigenias: la preeminencia de lo local y la libertad de interpretar el mensaje bíblico. Arana no destruye a la derecha católica, erosiona a toda la jerarquía eclesial.”
Pienso que los dos personajes evocados por la nota “incursionan en política”. Ponce considera (¿ingenuamente?) que la "acción política" se identifica exclusivamente con el activismo partidario, dejando de lado tendenciosamente un amplio repertorio de actividades que (para decirlo en abstracto y más allá del caso particular) tienden a politizar impunemente el ámbito de la religión: el uso de la prédica y el rito como formas de Realpolitik, la conversión del discurso de fe - citando a Álvarez Rodrich - en "balconazo", el recurso a la autoridad espiritual para robustecer artificialmente determinadas posiciones e intereses, la promoción de grupos de presión e influencia, establecer alianzas con sectores económicos y políticos, etc. Hay mil formas de distorsionar la práctica religiosa desde o en situaciones de poder. Con estas omisiones, el periodista lleva agua para su molino (ideológico).
Confieso que todavía no termino de digerir la idea de que Marco Arana entre al ruedo político; me gusta más la labor fiscalizadora que ha desempeñado en el tema ambiental desde la sociedad civil y desde la propia Iglesia. Me da la impresión que desde allí su mensaje es más nítido y eficaz. No obstante, Víctor Andrés Ponce tendría que saber que Arana no sería el primer clérigo que ha ocupado un cargo público en la historia del Perú. Para citar un ejemplo famoso – y además conservador – allí está la figura de Bartolomé Herrera ¿Erosionaba este pensador peruano del siglo XIX la jerarquía eclesial, a juicio de Ponce? ¿O tal actitud es exclusiva del clero progresista?
El estilo hiperbólico del texto de Ponce llama la atención (incluso se toma la libertad de hacer extraños pronósticos sobre el futuro del cristianismo; obviamente sin exhibir alguna razón que los sostenga) . Su tono inmoderadamente apocalíptico contrasta con la ausencia completa de argumentos. La razón aquí duerme. Como dice el dicho, el papel aguanta todo.
El estilo hiperbólico del texto de Ponce llama la atención (incluso se toma la libertad de hacer extraños pronósticos sobre el futuro del cristianismo; obviamente sin exhibir alguna razón que los sostenga) . Su tono inmoderadamente apocalíptico contrasta con la ausencia completa de argumentos. La razón aquí duerme. Como dice el dicho, el papel aguanta todo.
Gonzalo: es obvio que en un artículo periodístico un columnista no puede poner todas las cifras y pruebas que tú exiges. Sin embargo, en líneas generales es cierto lo que afirma el interesante artículo de Ponce. Mas bien fíjate en tu propio discurso en este post. Está plagado de afirmaciones falsas y de prejuicios. Por ejemplo la influencia del marxismo en la teología de la liberación es evidente y lo que dices del joven Hegel es una verdadera ingenuidad o significa reescribir la historia como pretendes hacerlo con tus aproximaciones. Disculpa, pero te aferras a una serie de ideas falsas que no te dejan ver la realidad.
ResponderEliminarLOR:
ResponderEliminarBueno, sus afirmaciones y las míastienen que ser confrontadas con los numerosos textos de Pérez Guadalupe y Gutiérrez (¡Y también los del joven Hegel y los de Marx!). Creo que la diferencia es que tengo los textos en cuenta, he leído los libros y he conversado con Gutiérrez al respecto. Sé de lo que hablo. Ponce no argumenta. Usted tampoco.
El marxismo le niega toda legitimidad y validez a la religión. El marxismo sostiene que el cristianismo aliena, la teología de la liberación sostiene que el cristianismo libera. Gran diferencia ¿No?
En los años 70 Gutiérrez empleo el análisis marxista como instrumento crítico, pero era lo que todo investigador social hacía. Incluso muchos críticos del marxismo como ideología. Sartre también lo hacía, y puede encontrar en sus últimas obras una crítica contundente del marxismo. Los referentes de Gutiérrez son múltiples (vea la distancia con el marxismo en "La verdad los hará libres" y "Mirar lejos").
Revise los textos de Pérez Guadalupe sobre el éxodo católico, y algunas cifras que ofrece Rendón en el GCC.
