Gonzalo Gamio Gehri
Lo que sigue no es, evidentemente, especulación teórica, si no una reflexión de coyuntura política. La semana pasada, el Vicepresidente Giampietri – funcionario del gobierno y baluarte del filo-fujimorismo “ideológico” en el Ejecutivo – volvió a plantear el retiro de la Corte Interamericana de Derechos Humanos ¿El motivo? La aparente decisión de la CIDH de no admitir las reclamaciones del gobierno del Perú en el caso Castro Castro. La fórmula fallida del fujimorismo ha vuelto a ser puesta en discusión. No sorprende que haya sido el Vicealmirante el autor de la propuesta.
No obstante, la iniciativa ha sido desechada incluso por miembros del Consejo de ministros y por congresistas del APRA. Antero Flores Aráoz y Aurelio Pastor han señalado que el retiro de la CIDH constituiría un error de veras grueso. Si no por el carácter cavernario de la propuesta – que les niega a los familiares de las víctimas una reparación ante una evidente violación de derechos (los presos también tienen derechos, evidentemente, aunque hayan sido delincuentes y enemigos del Estado) -, quizá porque la cristalización de esta iniciativa colocaría al Perú fuera de los márgenes de las democracias occidentales, y comprometería sus posibilidades de entendimiento y cooperación con otros países del primer mundo. A mí me basta la primera razón (la de la inscripción del país en la civilización de los Derechos Humanos), y la segunda constituye un complemento de la primera. No obstante, no es difícil adivinar que el oficialismo – hace unas veces partidario de la pena de muerte y del control sobre las instituciones no gubernamentales – desdeña la propuesta de Giampietri sólo porque ésta pondría en peligro el anhelado TLC con Europa. A la Comunidad Europea sí le interesa el cumplimiento de la legalidad y el respeto por los Derechos Humanos. Resulta desconcertante que el autor de la jurásica iniciativa sea el coordinador de las cumbres, que crea que es posible ser modernos en lo económico y retrógrados en lo legal y político sin que tal incoherencia no tenga consecuencias ¿Es que otros elementos están en juego?
No obstante, la propuesta ha contribuido a sacar a la luz viejas arengas totalitarias y antiliberales, y no poca virulencia. Un conocido comentarista de la blogósfera – apreciado por la página editorial de La Razón – no ha dudado en poner de manifiesto básicos y primitivos sentimientos. A su juicio, debe aplicarse el Código de Hamurabi en las cárceles peruanas, pagando sangre con sangre. El objetor olvida que las acciones de la CIDH no constituyen en absoluto un "signo de intervenciismo foráneo" - como sugiere el comentario que citaremos enseguida -; antes bien, el Perú acordó reconocer la juridicción de la Corte en virtud de una decisión libre y soberana.
Lo que sigue no es, evidentemente, especulación teórica, si no una reflexión de coyuntura política. La semana pasada, el Vicepresidente Giampietri – funcionario del gobierno y baluarte del filo-fujimorismo “ideológico” en el Ejecutivo – volvió a plantear el retiro de la Corte Interamericana de Derechos Humanos ¿El motivo? La aparente decisión de la CIDH de no admitir las reclamaciones del gobierno del Perú en el caso Castro Castro. La fórmula fallida del fujimorismo ha vuelto a ser puesta en discusión. No sorprende que haya sido el Vicealmirante el autor de la propuesta.
