Apuntes de coyuntura
Gonzalo Gamio Gehri
Una breve nota acerca de la coyuntura actual. Ya no parece una casualidad que las agresivas declaraciones de Monseñor Moliné – obispo de Chiclayo – contra la PUCP hayan sido hechas después de conversar con el Presidente de la República. No es un misterio dónde se ubica Alan García en este cnflicto. Tampoco sorprende. Ya resulta evidente que el segundo gobierno aprista marca el retorno del fujimorismo respecto del estilo de gestión política, la presencia de psico-sociales, el discurso entre populista y autoritario, la promesa de “mano dura”, incluso la reaparición de viejos amigos (o socios) del viejo clan Fujimori – Montesinos.
El encono contra las ONG, la propuesta de pena de muerte, la presión contra las juezas anticorrupción, la amenaza de retiro de la CIDH, la indiferencia oficialista frente al tema de la extradición de Fujimori (y los nombramientos de sus adeptos y familiares en puestos clave en comisiones parlamentarias). La presencia de Giampietri y Rey en el ejecutivo. Son tantos indicios de la emulación del fujimorismo y la reedición de sus políticas – exista o no una alianza formal, escrita – que negarlo resultaría absurdo. Los sectores más conservadores y autoritarios se están reagrupando, cuentan con una oposición todavía raquítica y gozan del apoyo de una prensa ultra que – de acuerdo con sus cuadros, sus esquemas ideológicos, y sus prácticas cotidianas – recuerda los años funestos de Fujimori y Montesinos: se compran titulares, se escriben editoriales ad hominem, se fustiga a la sociedad civil y a los políticos rivales. Mirko Lauer ha señalado hace unos días desde su columna en La República que García ya acaricia la idea de proponer un cambio en la Constitución que le permita postular a una inmediata reelección ¡El mismo guión! Aparentemente, tenemos a un potencial clon de Fujimori en Palacio de Gobierno.
Permíanme volver al caso PUCP, desde el marco de reflexión que acabo de bosquejar. No me parece extraño que el arzobispado de Lima haya esperado siete años desde su última incursión fallida sobre la Universidad para ensayar un nuevo intento de intervención precisamente ahora. Los gobiernos de Paniagua y Toledo no constituian el contexto propicio para tal proyecto. Parece claro que en la administración García encuentra el respaldo político y las compañías convenientes para ensayar una intervención sobre la PUCP; como dice Miguel Angel Ruiz, los autoritarios se parecen al legendario monstruo del loch Ness en que aparecen en donde uno menos lo espera. Encuentran alianzas en lugares no siempre previsibles. Los apristas lucharon hace años con los aliados del fujimorismo; hoy son entrañables amigos.
Gonzalo Gamio Gehri
Una breve nota acerca de la coyuntura actual. Ya no parece una casualidad que las agresivas declaraciones de Monseñor Moliné – obispo de Chiclayo – contra la PUCP hayan sido hechas después de conversar con el Presidente de la República. No es un misterio dónde se ubica Alan García en este cnflicto. Tampoco sorprende. Ya resulta evidente que el segundo gobierno aprista marca el retorno del fujimorismo respecto del estilo de gestión política, la presencia de psico-sociales, el discurso entre populista y autoritario, la promesa de “mano dura”, incluso la reaparición de viejos amigos (o socios) del viejo clan Fujimori – Montesinos.
El encono contra las ONG, la propuesta de pena de muerte, la presión contra las juezas anticorrupción, la amenaza de retiro de la CIDH, la indiferencia oficialista frente al tema de la extradición de Fujimori (y los nombramientos de sus adeptos y familiares en puestos clave en comisiones parlamentarias). La presencia de Giampietri y Rey en el ejecutivo. Son tantos indicios de la emulación del fujimorismo y la reedición de sus políticas – exista o no una alianza formal, escrita – que negarlo resultaría absurdo. Los sectores más conservadores y autoritarios se están reagrupando, cuentan con una oposición todavía raquítica y gozan del apoyo de una prensa ultra que – de acuerdo con sus cuadros, sus esquemas ideológicos, y sus prácticas cotidianas – recuerda los años funestos de Fujimori y Montesinos: se compran titulares, se escriben editoriales ad hominem, se fustiga a la sociedad civil y a los políticos rivales. Mirko Lauer ha señalado hace unos días desde su columna en La República que García ya acaricia la idea de proponer un cambio en la Constitución que le permita postular a una inmediata reelección ¡El mismo guión! Aparentemente, tenemos a un potencial clon de Fujimori en Palacio de Gobierno.
Permíanme volver al caso PUCP, desde el marco de reflexión que acabo de bosquejar. No me parece extraño que el arzobispado de Lima haya esperado siete años desde su última incursión fallida sobre la Universidad para ensayar un nuevo intento de intervención precisamente ahora. Los gobiernos de Paniagua y Toledo no constituian el contexto propicio para tal proyecto. Parece claro que en la administración García encuentra el respaldo político y las compañías convenientes para ensayar una intervención sobre la PUCP; como dice Miguel Angel Ruiz, los autoritarios se parecen al legendario monstruo del loch Ness en que aparecen en donde uno menos lo espera. Encuentran alianzas en lugares no siempre previsibles. Los apristas lucharon hace años con los aliados del fujimorismo; hoy son entrañables amigos.
