Gonzalo Gamio Gehri
Y llegamos a la recta final. Mañana elegimos al próximo Presidente de la República y a los miembros del próximo Congreso. No pueden hacerse públicas las encuestas, aunque algunas de ellas (no del todo confiables) circulan por Internet. Algunas candidaturas se han desinflado – Castañeda se ha pasado las últimas semanas peleándose consigo mismo, y ha conseguido finalmente destruirse – otras se han consolidado, a pesar de los anticuerpos que generan: Humala ha pasado a un inquietante primer lugar. Muchos ciudadanos estamos preocupados ante la (todavía hipotética) perspectiva de una insana segunda vuelta entre Ollanta Humala y Keiko Fujimori. Ninguna de esas opciones fortalece la democracia constitucional. Al contrario.
Ollanta Humala representa la insatisfacción de mucha gente frente a la aparente incapacidad del sistema económico de resolver el problema de la desigualdad y la pobreza imperantes en el país. El retorno de la democracia no se ha traducido en una mayor presencia del Estado en las comunidades altoandinas y amazónicas que fueron azotadas por la violencia terrorista y represiva durante el conflicto armado interno. Sin embargo, sus intentos por asumir un discurso más moderado no ocultan del todo una prédica próxima al autoritarismo, que no disimula una cierta hostilidad hacia los medios de comunicación. Preocupa el futuro de las libertades básicas si es que este candidato – que evita sistemáticamente calificar el régimen de Chávez, cuya influencia sobre los nacionalistas fue notoria en la campaña anterior – llega finalmente al poder. A pesar de la presencia de algunos viejos activistas de izquierda en su movimiento, Humala parece insistir en esa peligrosa combinación entre “nacionalismo” y “populismo” (¡No es difícil percatarse de cuán peligrosa es!).
La alternativa de Keiko Fujimori me resulta más insalubre todavía. Ella representa un pasado corrupto y delictivo, en el que las violaciones de derechos humanos, la compra de medios de comunicación y la captura del Estado fueron moneda corriente. La podredumbre del gobierno de Fujimori y Montesinos está suficientemente documentada, e intentar improvisar un deslinde entre ambos socios constituye un inaceptable insulto a la inteligencia de los peruanos. Un tribunal independiente ha condenado ya a Alberto Fujimori por homicidio calificado; la hija, por su parte, ha tenido una pobre actividad parlamentaria – ha faltado quinientas veces a su puesto de trabajo, su producción legislativa es prácticamente nula -, y ni siquiera se le conoce trayectoria laboral alguna ¡As{i pretende ocupar la presidencia? Un gobierno suyo supondría el retorno de lo peor de la política peruana a la palestra pública. Como señalaba un buen amigo, llegaríamos al colmo de que las políticas públicas sean dictadas desde
Yo votaré mañana por Toledo, pensando en evitar la catástrofe que supondría el dilema de esa segunda vuelta de pesadilla, pues no dudo de sus credenciales democráticas. No me gusta la alternativa de PPK, cuyo propósito fundamental parece consistir en minar la candidatura de Toledo. No me agradan sus juntas – particularmente Acuña – y tampoco su programa educativo que implica, por poner sólo un ejemplo, desmantelar la representación estudiantil en las universidades ( véase la p. 35 de su programa). Esa es una barbaridad sin nombre que socava la democracia en la Universidad. El controvertido tema de la nacionalidad del candidato me inquieta, pues podría generar un inadmisible conflicto de intereses en el caso de la relaciones con los Estados Unidos. En la lista parlamentaria de esta extraña alianza, asimismo, figuran no pocos exponentes de un conservadurismo y un militarismo rancio, y fujimoristas encubiertos. Esperemos que PPK no sea recordado en el futuro como el candidato cuya terquedad propició una segunda vuelta entre líderes explícitamente autoritarios. Coincido con Vargas Llosa en que una mayor sensibilidad democrática le hubiera aconsejado renunciar.
Esperemos un resultado alentador para el día de mañana, por el bien del futuro de la democracia entre nosotros. Y, si hace falta, crucemos los dedos.