No obstante, la iniciativa ha sido desechada incluso por miembros del Consejo de ministros y por congresistas del APRA. Antero Flores Aráoz y Aurelio Pastor han señalado que el retiro de la CIDH constituiría un error de veras grueso. Si no por el carácter cavernario de la propuesta – que les niega a los familiares de las víctimas una reparación ante una evidente violación de derechos (los presos también tienen derechos, evidentemente, aunque hayan sido delincuentes y enemigos del Estado) -, quizá porque la cristalización de esta iniciativa colocaría al Perú fuera de los márgenes de las democracias occidentales, y comprometería sus posibilidades de entendimiento y cooperación con otros países del primer mundo. A mí me basta la primera razón (la de la inscripción del país en la civilización de los Derechos Humanos), y la segunda constituye un complemento de la primera. No obstante, no es difícil adivinar que el oficialismo – hace unas veces partidario de la pena de muerte y del control sobre las instituciones no gubernamentales – desdeña la propuesta de Giampietri sólo porque ésta pondría en peligro el anhelado TLC con Europa. A la Comunidad Europea sí le interesa el cumplimiento de la legalidad y el respeto por los Derechos Humanos. Resulta desconcertante que el autor de la jurásica iniciativa sea el coordinador de las cumbres, que crea que es posible ser modernos en lo económico y retrógrados en lo legal y político sin que tal incoherencia no tenga consecuencias ¿Es que otros elementos están en juego?
No obstante, la propuesta ha contribuido a sacar a la luz viejas arengas totalitarias y antiliberales, y no poca virulencia. Un conocido comentarista de la blogósfera – apreciado por la página editorial de La Razón – no ha dudado en poner de manifiesto básicos y primitivos sentimientos. A su juicio, debe aplicarse el Código de Hamurabi en las cárceles peruanas, pagando sangre con sangre. El objetor olvida que las acciones de la CIDH no constituyen en absoluto un "signo de intervenciismo foráneo" - como sugiere el comentario que citaremos enseguida -; antes bien, el Perú acordó reconocer la juridicción de la Corte en virtud de una decisión libre y soberana.
El "formidable censor" del 'derechohumanismo' responde de este modo a un post de José Alejandro Godoy sobre el tema:
“En una guerra o se mata al enemigo o este te mata a ti, así de simple y enhorabuena que acabaron con esos terroristas de Canto Grande que habían convertido esa prisión en un parque temático del marxismo-leninismo-maoísmo-pensamiento Gonzalo (….)¿debemos bajar la cabeza?, mira, si tu no tienes dignidad, pues la mayoría de los peruanos sí y por eso no aceptamos que unos jueces extranjeros nos vengan a decir cómo tratar a unos terroristas que tanto daño han causado a nuestro país..”
Como puede verse, al virulento autor del comentario citado no le preocupa que se perpetren ejecuciones extrajudiciales en las cárceles - si es que se realizan en nombre de la "eficacia" -; tampoco le inquieta que los agentes del Estado se pongan al mismo nivel de los delincuentes terroristas que combaten. La guerra sucia le parece un precio a pagar en la lucha contra los enemigos de la ley. Lamentables frases las suyas. Me preocupa el nivel de visceralidad al que estamos llegando en la discusión pública sobre Derechos Humanos. Repito, la preocupación por estos derechos del individuo constituye una causa democrática y liberal, no “socialista” o “colectivista”, como la prédica conservadora - cazadora de brujas en la sociedad civil - pretende argüir. La indiferencia frente a esta gesta universalista y modernizadora no sólo nos dejaría fuera del circuito internacional de las relaciones económicas – como sugieren los sopesadotes de costos y beneficios -; patear el tablero de la legalidad y de los Derechos Humanos puede sumirnos nuevamente en un tiempo de barbarie y de impunidad, en el que prospera la violencia autoritaria o fundamentalista, y en el que impera la supresión de las libertades más elementales.
“En una guerra o se mata al enemigo o este te mata a ti, así de simple y enhorabuena que acabaron con esos terroristas de Canto Grande que habían convertido esa prisión en un parque temático del marxismo-leninismo-maoísmo-pensamiento Gonzalo (….)¿debemos bajar la cabeza?, mira, si tu no tienes dignidad, pues la mayoría de los peruanos sí y por eso no aceptamos que unos jueces extranjeros nos vengan a decir cómo tratar a unos terroristas que tanto daño han causado a nuestro país..”
