Gonzalo Gamio Gehri
Mucho se ha dicho sobre el tema de la PUCP en las últimas semanas. Lo que voy a enunciar en lo que sigue es mi opinión - mi particular percepción del problema -, pero confío en que ésta resulte plausible en virtud de los argumentos que la sostienen. La campaña de Expreso y Correo en pro de una PUCP maniatada y reducida a ser una especie de clon de la Universidad de Piura resulta tan penosa como evidente. Afortunadamente, a quienes aspirar a tomar casi por asalto la PUCP no les asiste ni la razón ni el derecho. Conviene recordar, empero, que quienes pretenden intervenir en la administración de esta importante universidad no acarician este deseo por primera vez. Esta es la tercera vez que tocan las puertas de la PUCP para intentar administrarla e imponerle una “línea maestra” ideológica por la fuerza; ya Rey y Martha Chávez se han encargado de recordarnos de qué clase de ideología se trata (sobre algunos los detalles de esta “línea”, véase mi comentario Rafael Rey, Martha Chávez y el ‘pensamiento único’, en este blog). Sin embargo, esta es la primera vez que se recurre al argumento según el cual solamente inspira su actitud la responsabilidad de hacer cumplir la voluntad de Riva Agüero. La PUCP ha señalado con claridad en un comunicado público cuál es la voluntad expresa del maestro y benefactor según su testamento. No seamos ciegos, el tema no es exclusivamente,ni fundamentalmente, judicial.
Mucho se ha dicho sobre el tema de la PUCP en las últimas semanas. Lo que voy a enunciar en lo que sigue es mi opinión - mi particular percepción del problema -, pero confío en que ésta resulte plausible en virtud de los argumentos que la sostienen. La campaña de Expreso y Correo en pro de una PUCP maniatada y reducida a ser una especie de clon de la Universidad de Piura resulta tan penosa como evidente. Afortunadamente, a quienes aspirar a tomar casi por asalto la PUCP no les asiste ni la razón ni el derecho. Conviene recordar, empero, que quienes pretenden intervenir en la administración de esta importante universidad no acarician este deseo por primera vez. Esta es la tercera vez que tocan las puertas de la PUCP para intentar administrarla e imponerle una “línea maestra” ideológica por la fuerza; ya Rey y Martha Chávez se han encargado de recordarnos de qué clase de ideología se trata (sobre algunos los detalles de esta “línea”, véase mi comentario Rafael Rey, Martha Chávez y el ‘pensamiento único’, en este blog). Sin embargo, esta es la primera vez que se recurre al argumento según el cual solamente inspira su actitud la responsabilidad de hacer cumplir la voluntad de Riva Agüero. La PUCP ha señalado con claridad en un comunicado público cuál es la voluntad expresa del maestro y benefactor según su testamento. No seamos ciegos, el tema no es exclusivamente,ni fundamentalmente, judicial.
¿Qué tienen que hacer Aldo Mariátegui, García Miró y Carlos Espá con sus payasescas posiciones en este debate? La respuesta es muy sencilla. Ellos creen que la PUCP es un reducto de pensamiento democrático de izquierdas. Efectivamente, muchos de los colegas que enseñan en la PUCP podrían identificarse con esa posición, pero también tenemos muchos liberales, tenemos conservadores, y también profesores del Opus Dei ¡La PUCP es un escenario plural! Ninguno hace proselitismo; son académicos. No obstante, lo que prtende la gente de Correo y Expreso (y Chávez y Rey) es erradicar el pensamiento centrado en los Derechos Humanos (categoría liberal ). No les importaría ver a la libertad de la PUCP demolida por los sectores más oscurantistas del conservadurismo peruano. Afortunadamente, La República y Perú 21 han asumido la defensa de la autonomía universitaria y la posición de la PUCP. El Comercio ha asumido una desconcertante "neutralidad". Honestamente, esperaríamos de Rosa María Palacios una postura más clara en este asunto: ella le da la razón en el plano jurídico a la PUCP - en honor a la verdad de los hechos - pero tendría que saber que los intereses de Muñoz Cho y su entorno apuntan a lograr - poco a poco - el manejo de las líneas académicas de la PUCP (sería terrible que lo lograran - no podrán, no tienen de su lado la razón ni la justicia -; plantearlo solamente, aún en el terreno de la imaginación, ya es espantoso).
