jueves, 28 de agosto de 2008

CINCO AÑOS DESPUÉS, EL MENSAJE DE LA CVR NOS SIGUE INTERPELANDO


Gonzalo Gamio Gehri

Cinco años después, el Informe Final de la CVR sigue removiendo las conciencias en el país. En los ciudadanos comprometidos con la democracia, los que reconocen en el Informe un estudio sistemático y riguroso acerca de la violencia y la desigualdad en el país. También en aquellos sectores de la autodenominada “clase política”, que apostaron por la represión indiscriminada como estrategia de pacificación – aún a costa del daño a inocentes -, o prefirieron mirar hacia otro lado cuando las víctimas clamaban justicia. El documento denunció a las huestes terroristas como los principales perpetradores de crímenes contra la vida (Conclusión Nº 13). Rindió homenaje a quienes defendieron al Estado en una situación de crisis, pero también señaló que en determinados lugares y períodos los institutos armados incurrieron en prácticas violatorias de los Derechos Humanos. Estas tesis - documentadas en cada uno de los tomos del documento - motivaron que se desate contra la Comisión una campaña mediática infame, sin precedentes en la historia de la prensa y la política peruan,a que protagonizó un periodismo servil e inescrupuloso, próximo a la mafia fujimontesinista. Esa prensa defendía la "necesidad" de amnistía y olvido frente al crimen perpetrado desde el Estado. Postulaba enterrar la verdad. La atalaya principal de esta estrategia ultraconservadora fue la página de opinión del oscuro diario La Razón.

El Informe plantea una serie de recomendaciones y reformas institucionales para evitar que tragedias como la vivida entre 1980 y 2000 se repita. Reformas en lo político y en lo educativo, en lo institucional y militar, etc. El texto desarrolla un Plan Integral de Reparaciones para restituir la condición efectiva de ciudadanos a las víctimas. Muy poco se ha avanzado en todo esto. En parte, ello sucede porque la mayoría de los actores del ‘sistema político’ siguen siendo personajes que han tenido un rol en la historia que el Informe Final ha reconstruido. Y lo mismo podría decirse de otros “líderes de opinión” (empresarios, militares en retiro, etc.). No sorprende que su reacción frente a la propuesta de una recuperación pública de la memoria sea la puesta en práctica de la lógica del avestruz. Suelen esbozar acusaciones patéticas, como que “la CVR no contribuyó a construir la reconciliación”. Ello sólo puede sostenerlo quien – con una dosis grande de cinismo y mala fe – confunde la "reconciliación" con el imperio de la impunidad y el olvido de las víctimas. La reconciliación genuina es un proceso de regeneración de los lazos sociales; ella no puede constituirse sobre la base de la imposición de un régimen de silencio y sobre el inhumano “ninguneo” - para usar una expresión de José María Arguedas - de quienes sufren violencia y desamparo sin la esperanza de que la justicia llegue.

Cinco años después, la voz profética de la CVR sigue resonando en los oídos de los peruanos. Sigue señalando la situación de injusticia e indolencia en que el “Perú oficial” ha dejado sumidas a las víctimas. El horizonte normativo que legitima su denuncia es la cultura democrática de la dignidad humana y los Derechos Humanos. Mientras las exigencias de verdad y justicia no sean honradas, la tarea de la democratización del Perú permanecerá inconclusa.

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