Gonzalo Gamio Gehri
[1] Hernando, Eduardo “Libertades republicanas para el nuevo nomos peruano ¿Necesitamos realmente más derechos?” en: Ius et Veritas 24 (junio 2002) p. 332. Las evidentes similitudes de estas pretensiones con el programa político – educativo del fascismo y el nacional – socialismo me eximen de cualquier comentario.
Quisiera decir algunas palabras breves sobre el debate sobre los griegos y la génesis del concepto de dignidad. Digo "breves" porque considero que en los posts anteriores he sostenido mi punto principal, a saber, que tanto en los diálogos tempranos de Platón como en las tragedias griegas encontramos el germen de una de las versiones de la defensa del valor intrínseco del ser humano contra toda instrumentalización o trato cruel. Este legado conduce - a través de estoicos - al concepto de dignidad. En estos diálogos y tragedias encontramos argumentos que someten a crítica el status quo griego, cuestionando la esclavitud, asignándole a las mujeres la condición de agentes de sabiduría práctica - llegando a incorporarlas en el coro trágico de diversas obras -, o incluso asumiendo la perspectiva del 'enemigo' o del 'bárbaro' (en Los persas de Esquilo). Esta lectura nada tiene de revolucionaria, está en los textos. Basta abrir los documentos de Esquilo y Sófocles - o el Eutifrón platónico - para constatarlo.
Escribí los textos para continuar un debate que se me había planteado con anterioridad, en el que prometí a mi interlocutor darle más pistas sobre mi punto principal: que las críticas del joven Platón y de los trágicos desembocarían - con reformulaciones significativas, evidentemente - a las reflexiones estoicas sobre la compasión y el kosmóu polités (ya más estrictamente "universalistas"). Nada de esto hubiese sido posible sin la concepción originaria de la empatía trágica donde parece encontrarse la matriz griega del valor intrínseco del otro. No obstante, Hernando Nieto ha reaccionado a mis posts con escasa tolerancia, creo yo. Y escasa disposición a argumentar, he de añadir. Es cierto que puede ser dura mi acusación de que su interpretación de los griegos es indirecta - pasa por Bloom y Strauss - y no por los autores mismos, ni en griego ni en traducciones a otra lengua (por supuesto, no le estoy pidiendo que lea las tragedias en griego - aunque recomendaría cotejar con el original de cuando en cuando, puedo dar fe que resulta muchas veces iluminador - hay traducciones aceptables en inglés e incluso en español). Puede molestar leer que su disposición al uso de la tortura contra los "enemigos del Estado" se aproxima (o llega a confundirse) con posiciones fascistas. Finalmente, que sus argumentos no son tales, sino afirmaciones sueltas; o que se contradice con frecuencia o que incurre en falacias ad hominem, como ha quedado demostrado. El lector puede constatarlo leyendo mis posts en este blog y los suyos (http://eduardohernandonieto.blogspot.com/). Que saque sus propias conclusiones. De momento no tengo más que decir que lo que está por escrito.
Su último post no incorpora nada nuevo al debate. Acepta con sumo mal humor que su visión de los griegos es indirecta. Señala que yo no baso mi interpretación en Bloom porque quizás mi inglés no sea bueno - lo cual es por demás absurdo, dado que dedico mis investigaciones desde hace años al análisis de autores anglófonos como Charles Taylor, John Rawls y otros, esa insinuación falsa parece más bien una reacción desesperada, poco académica, no hay que perder los papeles -; si no me baso en la lectura de Bloom de Platón es porque creo que su interpretación no es lo suficientemente rigurosa: en todo caso, con los textos clásicos a disposición no tendría que necesitarse tales filtros. Hay que decirle a Hernando que se centre en mis argumentos.