Hay personas - y algunos grupos - que usan términos como verdad" y "falsedad" con celeridad y precipitación, sin probar lo que dicen, y con única referencia a su ideario o a sus criterios de autoridad. Eso no es responsable. Si cree lo que escribo "está plagado de afirmaciones falsas y de prejuicios" y que la Realidad es otra, debe demostrarlo con argumentos ¿Dónde están?
Nuevamente, la "verdad" y "falsedad" están relacionadas con el razonamiento y los hechos, y no con los deseos de Ponce y otros.
Saludos,
Gonzalo.
"El marxismo le niega toda legitimidad y validez a la religión. El marxismo sostiene que el cristianismo aliena, la teología de la liberación sostiene que el cristianismo libera".
ResponderEliminarOjala Gutiérrez, Cardenal, Zegarra, Frei Beto y los teólogos de la liberación hubieran afirmado eso mismo que dices en los 70s y los 80s. La historia hubiera sido muy distinta.
Interesante tu manera de cambiar la historia. Lo que dices NO es cierto. En sus escritos y en sus acciones ellos se apoyaron en el marxismo y quisieron hacerlo compatible con el cristianismo (a pesar de ser visiones de la vida antitéticas de la vida) y apoyaron regimenes y partidos marxistas en América Latina. Hay páginas muy claras de ello en "Teología de la Liberación perspectivas".
Después de la caida del muro empezaron a contar una historia distinta y a reciclarse.
LOR:
ResponderEliminarBueno, mi frase refleja lo que Gutiérrez piensa (él y Gozález Faus son mis referentes).
"La verdad los hará libres" es de 1985, por ejemplo. Su libro sobre Job es de antes de la caida del Muro. Lo que dices NO es cierto.
Teología de la Liberación perspectivas" fue el primer libro. Yo lo he leído integramente, no extrayendo una que otra línea (ese es el texto que evocan fragmentariamente los grupos conservadores, omitiendo toda referencia a los otros textos). La tesis, precisamente, es que el cristianismo es liberador. Luego ha ido desarrollando más esta tesis.
Finalmente, no has dicho qué del texto de Ponce te parece verdadero.
Saludos,
Gonzalo.
La PUCP no quiere ser transparente ni honrar la voluntad de su devoto benefactor (tema de una tesis que la PUCP oculta por ser contraria a su interpretación sesgada). Alegar "autonomía" es insulso cuando de lo que se trata es verificar el buen uso de un legado y agraviar al Primado de la Iglesia una ofensa también para quien dejó ese legado por confianza en dicha fe y no en quienes actualmente regentan una universidad que poco tiene que ver con su nombre completo.
ResponderEliminarEstimado Juan:
ResponderEliminarParece que tenemos lecturas diferentes, primero, en torno a lo que estipula el Testamento de JRA en torno a la propiedad absoluta de la PUCP; segundo, en torno a la autonomía universitaria en materia de su gobierno, de su trabajo académico y de su administración, tercero, en torno al uso inteligible del término “agravio”. No veo agravio alguno en los comunicados de la PUCP, sólo discrepancias y claridad respecto a la defensa de sus derechos (discrepar no es agraviar). Las autoridades de la PUCP son católicos, pero no tienen que serlo desde un determinado carisma. JRA no dejó ningún item respecto de qué línea debía seguir la PUCP dentro del amplio horizonte de escuelas intelectuales y espiritualidades que encierra el catolicismo. Como buen académico, JRA sabía que Universidad alude al cuidado de la universalidad y la pluralidad de las ideas.
Le recuerdo que el tema de este post es otro, no versa sobre la PUCP, sino sobre un artículo de Ponce. Mantengámonos en el tema.
Saludos,
Gonzalo.
Dudo mucho de la pluralidad de ideas de Riva Aguero, benefactor de la PUCP.
ResponderEliminarRiva Aguero terminó sus días siendo un cucufato.
saludos.
A.R.:
ResponderEliminarJRA era un conservador, pero era un académico. No tenía el tono inquisitorial de quien quiere intervenir la PUCP desde fuera para desnaturalizar su condición de Universidad.
Saludos,
Gonzalo.
Y bueno, ja, los más felices con la postulación de Arana deben ser los del Apra, ya que fragmentará los votos de Humala.
