” He sido frecuentemente amenazado de muerte. Debo decirle que, como cristiano, no creo en la muerte sin resurrección: Si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño.”
Monseñor Romero
Gonzalo Gamio Gehri
Monseñor Oscar Arnulfo
Romero ha sido beatificado en medio de una gran celebración. La Iglesia
católica plantea así que Romero constituye un ejemplo de vida para sus fieles.
Su preocupación por la justicia, su especial atención a la situación de las
víctimas de violencia y pobreza – formas de injusticia, no productos del
infortunio ni de la censura divina – son consideradas la expresión de virtudes,
de una vida dedicada a la defensa de la paz y al cuidado de los demás en lo
relativo a su dignidad y a sus derechos humanos. Esta medida recoge una
solicitud – formulada desde hace mucho tiempo por un sector importante de la
Iglesia salvadoreña, de la Iglesia iberoamericana y de la Iglesia universal - de que se reconozca la vida y el martirio de
monseñor Romero como un legado profético inspirador para las personas de buena
voluntad, creyentes o no creyentes.
Esta beatificación
fortalece la idea, planteada en las conferencias de Medellín y Puebla y
vindicada en documentos de la Iglesia universal, de la opción preferencial por
los pobres como un elemento fundamental del cristianismo. Romero pone de
manifiesto que la misión de un pastor no es procurarse poder e influencia en
los círculos políticos y económicos, o preocuparse por el control de la
conducta; tales prácticas fueron objeto de crítica por el propio Jesús de Nazaret
en su cuestionamiento de la acción de
los fariseos. El trabajo del pastor le otorga un interés fundamental al
predicamento de quienes sufren injustamente, los más débiles de la sociedad. Aquellos
a los que los grandes relatos de la historia invisibilizan.
Es un hecho interesante
que el papa Francisco destaque este tipo de figuras históricas como fuentes de
inspiración para la institución y para quienes encuentran en el cristianismo un
relato fundador para una existencia con sentido. Contribuye esta medida a poner
el profetismo en el centro de la espiritualidad cristiana. Se trata de una voz crucial en el mensaje bíblico. Quienes no tienen creencias
religiosas pero valoran la prioridad del ejercicio de la justicia para la
reflexión ética y el cuidado de lo humano, reconocen en la vida de Oscar Romero
el compromiso incondicional con los derechos de los seres humanos más
vulnerables, quienes padecen con mayor intensidad la ausencia de libertad y la
carencia de oportunidades para llevar una vida plena. Más allá de la fe de cada cual, se trata de un hombre cuyo testimonio y vida enriquecen la construcción de una cultura de la solidaridad en nuestro tiempo.
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