Gonzalo Gamio Gehri
El sábado estuve en la
PUCP en un encuentro de estudiantes de diferentes universidades del país, un
evento organizado por la RIDEI sobre La
Universidad y el reconocimiento positivo de la diversidad cultural. El Foro
Nacional contó con la participación de estudiantes de la UNT, UNSCH, UNSAAC,
UNSM, UNAJM, PUCP. Era el último día y los alumnos programaron una visita guiada
a la exposición fotográfica Yuyanapaq,
el más importante archivo fotográfico sobre el conflicto armado interno. La
visita contó con la presencia de los profesores Iván Hinojosa y Natalia
Consiglieri, que han dedicado muchos años al estudio de nuestra historia
reciente. A la vuelta de la exposición, tuvo lugar una mesa redonda – y una
plenaria – para la que fuimos invitados el sociólogo Lars Stojnic y quien
escribe estas líneas. Yo acababa de dar mi primera clase en la Maestría de
Ciencia Política y Gobierno, habíamos comentado el tema del conflicto en el
aula y tenía un esquema entre manos, que ponía énfasis en la idea
ético-política de Reconciliación.
Los jóvenes que estaban
en la sala no habían vivido el conflicto armado, pero con toda seguridad habían
escuchado por boca de sus padres y otros familiares acerca del temor y del
sufrimiento imperante en aquellos años. Algunos alumnos venían de Andahuaylas y
de Ayacucho – estaban presentes algunos muchachos que estudiaban en la
Universidad San Cristóbal de Huamanga -; uno de ellos contó que había perdido
un pariente cercano durante el conflicto. Todos estaban visiblemente conmovidos
por lo que habían visto, y se preguntaban cómo había podido suceder esto en el
Perú, y hoy contar con el silencio de buena parte de los políticos y “líderes
de opinión”. Un estudiante ayacuchano comentó que, al ver muchas fotos, podía reconocer
lugares que le resultaban familiares, así como situaciones conocidas en el día a día de la zona. “Podríamos
haber sido nosotros”, señaló. Y lo mismo podríamos decir todos los que
participábamos en la conversación, pues el conflicto, en su etapa más cruenta,
laceró casi la totalidad del territorio nacional.
“¿Para qué recordar?”
preguntaba un estudiante de Andahuaylas a Iván, a Lars y a mí. Respondí a
partir de la necesidad de establecer garantías de no repetición desde el Estado
y la sociedad civil - un poco en la línea de lo planteado en mi libro Tiempo de memoria y de lo que he escrito
más recientemente sobre este tema – y de implementar políticas de justicia y
reparación para las víctimas, tratadas como no-personas por la insania
terrorista y por malos militares y policías. El descuido y la indolencia de los
gobiernos frente a la población afectada por el conflicto y el anhelo de
silencio e impunidad presente en un extenso sector de las fuerzas políticas, ha
contribuido a generar desaliento y escepticismo entre muchos peruanos. Desde
hace años tanto el conservadurismo ideológico y mediático como el Movadef
persiguen instalar formas de amnesia moral y política frente al conflicto:
curiosamente, los extremos políticos se encuentran en una misma cruzada de
silencio. Sin un ejercicio riguroso y honesto de memoria – cabalmente “público”
– podemos dejar sin examinar y sin erradicar las condiciones de la violencia.
El Informe Final constituye una herramienta útil – no la única, pero sin duda
una investigación sumamente lúcida y comprometida con la causa de los derechos
humanos – para aproximarse al estudio de las causas del conflicto armado
interno. Depende de los ciudadanos del Perú y de sus instituciones que esta
situación se revierta, y que nuestra sociedad emprenda la ruta de una genuina
reconciliación social y política.
Iván cerró el evento
con una esclarecedora reflexión en torno a la complejidad de las tareas de la
memoria en el Perú, y de cómo la propia exposición Yuyanapaq podría verse seriamente mutilada y “adaptada” a una
versión menos realista de la historia reciente para usos de constituir un Lugar de la memoria menos "polémico". Alguna vez he discutido este tema en este medio. Como se sabe, desde hace un tiempo los impulsores del Lugar de la memoria se han propuesto (por razones políticas) desdibujar el carácter central del mensaje de la CVR en cuanto a la concepción de este espacio en construcción. Se trataría de "suavizar" la exposición según las expectativas y los
intereses de los políticos que quieren hacer del Lugar de la memoria un espacio
“domesticado” y limitado, más afín a un espíritu de negociación política
antes que a la búsqueda de la verdad. Una situación preocupante, aunque también
previsible. El reto de la CVR y de quienes consideramos importante su aporte a
la reconstrucción histórica de la tragedia vivida, consiste en defender la
integridad de Yuyanapaq. De lo que se
trata es de generar conciencia crítica y no de propiciar una visión atemperada de
la historia.
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