ResponderEliminarLOR,
ResponderEliminarexiste una gran diferencia entre el marxismo como enfoque de estudio y el marxismo como ideología politico económica.
Paolo,
ResponderEliminarEl marxismo plantea una visión integral del mundo.
Además muchos seguidores de la teología de la liberación tomaron al marxismo no sólo como objeto de estudio sino lo utilizaron como bandera política. Despreciaron la Doctrina Social de la Iglesia por considerarla "reformista", "conservadora", "fuera de la realidad" y se aliaron con sectores marxistas por considerar que era un camino efectivo para lograr un verdadero cambio social y luchar contra la pobreza. Creyeron encontrar en el marxismo una ideología que también trabajaba por la liberación del hombre y dejaron de ver algo evidente: régimenes represivos y genocidas, sólo superados por el nazismo.
Hoy en día algunos teólogos de la liberación reciclados ahora sí hablan de la Doctrina Social de la Iglesia pero en sus propios términos.
Gonzalo,
Ni en "La verdad os hará libres" ni en su libro sobre Job Guitérrez se retractó de nada de lo que dijo en "Teología de la liberación" ni afirmó nada en contra del marxismo. Si dices que has leído "Teología de la liberación, perspectivas" de manera integral podrás ver que la influencia marxista es evidente así como su aprobación a la Cuba de Castro y a movimientos revolucionarios marxistas en América Latina.
Si hablamos de otros teólogos de la liberación como Cardenal o Frei Beto, esta militancia fue mucho más evidente aún. Es decir, la influencia del viejo Marx opaca de lejos a la del "joven Hegel". No cambies la historia Gonzalo.
LOR:
ResponderEliminarMi objetivo no es cambiar la historia, sino ser claro en torno a las fuentes de Gutiérrez (quien es mi referente respecto de la TL; de los demás no podría hablar mucho). Lo que dices no es exacto. Revisa por ejemplo el artículo “Teología y ciencias sociales” en “La verdad los hará libres”, en donde toma distancia del andamiaje crítico marxista de modo muy claro.
"Teología de la liberación, perspectivas" comenzó a escribirse en 1968, bajo un clima social y académico muy preciso. Sin embargo, la TL ha ido evolucionando. En “Mirar lejos” (Prólogo a la nueva edición de "Teología de la liberación, perspectivas" en los ochentas), Gutiérrez revisita teóricamente esta obra, y modifica algunas partes importantes. No para aggiornarse, sino para ajustar conceptos de esa obra preliminar. Es una actitud que lo sitúa en las antípodas de cualquier endurecimiento ideológico. El joven Hegel está presente en toda su obra, el aparato crítico marxista es una característica de la etapa inicial.
Saludos,
Gonzalo.
Gonzalo,
ResponderEliminarReconozco que entre los teólogos de la liberación Gutiérrez tal vez sea el más lúcido y creo que se ha vuelto más moderado y ortodoxo. Mi impresión es que sinceramente ha cambiado y para bien. En las últimas entrevistas y discursos que he leído de él no encontré nada objetable (a diferencia de Sobrino, Cardenal o Boff que parece que siguen en la época de los "años maravillosos").
Pero haciendo un balance, creo que la influencia que tuvo en su época fue negativa. Y hay cosas que no se deberían negar. Un ejemplo: una persona que llevó un curso con Gutiérrez en los años 70 me mostró el syllabus de su curso que se titulaba "Teología y sociología". Constaba de siete partes. Las seis primeras eran dedicadas exclusivamente al marxismo (marxismo originario, marxismo-leninismo, marxismo maoista, etc) y sólo en la última se tocaba el tema teológico desde la perspectiva liberacionista.
Es obvio que Gutiérrez no es responsable de todos los males causados por las distintas vertientes de la teología de la liberación. Es más, él es mucho más sensato y ahora mucho más religioso que la mayor parte de sus discípulos. Pero en su momento no solo avaló muchos de estos males, sino que se convirtió en un símbolo y fundamento intelectual de una serie de acciones que, a mi juicio, desnaturalizaban la misión de la Iglesia.