Terrible el ejemplo que pones. Eso de acabar con la participación estudiantil en las universidades es una idea cuasi nazi, como si hacer política estuviera reñido con los fines de la educación superior, que debería tambien formar ciudadanos participativos y responsables. Ojalá la gente estuviera más consciente de estas cosas, pero asumo que a un grueso de ciudadanos esta idea hasta les puede gustar....
ResponderEliminarNo entiendo cómo se ha convertido en algo "cool" votar por PPK si se postulan ese tipo de políticas CONTRA la juventud y la democracia en la Universidad. Su conservadurismo es evidente.
ResponderEliminarUn abrazo,
Gonzalo.
Hola profe.. efectivamente el clima está horrible. Me parece que Toledo sería la mejor opción. SUs propuestas son muy buenas frente a las de PPK. Y más aun por el ejemplo que usted acaba de poner. Sin embargo, ya no se si votar por mi propio candidato porque estás últimas encuestas no oficiales de Apoyo muestran a PPK como el único contendiente contra Keiko y Toledo bastante más abajo.. La verdad que ahora ya no se por quien votar.
ResponderEliminarSaludos
Hola profe! Efectivamente el clima está horrible. Las propuestas de Toledo me gustaban mucho, especialmente las del sector educación y, más aun con el ejemplo que usted ha puesto. Sin embargo me acaban de pasar una encuesta de apoyo de este mismo sábado y muestra a PPK(19.9%) como el único que podría competir contra Keiko y Toledo con 16.8%. La verdad que ahora ya no se por quien votar.
ResponderEliminarDifícil discriminar entre buenas encuestas y psicosociales. Mejor votar a consciencia.
ResponderEliminarUn abrazo,
Gonzalo.
As'i es Gonzalo,alcantarillismo
ResponderEliminarpor doquier en la contienda.
Considero que la mejor opci'on es
Atahucusi,s'i se puede,s'i se puede...
Saludos,
Marcelo
Efectivamente, la alcantarilla est{a por doquier: los fujimoristas, Alcorta, el soldado en campaña, etc.
ResponderEliminarUn abrazo,
Gonzalo.
Es muy importante que en esta elección entre el cancer y el sida, pensemos con la cabeza fría y no nos dejemos guiar por odios y rencores del pasado o por los intereses de un reducido grupo.
ResponderEliminar¿Alguién cree que Keiko Fujimori va a entornillarse en el poder y convertirse en una dictadora?, yo no lo veo así, más bien la veo tratando de lavarse de la corrupción y el autoritarismo de su padre y así como Alán García se cuidó mucho de no caer en la demagogia populista y en el manejo irresponsable de la economía, los neo-fujimoristas cuidarán sus credenciales democráticas.
Además, el contexto actual es muuuy distinto al contexto de los 90s en donde el terorismo comunista campeaba y esto hacía que la gente justificase cualquier salida de "mano dura".
En cambio el nacional-humalismo viene de una corriente ideológica internacional que le dice que para hacer sus cambios en el modelo económico, tiene que modificar la constitución (está es su plan de gobierno) y hacerse reelegir (esto no aparece por escrito, pero de los casos de Venezuela, Bolivia y Ecuador ya estamos avisados).
Mientras que el fujimorismo cuidaría de mantener el actual modelo económico de libre mercado que ha sido tan exitosos en estos 20 años, el nacional-humalismo implantaría un modelo estatista y socialistoide que ya nos llevó a la ruina en el pasado y lo volvería a hacer.
La izquierda (en todas sus variantes y sub-variantes) nunca entendió al libre mercado y por eso abomina de él.
Tampoco hay que dejarse guiar por los intereses de un grupo; los caviares saben muy bien que una elección de Fujimori significa para ellos el equivalente al meteorito que extinguió a los dinosaurios, pues esto supondría la cancelación definitiva de su único logro en esta década -la CVR de la izquierda- de la que han vivido todos ellos en estos años (adiós financiamiento para consultorías, proyectos, publicaciones, veedurías, comisiones, etc).
¿Vamos a analizar fríamente la situación o nos moveremos por odios y rencores del pasado en vez de tomar en cuenta los riesgos del presente?.
Alfredo P.