Gonzalo Gamio Gehri
Dentro de las múltiples disciplinas filosóficas, la filosofía de la religión es una de las más interesantes y polémicas. Ha cobrado nueva fuerza con la irrupción de la postmodernidad, la sustitución de los grandes relatos metafísicos y metacientíficos por los pequeños relatos, cuya racionalidad es la de los consensos – razonables y provisionales – que podemos lograr en el seno de nuestros mundos vitales. Los recursos conceptuales procedentes de la fenomenología-hermenéutica y el pragmatismo han potenciado reflexiones de enorme calidad, presentes en las obras de John Caputo, Bernard Welte, Charles Taylor, Daniel Dennett, Gianni Vattimo, y Jacques Derridá.
En la mayoría de los textos de estos pensadores, el vínculo entre religión, sociedad y política posee una especial relevancia. Tanto Gianni Vattimo como Charles Taylor sostienen que el mensaje del Evangelio – centrado en el ágape y en el anuncio del Reino – converge plenamente con la ética de la dignidad propia de la cultura moderna. Vattimo incluso afirma que la secularización constituye una figura del proceso de la kenosis cristiana. Caputo desarrolla con singular esmero la tesis de un Dios que decide hacerse débil al ingresar en la historia, y que en esa debilidad reside su intenso poder, el de la invitación a la libertad. Estos tres autores comparten una vocación académica por la hermenéutica y una inocultable simpatía por las reformas planteadas en los años sesenta por el Concilio Vaticano II.
En la blogósfera, el tema de la filosofía de la religión no se ha presentado exento de problemas y malos entendidos. En ciertos espacios conservadores – autodenominados “reaccionarios” – se identifica, de manera equívoca a mi juicio, la “postmodernidad” e incluso la “hermenéutica” con posiciones que sin más se identifican con la búsqueda de la abolición de la democracia, la secularización y la cultura de los Derechos Humanos, e incluso con una extraña nostalgia por el Antiguo Régimen: se trata de una generalización completamente infundada que genera confusión. Lo mismo la no menos discutible costumbre de identificar cristianismo con contramodernidad. Resulta por demás extraño que se pretenda asociar la prédica de Jesús con una ideología aristocrática fundada en la tesis de que cierta gente nacía para servir y otra vivía de sus privilegios, basados en la herencia y la sangre. El modelo allí es más medieval que propiamente jesuánico, evidentemente. Que existan hoy perspectivas extravavagantes que aboguen por estas formas aristocráticas de vida simplemente me parece absurdo y pintoresco ¿Qué resolvería el retorno de la pompa versallesca y sus injusticias? Más allá de las extravagancias señaladas, la vuelta paleoconservadora a los moldes del Estado confesional bajo la "máscara postmoderna" requiere del ejercicio de la crítica más contundente (aquello que el joven Habermas llamaba 'la crítica de las ideologías'). Se trata, en todo caso, de equívocos que tendrían que ser esclarecidos desde el trabajo del concepto. Ya me detendré en esta discusión más adelante. En este contexto, saludo la aparición de un nuevo blog sobre temas de filosofía de la religión – Sagrada Anarquía -, cuyo autor es Raúl Zegarra, joven egresado de la PUCP, especializado en temas de hermenéutica, pragmatismo y religión. Es un conocedor de la obra de Caputo, James y Vattimo en esta materia. Estoy seguro que participará en la discusión con el tradicionalismo aristocraticoide que he mencionado, y que contribuirá con la meditación en torno a los importantes asuntos ligados a la experiencia religiosa y a la crítica filosófica-teológica.
Dentro de las múltiples disciplinas filosóficas, la filosofía de la religión es una de las más interesantes y polémicas. Ha cobrado nueva fuerza con la irrupción de la postmodernidad, la sustitución de los grandes relatos metafísicos y metacientíficos por los pequeños relatos, cuya racionalidad es la de los consensos – razonables y provisionales – que podemos lograr en el seno de nuestros mundos vitales. Los recursos conceptuales procedentes de la fenomenología-hermenéutica y el pragmatismo han potenciado reflexiones de enorme calidad, presentes en las obras de John Caputo, Bernard Welte, Charles Taylor, Daniel Dennett, Gianni Vattimo, y Jacques Derridá.
En la mayoría de los textos de estos pensadores, el vínculo entre religión, sociedad y política posee una especial relevancia. Tanto Gianni Vattimo como Charles Taylor sostienen que el mensaje del Evangelio – centrado en el ágape y en el anuncio del Reino – converge plenamente con la ética de la dignidad propia de la cultura moderna. Vattimo incluso afirma que la secularización constituye una figura del proceso de la kenosis cristiana. Caputo desarrolla con singular esmero la tesis de un Dios que decide hacerse débil al ingresar en la historia, y que en esa debilidad reside su intenso poder, el de la invitación a la libertad. Estos tres autores comparten una vocación académica por la hermenéutica y una inocultable simpatía por las reformas planteadas en los años sesenta por el Concilio Vaticano II.