Como puede verse, al virulento autor del comentario citado no le preocupa que se perpetren ejecuciones extrajudiciales en las cárceles - si es que se realizan en nombre de la "eficacia" -; tampoco le inquieta que los agentes del Estado se pongan al mismo nivel de los delincuentes terroristas que combaten. La guerra sucia le parece un precio a pagar en la lucha contra los enemigos de la ley. Lamentables frases las suyas. Me preocupa el nivel de visceralidad al que estamos llegando en la discusión pública sobre Derechos Humanos. Repito, la preocupación por estos derechos del individuo constituye una causa democrática y liberal, no “socialista” o “colectivista”, como la prédica conservadora - cazadora de brujas en la sociedad civil - pretende argüir. La indiferencia frente a esta gesta universalista y modernizadora no sólo nos dejaría fuera del circuito internacional de las relaciones económicas – como sugieren los sopesadotes de costos y beneficios -; patear el tablero de la legalidad y de los Derechos Humanos puede sumirnos nuevamente en un tiempo de barbarie y de impunidad, en el que prospera la violencia autoritaria o fundamentalista, y en el que impera la supresión de las libertades más elementales.
Pero Gonzalo... ese comentariasta es Alfredo P. ¿que se puede esperar de él? en su comentario ha sido consecuente con su estrechez de miras, como siempre. Ya está respondiendo hasta con agresividad. Que miedo...
ResponderEliminarEs cierto. Este señor ha perdido ecuanimidad, y su 'discurso' cada vez asume mayores tonalidades fascistoides.
ResponderEliminarSaludos,
Gonzalo.
Si nos atenemos a la cita del tal Alfredo P., creo que tiene algo de razón pero, sobre todo, respaldo popular, tan importante en las democracias.
ResponderEliminarEn efecto, en una guerra matas o te matan. Eso no lo ha inventado Alfredo y negarlo sería pura necedad. Así funcionan las guerras, sangrientas y terribles, pero reales al fin y al cabo.
En nuestro caso la guerra la declararon e iniciaron los terroristas y era a ellos en calidad de enemigos a quienes había que combatir. Hasta ahí no veo mayor problema.
Lo que probablemente más haya molestado a algunos es lo referente a la Corte. Pero es ahí donde su argumento, por más que se niegue en ámbitos académicos e intelectuales, es el que de mayor legitimidad popular goza.
Para muchos, entre los que me incluyo, la Corte no es un ente jurídico sino ideológico y por tanto subjetivo. Además de su ignorancia respecto de las distintas realidades bajo su jurisdicción y competencia, la Corte es un organismo que busca la justicia vista desde su punto de vista, desde su ideología.
Eso la hace distante y ajena, y muchas veces reprochable.
En fin, son opiniones que deben ser respetadas.
Saludos.
Anónimo:
ResponderEliminarOlvidas un detalle: no estamos hablando del enfrentamiento en un campo de batalla - allí puede funcionar con frecuencia lo que dices acerca de las muertes -, estamos hablando de ejecuciones extrajudiciales en las cárceles, con los presos. Allí no puede apelarse a la guerra sin más.
Lo de la legitimidad no vulnera otra clase de razones. Qué se va a hacer, no siempre uno está de acuerdo con la mayoría.
Lo de la instancia ideológica y subjetiva, no es verdad, te equivocas. . Sus fallos son vinculantes para nosotros por tratados que hemos suscrito.
Saludos,
Gonzalo.
Es verdad, en el caso concreto no se trataba de un enfrentamiento de guerra, lo cual es condenable.
ResponderEliminarAunque no recuerdo bien el suceso, habría que ver cómo se dieron los hechos pero, en principio, concuerdo contigo. El mío fue un comentario genérico aplicable a la lucha contra el terorismo.
Respecto de la legitimidad, es verdad, no siempre uno está de acuerdo con la mayoría. Pero uno no debe olvidarla y entender el por qué de sus razones (o sinrazones)... Qué vamos a hacer, así es la celebrada democracia.