Mi interlocutor confunde sin más la apelación falaz a la autoridad con la exégesis de los textos (si estamos discutiendo sobre los escritos griegos, recurrir a ellos no es invocar a la autoridad, sino sencillamente remitirse al objeto de investigación, cualquier hermeneuta podría señalárselo: no debemos confundir tradicionalismo con hermenéutica). Luego, las falacias vuelven a aparecer, y en bandadas: Hernando dice, por ejemplo, que no se ha contradicho ni incurrido en falacias porque - cito - "hace varios años" que es "profesor de Razonamiento Jurídico en la Academia de la Magistratura" (falacia ad hominem otra vez ¡Esto sí que es gracioso! ¿Creerá ingenuamente - por casualidad - que el ser profesor "de Razonamiento Jurídico" lo inmuniza contra los vicios lógicos? Esto es precisamente una muestra de que no es así....).
Pero dejemos lo pintoresco y vayamos a lo que es realmente serio. Esto va más allá de las caricaturas "teóricas" de Hernando, de sus notorias contradicciones y falacias. El punto es que Hernando pretende legitimar desde la "teoría legal" la aplicación de tortura en casos de terrorismo y otros. Ya he señalado que esta medida es objetivamente ineficaz - está demostrado los torturados mienten, o que "confiesan" lo que los sádicos les inducen a decir -, pero sobre todo es una práctica perversa. Convierte el cuerpo del otro - aunque sea el de un criminal - en objeto de tormento y de crueldad. Allí está el delincuente, retorciéndose de dolor e inerme ante nosotros y ante nuestras herramientas de tormento. Se trata de acciones que pervierten a la comunidad y degradan a los ciudadanos ¿Qué clase de Estado podría justificar estas prácticas? ¿Sería un Estado al que querríamos pertenecer? ¿Qué clase de pedagogía moral puede extraerse de propuestas sórdidas como esta? ¿Que clase de ciudadanos formaría? ¿Podemos avalar el ensañamiento con el "enemigo" y seguir llenándonos la boca con el tema de la 'adquisición de la virtud' y llamarnos "discípulos " de los antiguos? Creo que no. El remedio sería peor que la enfermedad (que un liberal como Ackerman pueda contemplar esto con condescendencia sólo me dice que ha claudicado respecto de sus antiguos principios, y se ha acercado a la agenda fascistoide de Bush; de Posner me sorprende menos, pues ya encontraba en su discutible afán por conmensurar y cuantificar alternativas rivales de acción un serio potencial deshumanizador). Lo más lamentable es que esta clase de perspectivas se suelen configurarse en nombre de una imagen espuria del "bien común" - una imagen que curiosamente se situaría por encima de los derechos de las personas, y que podría prevalecer sobre ellos sin ofrecer razón alguna - que en realidad encubre y camufla la voluntad concreta de quienes detentan el poder, de los “líderes natos, jefes, caudillos”[1], a los que invoca tan emotivamente Hernando en otro de sus escritos. La razón de Estado se revela fácilmente como la 'razón del príncipe' o, en nuestros tiempos, la razón de la cúpula gubernamental que administra circunstancialmente el poder.
¿Qué podríamos decir a los jóvenes de nuestra comunidad en favor de un proyecto político que avala la tortura y la destrucción física de los demás? Piénsese en la Alemania de los ochenta, que vivió la disputa de los historiadores, que procesó finalmente su responsabilidad frente a los campos de exterminio. La nación que engendró a Goethe y a Novalis se enfrentó a las miserias de su pasado reciente, con el dolor y la verguenza que correspondía. Por un tiempo - y a pesar de saber efectivamente que muchos alemanes de buena voluntad se opusieron al nazismo en la década del cuarenta -, muchos jóvenes alemanes no pudieron asimilar esta crisis. Esa es la situación que anhelaría un admirador del hitlerismo como sospecho que mi interlocutor es (en todo caso, que lo niegue - puede hacerlo en este espacio si es que mi percepción no es justa -, pero veo en él una curiosa sintonía con cierto hitlerismo). Yo sencillamente no querría ese lamentable destino para mi país.
[1] Hernando, Eduardo “Libertades republicanas para el nuevo nomos peruano ¿Necesitamos realmente más derechos?” en: Ius et Veritas 24 (junio 2002) p. 332. Las evidentes similitudes de estas pretensiones con el programa político – educativo del fascismo y el nacional – socialismo me eximen de cualquier comentario.