En la blogósfera, el tema de la filosofía de la religión no se ha presentado exento de problemas y malos entendidos. En ciertos espacios conservadores – autodenominados “reaccionarios” – se identifica, de manera equívoca a mi juicio, la “postmodernidad” e incluso la “hermenéutica” con posiciones que sin más se identifican con la búsqueda de la abolición de la democracia, la secularización y la cultura de los Derechos Humanos, e incluso con una extraña nostalgia por el Antiguo Régimen: se trata de una generalización completamente infundada que genera confusión. Lo mismo la no menos discutible costumbre de identificar cristianismo con contramodernidad. Resulta por demás extraño que se pretenda asociar la prédica de Jesús con una ideología aristocrática fundada en la tesis de que cierta gente nacía para servir y otra vivía de sus privilegios, basados en la herencia y la sangre. El modelo allí es más medieval que propiamente jesuánico, evidentemente. Que existan hoy perspectivas extravavagantes que aboguen por estas formas aristocráticas de vida simplemente me parece absurdo y pintoresco ¿Qué resolvería el retorno de la pompa versallesca y sus injusticias? Más allá de las extravagancias señaladas, la vuelta paleoconservadora a los moldes del Estado confesional bajo la "máscara postmoderna" requiere del ejercicio de la crítica más contundente (aquello que el joven Habermas llamaba 'la crítica de las ideologías'). Se trata, en todo caso, de equívocos que tendrían que ser esclarecidos desde el trabajo del concepto. Ya me detendré en esta discusión más adelante. En este contexto, saludo la aparición de un nuevo blog sobre temas de filosofía de la religión – Sagrada Anarquía -, cuyo autor es Raúl Zegarra, joven egresado de la PUCP, especializado en temas de hermenéutica, pragmatismo y religión. Es un conocedor de la obra de Caputo, James y Vattimo en esta materia. Estoy seguro que participará en la discusión con el tradicionalismo aristocraticoide que he mencionado, y que contribuirá con la meditación en torno a los importantes asuntos ligados a la experiencia religiosa y a la crítica filosófica-teológica.
El título del espacio proviene de la polémica e interesante descripción que hace John Caputo sobre la imagen evangélica del Reino de Dios. Estamos seguros que este nuevo blog aportará decisivamente al diálogo con la teología y con la filosofía practicada en nuestro medio. Se abre entonces un espacio más para el ejercicio de la reflexión, la conversación y la discrepancia. Bienvenido.
Estimado Gonzalo:
ResponderEliminarDices muy bien:
"En ciertos espacios conservadores – autodenominados “reaccionarios” – se identifica, de manera equívoca a mi juicio, la “postmodernidad” e incluso la “hermenéutica” con posiciones que sin más se identifican con la búsqueda de la abolición de la democracia, la secularización y la cultura de los Derechos Humanos, e incluso con una extraña nostalgia por el Antiguo Régimen: se trata de una generalización completamente infundada que genera confusión."
Y debo decir ante ello que: estás muy equivocado. No puedo darte razones ahora (quiero dormir) pero te recomiendo -desde mi posición de estudiante ante ti: profesor, con humildad- que leas bien a Gianni Vattimo y verás que lo que dices que es una "generalización infundada" se colige totalmente de lo dicho por el debolista, a pesar de él. Mira la página 128 o 130 de "Ética de la interpretación" o el cap. I. Tal vez lo de la secularización (o lo del nihilismo) es más problemático pero lo demás es evidente.
Aunque eso de abolición es un poco fuerte. Prefieria algo más débil. Pero no se me ocurre que.
Sea como fuere: quien lee a Vattimo, sea que haga una interpretación de derecha o izquierda es, y "debe" aceptar, un anti-ilustrada y anti-humista. Porque Nietzsche, Heidegger, Gadamer y Vattimo son anti-ilustrados y anti-humanistas. Si no es así, que el que no haya entendido "Carta sobre el humanismo" que tire la primera rocaza.
Saludos cordiales,
Ricardo.
Pd. Tenemos una conversación pendiente, profesor. Siempre es agradable aprender de Ud.
Pd2. Muy bueno el blog de Raúl Zegarra. Una persona muy inteligente.
Hola Ricardo:
ResponderEliminarEmpezaría pidiéndote que releas la frase que citas, pues lo que dice que noi existe una conexión vinculante entre la hermenéutica y un ideario político puntual.
Que Vattimo sea "anti-ilustrado" y "antihumanista" (sólo en el sentido de Heidegger, ojo, no en el elástico sentido de algunos nuevos "reaccionarios") está claro. No tengo mucho que decir. Está en la obra del propio Vattimo. Yo mismo soy afín a la ilustración en algunos puntos y en otros para nada. Vattimo es un socialista, y dificilmente simpatiza con el retorno de los Austrias o algo parecido.
La relación entre la hermenéutica y la política es problemática. La hermenéutica constituye una perspectiva sobre la racionalidad, incluso sobre la ontología de lo humano. No te exige de manera vinculante alguna posción política, de izquierda o de derechas. Eso está en Vattimo, en Rorty, en Habermas, en Gadamer, en Ricoeur, etc. Lo que yo critico en mi post es la presuposición se identifique (cito) "sin más se identifican con la búsqueda de la abolición de la democracia, la secularización y la cultura de los Derechos Humanos". Me ratifico en ello.
Lo de la secularización - un fenómeno también moderno - es incontestable. Está en TODAS las obras de Vattimo sobre religión.
Estimado Gonzalo:
ResponderEliminarSí. De acuerdo con lo que dices.
Y por ello, como anoté, lo de abolir suene muy fuerte. No lo pondría en dicho término, además atendiendo a qué conozco el pensamiento de esos "nuevos reaccionarios" (sic). Creo que tu presentación es a veces caricaturesca de ellos.
Por lo demás, de acuerdo con tus opiniones.
Saludos,
Ricardo.