martes, 24 de diciembre de 2013

NAVIDAD Y ENCARNACIÓN





Gonzalo Gamio Gehri

Navidad. El nacimiento de Jesús es recordado por los cristianos como un acontecimiento básico en la historia sagrada. Es el signo de la encarnación. Mi padre comentaba hace una semana que podría argumentarse teológicamente que la Navidad podría ser considerada el corazón de la fe cristiana. Que con frecuencia hemos desplazado el centro de gravedad espiritual hacia el martirio de la Cruz, desatendiendo acaso la Navidad como clave para reconocer el ingreso de Dios en la temporalidad humana. A su juicio, el pesebre sería tan importante como la Cruz como fuente de redención. Me pareció muy interesante como posible objeto de reflexión y conversación más bien filosófica. Tomé nota. A esa encarnación se asocia la Buena Nueva, y ésta es indesligable del sacrificio y la Resurrección de Cristo.

La Navidad me conmueve especialmente por la cuestión de la fragilidad. Los cristianos rememoran que el Hijo nace como uno de los más pequeños y débiles, identificándose con ellos. Jesús se compromete especialmente con los más vulnerables (el pobre, la viuda, etc.), pero no excluyó a nadie. Se trata del llamado a la construcción de una comunidad espiritual fundada en el ágape. La construcción de un nosotros sin fronteras de ninguna clase. Ninguna de las creaturas de Dios está fuera de las redes de confianza y solidaridad que constituyen esa comunidad. Para los cristianos, el nacimiento de Cristo es un signo fundamental en la historia de la formación del Reino. La violencia no constituye un medio legítimo para la edificación de ese Reino. La violencia se opone radicalmente al ágape. Jesús jamás consintió en usar la fuerza o a imponerse para guiar a los seres humanos. Opuso la libertad al ejercicio de la fuerza, y el servicio al uso del “poder”. Si bien  - según lo que dice el propio Evangelio - el Reino está en medio de nosotros, no es de este mundo, es decir, su gestación no responde a las estrategias y exigencias habituales en la conducción del “mundo” del enfrentamiento por el poder y de la competencia económica. Requiere gratuidad, compromiso con los demás, y sentido de justicia.

La Navidad constituye el inicio de ese itinerario espiritual y ese llamado radical a la fraternidad.. Feliz Navidad. 






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