Esta clase de situaciones son nuevas para la PUCP. Nunca antes había existido diferendo alguno con el Arzobispado en décadas anteriores. Es posible que exista detrás una cierta concepción cerrada de la “catolicidad”, una visión que puede (y debe) ser sometida a discusión. “Católico” significa etimológicamente “universal”: esta expresión alude a la unidad basada en la comunicación de las particularidades. En este sentido, es que puede señalarse que la Iglesia Católica acoge los diversos modos de concebir y vivir la fe en el marco de una historia compartida de diálogos y vivencias. Ser católico no equivale a suscribir un “pensamiento único”, como pretende Rey. Significa estar abierto a diversos carismas y modos de pensar la fe dentro de una ekklesia, una asamblea. Una universidad católica constituye un recinto académico en donde se cultivan las diferentes ramas del saber y un foro en el que se examinan con rigor conceptual, irrestricta libertad y tolerancia las diferentes concepciones de la vida y la realidad. Cuando ello no sucede – por ejemplo, a causa de alguna injerencia externa – el nivel académico se resiente sustancialmente. Es el caso - lamentablemente - de un seminario capitalino, de larguísima e ilustre historia que hunde sus raíces en la colonia (que recuerdo, pese a todo, con gratitud y cariño, pues me inicié allí como profesor hace años, entre 1993 y 2001, en tiempos de mayor libertad para dicha casa) que ha perdido numerosos estudiantes (probablemente un par de cientos, cuando menos), provenientes de las más importantes congregaciones religiosas, por razones de rigidez. Una vez que se endureció la “línea teológica” – en el registro que Rey y Chávez vindican - hace ya varios años, y se proscribió una educación plural, los maestros de las importantes congregaciones prefirieron enviar a sus estudiantes a centros teológicos de formación más abierta: no aprobaban que sus cuadros jóvenes recibieran clases más de catecismo que de teología, o que la enseñanza en filosofía sustituyera la lectura directa de los autores clásicos (incluyendo a los pensadores modernos y contemporáneos) por los sesgados manuales de la Universidad de Navarra.
¡Qué lejana la actitud de estos pretendidos "interventores" fundamentalistas respecto del espíritu del Evangelio! No dejo de pensar que detrás de toda esta incómoda situación podemos descubrir razones teológicas y filosóficas de largo alcance – que tienen que ver con la valoración de la diversidad y con el diálogo entre cristianismo y modernidad planteado por el Concilio Vaticano II, que es preciso reexaminar. Lo que sectores conservadores cuestionan extrañamente – y, a mi juicio, sin fundamento alguno – respecto de la PUCP es una presunta “impureza doctrinal”. Recuerdo los pasajes del Evangelio en los que Jesús sana al criado de un centurión romano. La Liturgia Romana ha recogido las palabras con la que el centurión señala que es innecesario que el Maestro visite personalmente al enfermo: “Señor ¿Quién soy yo para que entres en mi casa? Di no más una palabra y mi sirviente sanará” (Mateo 8, 8). Jesús queda sorprendido por la intensa fe del romano: “les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel con tanta fe” (Mateo 8, 10).
Las palabras de Jesús son tan poderosas como conmovedoras ¿A qué se refería al evocar la “fe” del centurión? ¿A la ortodoxia o “pureza doctrinal”? Ello no resulta verosímil. Al fin y al cabo ¿Cuál era la religión del centurión romano? Está claro que no se trataba de un judío ortodoxo o de un discípulo de Jesús. Probablemente se trataba de un pagano, un romano politeísta, adorador de Júpiter y devoto del culto a los ancestros. Aparentemente, su “fe” aludía más que a un contenido o un “credo”, a la disposición incondicional a dejar actuar el Amor de Dios en la vida, y a hacerse partícipe de ese Amor. No es que el tema religioso no fuese importante, pero Jesús se sitúa más allá de ese nivel. No parece demasiado interesado puntualmente en las cuestiones de ortodoxia o pureza doctrinal (observancia del Sábado, etc.) ¡Los más interesados en las cuestiones de ortodoxia religiosa o pureza doctrinal son los fariseos! Los católicos tendemos a olvidar estos pasajes iluminadores, que nos ofrecen elementos de juicio para reconocer la actitud del cristiano frente al tema del pluralismo, cuando el Evangelio los plantea de modo manifiesto.
Estas razones – entre otras muchas, en realidad – me llevan a discrepar categóricamente respecto de planteamientos como los de Rey y Chávez acerca del sentido y misión de una universidad católica: sus puntos de vista son fundamentalistas y excluyentes. Como católico lo denuncio así. En una sociedad en la que las instituciones no suelen funcionar bien, se pretende controlar una institución académica de enorme calidad y prestigio, como la PUCP. Sabemos que esa calidad y ese prestigio se fundan en las condiciones de libertad y amplitud de miras sin la cual la investigación científica y el trabajo del espíritu humano no podrían desarrollarse. Esperemos que la PUCP continúe iluminando las tinieblas muchísimos años más.
A ver si sigue hablando de lo mismo ahora que ese opus ha ganado!!!
ResponderEliminarQue "ha ganado" es suponer demasiado.
ResponderEliminarSIEMPRE diré y escribiré exactamente lo que pienso.
Mejor corrige tu último post, está mal escrito.
Saludos,
Gonzalo.