Hola Gonzalo, muy interesante el debate. Pero, aunque no concuerdo con lo planteado por el profesor Hernando Nieto, si me preocupa que la teoría de los derechos humanos se tome como un dogma.
ResponderEliminarEl estado de emergencia, como un espacio donde los derechos humanos se relativizan o incluso desaparecen, solo representa un ámbito, bastante gráfico por cierto, donde la concepción liberal demócrata de la justicia presenta limitaciones.
Al igual que el estado de emergencia podríamos tomar como ejemplo otro ámbito donde la justicia liberal (y dogmática de los derechos humanos) presenta limitaciones. Me refiero a la justicia de las comunidades no liberales, como es el caso por ejemplo, de algunos grupos de musulmanes (bastante amplios) o de las comunidades indígenas. ¿Porqué debemos suponer la superioridad de la justicia liberal frente a la justicia de cada comunidad? ¿o acaso los occidentales debemos civilizar al resto de comunidades como los católicos durante la Colonia? ¿Cuáles son los limites de los derechos humanos o es que no existen?
Creo que esa ha sido, en parte, la tesis expresada por el profesor Hernando Nieto en su debate. Me gustaría conocer tu opinión.
Saludos,
Federico de Cárdenas R.
Estimado Federico:
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario. En primer lugar, Eduardo Hernando no comparte la tesis que has descrito bien - el relativismo cultural -, él postula una especie de "esencialismo" (a partir de De Maistre, Schmitt y Strauss) según la cual la naturaleza de las cosas es fija y existe una única concepción correcta. Los DDHH, en contraste - según su posición - son una construcción moderna, ficticia. Hernando rechaza el pluralismo y el relativismo cultural.
Las objeciones del relativismo cultural son importantes, y hay que contestarlas. Discrepo respecto de que la visión liberal de los DDHH humanos es dogmática. Se basa en el rechazo de la crueldad (Montaigne), justificado teóricamente por una fenomenología de la experiencia histórica de las guerras de religión (Spinoza, Locke). Creo que es posible discutir con comunidades no liberales sobre el rechazo a la crueldad, a partir de experiencias históricas semejantes, y textos fundadores, con el fin de forjar consensos racionales interculturales, con el fin de distinguir las xcostumbres razonables de las imposiciones y mecanismos de poder. Tengo un texto de 1999 (con el que concuerdo hoy parcialmente) cuya conclusión publicaré aquí.
Sobre el tema de la emergencia escribiré algo más adelante. Un dato: bajo esas circunstancias no se suspenden los Derechos, sino las garantías.
Saludos,
Gonzalo.
Gonzalo,
ResponderEliminarUn comentario medio marginal: me parece terrible que la gente critique posturas de autores sin haberlos leído en original. este parece ser el caso del señor Hernando. Pasa mucho en psicología, y por eso soy sensible a este tema: A Piaget lo critican mucho pero casi nadie lo ha leído directamente! La gente lee refritos sobre él, muy parciales por supuesto, y a partir de allí se juran expertos y lo critican sin conocimeinto de causa. Y patinan...
Gonzalo:
ResponderEliminarhice un comentario sobre tu debate con Eduardo, saludos.
http://martintanaka.blogspot.com/2007/12/httpjosetalavera.html
Estimado Martín:
ResponderEliminarMuchas gracias por reseñar el debate, que continuará por diversas vías.
Quisiera señalar dos cosas: primero, que no olvidemos que el debate ha versado en torno a si los griegos tienen alguna relevancia en la construcción de la idea de dignidad. Ello está vinculado a la tesis de Hernendo de que debería admitirse la tortura para casos de terrorismo y otros. Mi posición al respecto no es la del "moralismo", sino la de la cultura de los DDHH.