Hay muchos ejemplos del radicalismo que generó la TL. Para una investigación me encontré con varios comics liberacionistas, que habían sido repartidos en pueblos jóvenes de Lima, donde había una interpretación de la Biblia en clave de lucha de clases y se comparaba a los profetas del Antiguo Testamento con los líderes revolucionarios. La teología de la liberación tuvo una vertiente muy radical que confundió una opción de fe con los más pobres con un activismo político y social de izquierda que consideró superflua la vida espiritual (en esa línea veo que la visión actual de Gutiérrez es muy distinta, ahora sí reconoce la profunda necesidad de ella). Esto llevó a un descuido y hasta un desprecio de las tradiciones religiosas consideradas por muchos como elementos alienantes. Rápidamente lo religioso dejó de ser lo central para convertirse en un aspecto opcional o instrumental. Una consecuencia clara fue un descuido de lo propiamente pastoral por el activismo político y una progresiva secularización de muchas instituciones religiosas (no fueron pocos los curas y monjas que colgaron los hábitos por esta causa). El pueblo necesita saciar su hambre de Dios y dejó de encontrar respuestas en una Iglesia que se olvidaba de su misión de predicar a Jesús como camino, verdad y vida. Encontraron esa respuesta en los movimientos protestantes.
Al mismo tiempo, las labores de caridad eran consideradas como “paternalistas” y “alienantes” que oscurecían la conciencia de las injusticias y las estructuras de pecado en la sociedad. Muchos, con un sentido mesiánico, buscaban casi una refundación de la Iglesia. Pero en muchísimos casos, incluyendo la tan aludida Iglesia del Sur Andino, el descuido no sólo pastoral sino de promoción social fue enorme. Se prefería una concientización sobre una serie de acciones concretas.
Hola LOR:
ResponderEliminarComo te dije, es preciso contextualizar las primeras obras de Gutiérrez. 1968 fue un año de militancias, y de entusiasmo revolucionario. Los 70 fueron también intensos. Pero la TL es un modo dinámico de pensar la teología.
La teología de Gutiérrez pone énfasis en la encarnación social, pero no ha descuidado el tema espiritual. Allí está “Beber en su propio pozo”. Considero que la influencia de la teología social ha sido positiva; precisamente, la Iglesia del Sur Andino rechazó y venció al terrorismo senderista. Por otro lado, me consta que Gutiérrez ha dialogado permanentemente con la Doctrina Social de la Iglesia.
Saludos,
Gonzalo.
"La Iglesia del Sur Andino rechazó y venció al terrorismo senderista".
ResponderEliminarPor favor Gonzalo... ¿No es por lo menos un poco ingenuo y exagerado decir eso?
En realidad la TL en muchos casos propició un ambiente favorable para la "lucha revolucionaria". Camilo Torres y Nelly Evans dan testimonio de ello.
LOR:
ResponderEliminarUna Iglesia arraigada en el pueblo del Sur Andino - no necesariamente liberacionista - se mantuvo cohesionada y resistió exitosamente al terrorismo. Hoy, la jerarquía local conservadora maltrata a esa misma Iglesia, tratándola de sincrética. Qué pena.
Creo que es más que injusto responsabilizar a un teólogo peruano notable y honesto por los casos de Torres y Nelly Evans. Leí que un teólogo conservador peruano apuntaba maliciosamente eso alguna vez. No me parece correcto. No confundamos las cosas.
Saludos,
Gonzalo.
Gonzalo,
ResponderEliminarSi bien Gutiérrez es uno de los más conocidos teólogos de la liberación, ella no se reduce a él. No lo he responsabilizado por los casos de Evans y Torres. Mas bien sostuve que: "la TL en muchos casos propició un ambiente favorable para la "lucha revolucionaria" y eso creo que es objetivo.
LOR:
ResponderEliminarEs cierto que han existido versiones más extremas de la TL; yo sólo destaco la versión de Gutiérrez, más moderada y profética. Me parece positiva y original.
Saludos,
Gonzalo.
La iglesia sólo debería entrometerse, con el permiso del creyente, en la vida privada. ¿Qué tiene que hacer en la vida polìtica una organizaciòn históricamente mafiosa? No se sabe.
ResponderEliminarGonzalo, deberìas dejar ese lastre llamado Igleisa y a atreverte a pensar por ti mismo: Sapere aude.
Saludos
Estimado amigo:
ResponderEliminarCreo que pienso por mí mismo y que ningún criterio de autoridad recorta mi pensamiento. Sigo a Chesterton (también católico, escritor y biógrafo de San Francisco) cuando sostiene que "en el templo uno se quita el sombreo ¡Pero nunca la cabeza!".