Los aspirantes a "interventores" de la PUCP no tienen ni la razón ni el derecho; no ganarán, pero el arzobispado siente que no está solo en esta empresa; los acompaña el neofujimorismo aprista, los sectores más recalcitrante, y por supuesto, la prensa más cavernaria (Correo, Expreso, La Razón). Es una lástima que una periodista talentosa e intachable como Rosa María Palacios asuma una posición tan tibia frente a un asunto tan importante como éste. Muchos piensan que una eventual captura de la Universidad infligiría una herida de muerte en el pensamiento progresista en el Perú. Sería una tenebrosa victoria para quienes interpretan el pluralismo como simple “relativismo” o quienes sindican ridícula y maliciosamente a los defensores de los Derechos Humanos y la sociedad civil – categorías liberales, basta revisar la historia de las ideas políticas para constatarlo – como “marxistas”.
Mi entera solidaridad con la PUCP, que ha emitido una declaración pública que pone los puntos sobre las íes: Monseñor Moliné sñalaba que la Conferencia Episcopal Peruana entera respaldaba las pretensiones del arzobispado de Lima sobre la PUCP. FALSO: la propia Conferencia Episcopal ha manifestado en un comunicado que no ha tomado posición en este conflicto. El obispo de Chiclayo ha sugerido – no parece que con buenas intenciones, por el tono de sus palabras – que la PUCP ha reaccionado frente a las pretensiones de Muñoz Cho porque se le ha tocado “el bolsillo”. Las autoridades de la PUCP han contestado señalando que informan a la comunidad universitaria de cada decisión tomada en materia administrativa, y que tales informes llegan puntualmente a todos los miembros de dicha comunidad, incluido el obispo en cuestión. De modo que estas lamentables declaraciones entrañan insinuaciones ofensivas, que una institución de intachable prestigio como la PUCP no puede aceptar.
Por desgracia, el asunto no ha quedado allí. La parte contraria a la PUCP ha protestado con indignación ante el comunicado de la Universidad, desde una emisora radial. Ha protestado sin citar el documento ni argumentando contra él; sólo ha emitido calificativos. A veces, el papel, o los micrófonos, lo aguantan todo. Es de lamentar que se pongan en juego las presiones políticas y las palabras altisonantes antes que las razones. Sin el auténtico recurso a la razón – es decir, a los argumentos que puedan apoyar consistentemente un punto de vista – todas las apelaciones a la verdad constituyen vanas palabras y fraseo sin fundamento. Más aun cuando discutimos acerca de cuestiones de justicia.
Mi entera solidaridad con la PUCP, que ha emitido una declaración pública que pone los puntos sobre las íes: Monseñor Moliné sñalaba que la Conferencia Episcopal Peruana entera respaldaba las pretensiones del arzobispado de Lima sobre la PUCP. FALSO: la propia Conferencia Episcopal ha manifestado en un comunicado que no ha tomado posición en este conflicto. El obispo de Chiclayo ha sugerido – no parece que con buenas intenciones, por el tono de sus palabras – que la PUCP ha reaccionado frente a las pretensiones de Muñoz Cho porque se le ha tocado “el bolsillo”. Las autoridades de la PUCP han contestado señalando que informan a la comunidad universitaria de cada decisión tomada en materia administrativa, y que tales informes llegan puntualmente a todos los miembros de dicha comunidad, incluido el obispo en cuestión. De modo que estas lamentables declaraciones entrañan insinuaciones ofensivas, que una institución de intachable prestigio como la PUCP no puede aceptar.
Por desgracia, el asunto no ha quedado allí. La parte contraria a la PUCP ha protestado con indignación ante el comunicado de la Universidad, desde una emisora radial. Ha protestado sin citar el documento ni argumentando contra él; sólo ha emitido calificativos. A veces, el papel, o los micrófonos, lo aguantan todo. Es de lamentar que se pongan en juego las presiones políticas y las palabras altisonantes antes que las razones. Sin el auténtico recurso a la razón – es decir, a los argumentos que puedan apoyar consistentemente un punto de vista – todas las apelaciones a la verdad constituyen vanas palabras y fraseo sin fundamento. Más aun cuando discutimos acerca de cuestiones de justicia.
comparto la idea del celeberrimo filósofo Gamio, para ser claro, creo que vamos de mal en peor, cada vez que se habla de libertad, de pensamiento progresista o justicia... ciertas anomalías se apoderan de nuestros máximos representantes, creen que por tener el famoso "poder" van hacer lo que les parece sin dar lugar a que los ciudadanos reclamen y ejerzan sus derechos y deberes.
ResponderEliminarsoy del pensamiento de que un gran poder exige una gran responsabilidad, responsabilidad con uno mismo y con los demás.
hoy en día, sobretodo en nuestro país, muchos quieren hacer de la política una prostituta, la ejercen desde el poder, tergiversando el fin en si de la política, para darse el palcer personal y después tirarla puerta afuera, y es más como la encuentran atractiva y lo disfrutan la pasan entre sus amigos y familiares, de manera que la retengan siempre.
con respecto a la PUCP, creo que se la debe considerarse madre de los que aman la Patria, ya que gracias a su esfuerzo el Perú cuenta con grandes intelectuales que de muchas maneras luchan por el progreso.
viva la PUCP.
J.CO.S.R. alumno del ISET.