Segundo, sería interesante que conversemos sobre Maquiavelo. Discrepo con una de las líneas de tu lectura de Maquiavelo. Por lo general se le ha leído desde "El Príncipe" - que es una especie de manual de realismo político escrito para César Borgia (es de hecho su obra más conocida e influyente, aunque no la que él mismo apreciaba más) -, pero el texto en el que aparentemente expone su posición es "Discurso sobre la década de Tito Livio", en donde se inclina por un republicanismo de tipo romano antiguo. Allí, Maquiavelo no insta a pensar la política desde fuera de la ética, sino a poner de manifiesto que, si queremos retomar el republicanismo, habría que sustituir la típica moral cristioana MEDIEVAL (que rechaza el cuerpo, las virtudes mundanas, etc.) por una ética de inspiración clásica, la del ciudadano 'romano'. No postula una política sin ética, sino una ética cívica, que sí entronque con la política republicana.
Otra ruta que puede seguir este diálogo es la de la descripción de una ética convergente con el fenómeno político.
Muchas felicitaciones por el estupendo blog.
Un fuerte abrazo,
Gonzalo.
Aunque su debate es desde una perspectiva filosófica, quizás esta noticia, link y artículos de abogados les pueda ser de utilidad en su debate:
ResponderEliminarhttp://www.libertaddigital.com/index.php?action=desaopi&cpn=34052
http://www.geocities.com/jagamado/
Alan Derhowitz es un muy famoso profesor de derecho de Harvard.
Una propuesta contraria lo pueden leer en el siguiente link:
http://www.geocities.com/jagamado/
Todo totalitarismo tortura, toda tortura es totalitaria. Juan García Amado
También el libro: John Langbein: Torture and the Law of Proof. En este libro se analiza la totura desde el punto de vista del derecho probatorio. Y se concluye que no es un mecanismo confiable para conseguir evidencia sobre un determinado hecho, más allá de los graves reparos morales que impedirían aplicar este tipo de actos en contra de las personas.
Ver también: Torture and Plea Bargaining. John H. Langbein. The University of Chicago Law Review, Vol. 46, No. 1, (Autumn, 1978), pp. 3-22. DAMASKA, Mirjan. The death of legal torture. Yale Law Journal. Vol. 87 860, 1978. review del libro de Torture and the law of Proof.
Lo interesante de abordar la tortura, no sólo desde una perspectiva moral, sino también desde la perspectiva del derecho probatorio (evidence), es que nos permite evaluar si dicho mecanismo es un medio confiable para obtener información sobre un determinado hecho. Además de los reparos morales que tengo frente a dicho mecanismo, creo que tampoco sirve para obtener información confiable.
saludos y espero que la información le sea de utilidad,
César
Aunque su debate es desde una perspectiva filosófica, quizás esta noticia, link y artículos de abogados les pueda ser de utilidad en su debate:
ResponderEliminarhttp://www.libertaddigital.com/index.php?action=desaopi&cpn=34052
http://www.geocities.com/jagamado/
Alan Derhowitz es un muy famoso profesor de derecho de Harvard.
Una propuesta contraria lo pueden leer en el siguiente link:
http://www.geocities.com/jagamado/
Todo totalitarismo tortura, toda tortura es totalitaria. Juan García Amado
También el libro: John Langbein: Torture and the Law of Proof. En este libro se analiza la totura desde el punto de vista del derecho probatorio. Y se concluye que no es un mecanismo confiable para conseguir evidencia sobre un determinado hecho, más allá de los graves reparos morales que impedirían aplicar este tipo de actos en contra de las personas.
Ver también: Torture and Plea Bargaining. John H. Langbein. The University of Chicago Law Review, Vol. 46, No. 1, (Autumn, 1978), pp. 3-22. DAMASKA, Mirjan. The death of legal torture. Yale Law Journal. Vol. 87 860, 1978. review del libro de Torture and the law of Proof.
Lo interesante de abordar la tortura, no sólo desde una perspectiva moral, sino también desde la perspectiva del derecho probatorio (evidence), es que nos permite evaluar si dicho mecanismo es un medio confiable para obtener información sobre un determinado hecho. Además de los reparos morales que tengo frente a dicho mecanismo, creo que tampoco sirve para obtener información confiable.
saludos y espero que la información le sea de utilidad,
César
Espero que hernando entienda lo que dijiste y le queres decir aqui y entienda lo que significa la tortura.
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