Gonzalo
Gamio Gehri
Me
gustaría hacer una precisión más para completar las ideas del texto anterior.
Dijimos - en diálogo con Levitsky y otros autores - que la izquierda tendría que discernir si desarrollar una revisión
crítica de su ideario para seguir el cauce democrático-liberal, en la clave del
reconocimiento de derechos y la ciudadanía activa, o sucumbir a la obsesión por
la unidad, que la llevaría a establecer alianzas con la izquierda más
integrista, y a hacer concesiones ideológicas o sacrificar esa línea de
pensamiento más próxima a una suerte de humanismo liberal. El caso de su
evidente condescendencia con el chavismo va en esa dirección. Juan Carlos Tafur
ha expresado una idea similar en un editorial en la Revista Velaverde. Sostiene que hoy, la derecha tiene una mayor
conciencia de que las diferencias internas son útiles para producir una
identidad política:
“Pues bien, hoy por hoy, en la derecha las cosas parecen algo claras. Una es la derecha mediana o plenamente liberal, y otra muy distinta la conservadora y, en particular, la denominada DBA. No hay punto de encuentro allí. Es impensable un proyecto político común. No podrían sentarse en la misma mesa partidaria Álvaro Vargas Llosa con Francisco Tudela; Lourdes Flores con Martha Chávez; o Pablo Secada con Rafael Rey. Son de derecha todos, pero las diferencias son mayores que las identidades.
Idéntico o similar camino tendrá que recorrer la izquierda si quiere convertirse en una opción política o electoral y, sobre todo, gubernativa. Marcar los terrenos entre quienes siguen viendo paradigmas en Fidel o en el pajaritico de Hugo Chávez y quienes miran los casos de la Concertación chilena o la política interna de Lula como sus referentes”.
Estoy de acuerdo (aunque la clasificación de las derechas podría ser más estricta; no suscribo el uso de la expresión "DBA" para describir a la ultraderecha, por las mismas razones que repruebo que se use "caviar"). El
apoyo a Maduro está erosionando el espíritu cívico y el buen desempeño de la
izquierda y la centro-izquierda en la defensa de la institucionalidad en contra
de Fujimori y su entorno. Debe entenderse que no hay regímenes autoritarios
“buenos”, que su signo político no los legitima. Las cuestiones de principio no
pueden ser objeto de negociación en nombre de las afinidades ideológicas o las
alianzas estratégicas con un vecino poderoso. El trasfondo moral de la lucha
contra el autoritarismo se ve golpeado por la incoherencia de la propia
izquierda.
El ejemplo de la
Concertación (Bachelet y Lagos) muestra una senda liberal consistente y clara, en
el sentido que hemos estado discutiendo. No obstante, tomar en serio esta senda
implica cultivar una sensibilidad democrática y constitucional que nuestra
izquierda no parece haber interiorizado sin resistencias. La tentación del
continuismo y el apoyo al régimen chavista así parecen atestiguarlo. Se hace
necesario un honesto examen de conciencia (ética y política) en esta materia
para asumir el rumbo de un espíritu realmente democrático, más allá de la debatible “ilusión
de la unidad”.
Vaya! cuando a mediados de la década pasada se popularizó el término "caviar" para designar a esa izquierda adicta a la buena vida y a las jugosas remuneraciones en euros (y a los desastres electorales), el autor de este blog fue uno de los primeros que se opuso a este término, pues en su opinión sólo "denigra y no describe ninguna realidad compleja"
ResponderEliminarhttp://martintanaka.blogspot.com/2008/03/sobre-la-izquierda-caviar-ii.html
Ahora que -en un intento de respuesta- desde la izquierda se ha inventado otro apodo (bastante menos sútil que "caviar", dicho sea de paso) como el de "DBA", el autor del blog no tiene ningún empacho en emplearlo para designar a sus enemigos políticos.
¿En qué quedamos?.
Ojalá no se censure mi comentario.
Yo no uso el término "DBA" ni "caviar"...el término figura en una cita literal de Tafur.
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