Gonzalo Gamio Gehri
Es curioso constatar que, siendo para los griegos la pleonexía la forma de injusticia social más despreciable, ésta se haya convertido en las sociedades modernas en el motor de la ‘maquinaria’de la economía capitalista. Incluso para Benjamin Franklin, el “afán de lucro” constituía una virtud, tal como señala en su Autobiografía, porque supuestamente ésta estimula el anhelo de progreso personal y la disposición al trabajo duro[1]. En tiempos más recientes – y llevando la tesis a su extremo más radical – el economista Friedrich Von Hayek sindica a la solidaridad como un valor vetusto, propio de civilizaciones primitivas y de grupos sociales reducidos, pero anacrónico y extremadamente perjudicial aplicada a la sociedad moderna, en donde los lazos parecen ser únicamente instrumentales. Según este autor la supervivencia contemporánea de la aspiración a la solidaridad no es otra cosa que "un rezago emocional de los sentimientos primitivos del grupo pequeño de cazadores o recolectores, donde efectivamente todos debían trabajar para servir las necesidades visibles de sus prójimos visibles". Incluso el título del artículo que estamos citando - La higiene de la democracia- es bastante revelador, puesto que la solidaridad y la pertenencia serían, en el relato de Hayek, valores que forman parte de las impurezas que debe eliminar la supuesta "democracia técnica", rostro político de la "sociedad de mercado".
Pero volvamos a Aristóteles. La justicia distributiva busca regular el reparto de los bienes exteriores según la igualdad proporcional (a veces Aristóteles la llama geométrica[3]). Esta clase de justicia es un término medio entre dos formas de desigualdad, entre dar o recibir más o menos que la proporción correcta[4]. Cuando utilizamos la expresión “igualdad proporcional” no nos referimos a la “igualdad simple”, según la cual forzosamente debemos dar a cada uno de los destinatarios de la distribución igual cantidad de lo mismo. “Necesariamente”, explica Aristóteles, “lo justo será un término medio e igual en relación con algo y con algunos. Como término medio, lo será de unos extremos (es decir, de lo más y lo menos); como igual, respecto de los términos, y como justo, en relación con ciertas personas”[5]. La igualdad que se busca es proporcional en tanto es relativa a la condición de aquello que se considera relevante para la distribución de acuerdo con qué se distribuye y entre quiénes se distribuye determinado bien.
[1] Este caso es desarrollado por MacIntyre en el capítulo 14 de Tras la virtud. Cfr. MacIntyre, Alasdair Tras la virtud Barcelona, Crítica 1987 pp. 245-6.
[2] Cfr. Von Hayek, Friedrich " La higiene de la democracia" en: De Soto, Hernando (Editor) Democracia y economía de mercado Lima, ILD 1981; pp. 29 y ss (la cita es de la p.30).
[3] Eth. Nic. 1131b, 10.
[4] Eth. Nic. 1131ª 10 – 12.
[5] Eth. Nic. 1131ª 15 – 18.
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ResponderEliminarEstimado Gonzalo:
ResponderEliminarVuelvo a colocar mi comentario que salió con un error grueso que lo puede hacer incomprensible. Aquí va de nuevo:
Hola, Gonzalo:
Me interesan estos dos últimos post. Pero no termino de estar de acuerdo esta vez con tu punto de vista, básicamente porque pareces sugerir que la excesiva riqueza de unos produce la excesiva pobreza de los más. Esto puede haber sido cierto en la época de Aristóteles pero es falso en la época del capitalismo, en donde la excesiva riqueza de unos está asociada con el aumento de la riqueza para los más pobres. Como comenta Carlos en el post anterior, partes de un principio de suma cero y esto habría que demostrarlo empíricamente. Pero precisamente los economistas han llegado a la conclusión de que no es el caso. Mi prioridad es sacar a los pobres de la pobreza y en realidad no me preocupa mucho salvar el alma de los ricos. Si por acabar con la pobreza y la exclusión creamos ricos extremos y estúpidos, me parece que vale la pena, teniendo en cuenta que, además, cada quien debería ser responsable de conservar su moral. Ellos ya saben que de nada vale poseer el mundo si se ha perdido el alma. Pero esta es una reflexión privada, como tú mismo has explicado en un post anterior.
No solamente, entonces, existe la dificultad de definir hasta qué punto se puede ser rico, sino que, además, sabemos que la restricción a la riqueza produce pobreza y esto afecta severamente a los que la pasan peor. Como yo no quiero que esto ocurra, considero mejor que el anhelo del justo medio sea sacado de los asuntos públicos y se convierta en una aspiración privada y opcional. A mí, por ejemplo, me gustaría ser muy rico para poder tener la satisfacción sicológica de dar más; a otros les gustaría ser ricos para acumular poder. Ese debería ser un problema personal. El caso es que la economía capitalista no funciona y deja de producir beneficios cuando se le imponen restricciones. Saludos.
Estimado Gonzalo,
ResponderEliminarLa idea de los primeros parrafos me recuerda el tema central de un libro recientemente publicado donde, por lo que veo, el autor estaría contradiciendo directamente la tesis de Hayek para terminar finalmente muy en linea con lo sostenido por los griegos. El autor es economista, se llama Stephen Marglin y es profesor en Harvard. No se hayas escuchado de su trabajo, pero pedes ver una breve referencia aquí:
http://www.hup.harvard.edu/catalog/MARDIS.html
(No puedo comentar más porque lamentablemente el libro aún no llega a nuestras bibliotecas...)
En cuanto a la "igualdad proporcional", entiendo que ello sería una definición de justicia ("aristotelica"?). Sin embargo, como señalas en el último parrafo esta definición es condicional al criterio distributivo que se adopte. Considero que lo crítico sigue siendo cómo definir ese criterio distributivo, lo cual para mí, equivale a realmente definir qué es o que sería lo justo. Saludos,
Estimado Daniel:
ResponderEliminarParto de dos intuiciones básicas. La primera - aristotélica -: los bienes económicos son divisibles y escasos. La segunda es la tesis del 'desarrollo sostenible'. Parece ser que el modelo noratlántico de consumo y acceso a la tecnología y al bienestar no podría reproducirse en todo el planeta sin ponerlo en serio peligro.
No tengo nada contra los ricos, pero no cabe duda de que la riqueza no está bien distribuida.
Estas tesis no son por supuesto efecto residual del socialismo.
Un abrazo,
Gonzalo.
Estimado Carlos:
ResponderEliminarBuen dato lo de Marglin. Algo suyo ya había leído.
La tesis de la "igualdad proporcional" conduce de Aristóteles a Walzer. El tema es precisamente el del criterio distributivo. Te estoy enviando el texto que desarrolla este punto.
Saludos,
Gonzalo.
Estimado Anónimo:
ResponderEliminarNo he publicado tu festivo y amistoso comentario porque no tiene que ver con los temas que se discuten aquí. Te invito a participar en el blog.
Sospecho de que se trata de mi estimado amigo Noé, del célebre pueblo de Aragoncillo. Defensor del inmigrante y del comercio justo.
Un abrazo,
Gonzalo.
Gracias amigo y felicitaciones por la publicación.
ResponderEliminarTe cuento que en mi país, Chile es muy evidente lo de los empresarios pleonexicos, con los bajos sueldos a los trabajadores mientras ellos se llenan los bolsillos de dinero.