Saludos,
Gonzalo.
A mi estimado "LOR" (a quien no conozco), le recomiendo que lea "Teología de la Liberación - perspectivas" y me de alguna cita en la Gutiérrez sostenga que su propuesta es marxista. Creo que aquí hay un prejuicio a la obra de este autor que es producto de la coyuntura de otros años. Quizá los jóvenes de esta generación podemos ver esta época de manera más crítica y menos romántica o sesgada por ideologízaciones casi emparentadas con pre-juicios (admiro a Gutiérrez lo que no significa necesariamente que esté de acuerdo con él en todo).
ResponderEliminarInteresante tu artículo, estimado Gonzalo. Sobre las acusaciones que se le hacen, no están argumentadas, quizá es el problema de una lectura poco detenida (hay que recordar que no andamos muy bien en comprensión lectora en el América Latina). Lor sostiene: "(...)te aferras a una serie de ideas falsas que no dejan ver la realidad". Eso lo respondo con una pregunta enseñada en la UARM (una de las primeras que aprendí): ¿me podrías definir que es la realidad ante de hablar de lo que no es?
El más extenso texto de LOR me parece más sincero, ya sin esfuerzos academicistas sino vivenciales, y en mucho de lo que dice le doy la razón, pero no en todo (no quiero hacer un testamento, así que no diré (por el momento) en que estoy de acuerdo.
Ah, sobre Perez Guadalupe, es un referente regular al hablar de los evangélicos, digamos que le falta meterse un poco más en ese mundo para hacer investigaciones más sinceras. Digamos que un evangélico, cuando lo lee, sonríe a su ingenuidad. Alguien me dijo que su objetivo es principalmente informar a la comunidad católica sobre los rasgos más elementales de la comunidad evangélica.
Volviendo a lo de Gutiérrez, es pertinente recordar que Santo Tomás de Aquino fue acusado casi como un hereje por sus escritos. Con el tiempo, fue santificado. De repente, en unos años, Gustavo Gutiérrez será tildado de "SAN GUSTAVO GUTIÉRREZ", conociendo la historia de la Iglesia católica, es una posibilidad. En la época de Tomás, resultaba impensable por la ortodoxia el uso de la propuesta aristotélica para sostener la fe cristiana y miren ahora pues, hasta en santo lo conviertieron.
Saludo el gesto del Padre Arana, quizá ahora sea criticado, la historia, tal vez, se encargará de colocarlo como un héroe (¿o un villano?). Esperemos a ver que pasa
Profesor Gamio
ResponderEliminarLos miembros de la iglesia católica han jugado un rol tan contradictorio (por decir lo menos) en latinoamerica.
Cardenales que bendicen gobiernos autoritarios, curas que participan en mesas de diáologo para resolver conflictos y otro que aspira a ser presidente de nuestro país.
Pero leyendo el interesante debate, queria preguntarle: ¿Que opinión tiene usted de Camilo Torres Restrepo?, ¿En que "teología" lo ubica?, y sobre todo ¿Qué conclusiones o ideas cree que este señor tuvo para decidir levantarse en armas y mantenerse abrazado a la fe católica (sobre todo en el contexto en el que se encontraba la Colombia de ese entonces)?
Saludos y felicitaciones por colocar estos temas en agenda.
PD.- Prefiero opinar en otra oportunidad el tema de la Pucp.
Estimado Franklin:
ResponderEliminarDisculpa la demora. No conozco bien el caso de Camilo Torres Restrepo, pero pienso que cualquiera que tome las armas - o las bendiga - está lejos del mensaje de Jesús, quien rechazó la violencia en todas sus formas. Prefirió morir antes que infligir daño.
Por supuesto que quienes bendicen las dictaduras me parecen unos hipócritas de cuidado.
Un abrazo,
Gonzalo.
Profesor Gamio
ResponderEliminarNo se preocupe por la demora. Entiendo su respuesta, pienso en la pelicula "La Misión" que nos recuerda la descarnada violencia de la conquista de suramerica. De como para defender la misión unos blancos se "levantaron en armas" y el cura jesuita prefiero defenderla realizando una misa con los niños y mujeres (los hombres estaban alzados)hasta que fue muerto.
Un abrazo