Por último, tienes razón. Sus fallos son vinculantes pero ello no significa que no sean ideologizados y subjetivos. O acaso los jueces no yerran? O acaso debemos estar siempre de acuerdo? Una cosa es acatar y otra es el contenido de la sentencias ideolgizadas y subjetivas. Entendiste mal.
De hecho, ese es precisamente el tema. Los que quieren retirarse de la Corte saben perfectamente de la obligatoriedad en el cumplimiento de sus fallos, si no no tendría sentido retirarse.
Es por esa misma razón que critican la ideología detrás de las sentencias. Por eso también critican su parcialidad. Dado que sus sentencias obligatorias son subjetivas, parciales y muchas veces desarraigadas, la gente la critica.
Saludos,
Enrique.
Anonimo: no se pueden desconcer los fallos de instituciones de las que somnos parte. Es de enanos morales hacerlo, y mas aun retirarse de ellas a conveniencia, cuando sus decisiones no nos gustan. Un poco mas de madurez es lo que nos hace falta.
ResponderEliminarHola Susana, más allá de tus ataques personales y, paradójicamente, bastante inmaduros, el tema es de fondo.
ResponderEliminarNo se trata de irte porque no te gusta, sino de irte si es que es lo correcto. Me remito a mis comentarios anteriores.
No es de enanos morales ser críticos y conscientes de que algo anda mal con la Corte y con su ideología. Es de enanos morales sí, reducir el debate a la opinión de uno sin admitir argumentos contrarios, Susana.
Enrique:
ResponderEliminarMe parece que decides muy pronto que la CIDH está "politizada" e "ideologizada" ¿Conoces el texto del fallo? Revísalo. Será útil hacerlo.
Sobre el caso puntual, todos los indicios apuntan a que se ejecutaron extrajudicialmente a presos. Eso es un delito. Si agentes del Estado lo cometieron, el Estado debe responder por ello.
Finalmente, irse de la CIDH - si fuera posible - generaría muchos más problemas que los que teóricamente podría resolver. Nos dejaría indefensos frente a potenciales abusos del propio Estado, en una sociedad en la cual la justicia no siempre funciona bien. Las instancias internacionales son un recurso importante contra la arbitrariedad y la impunidad.
Saludos,
Gonzalo.
Gonzalo:
ResponderEliminar¿Y qué pasa si la arbitrariedad la cometen los organismos que nos deberían proteger de ella? ¿Por qué pensar en que los jueces de la corte tengan el don divino de la omnisapiencia? Antes que jueces son seres humanos, por lo tanto pasibles de suceptibilidades y preconceptos.
Me parece que se debe pensar seriamente en la propuesta (que no sé quién hizo) de que los jueces de la CIDH sean nombrados después de algún tipo de consulta popular. Ya que tienen tanto poder que son capaces de doblegar Estados y gobernantes, su nombramiento no puede depender de las élites de la burocracia internacional. Veamos el caso de García Sayán, quién después de haber sido integrante de un partido de izquierda radical, que propugnaba métodos violentos para la conquista del poder,ahora es miembro de esta corte (no me sorprendería si otros miembros de la corte tengan similares credenciales "democráticas").
Saludos
Vaya! como el autor del post original -de ese blog en donde se defendía la malhadada sentencia de la CIDH contra el Perú- se quedó mudo; ahora salen otros a defenderlo y a elaborar malabarismo verbales para justificar lo injustificable: un país como el nuestro que sufrió la violencia terrorista y asesina de una secta de comunistas fanáticos como lo era Sendero Luminoso, ahora no sólo tiene que indemnizarlos con varios miles de dólares, sino que incluso tiene que rendirles homenaje.
ResponderEliminarComo no podía ser de otro modo, este malabarismo verbal es con trampa: se ha procedido a editar mi comentario, por eso lo reproduzco de forma completa aquí.
"...en qué planeta vives?, ¿en qué planeta estuviste durante los 80s y 90s, durante esas décadas de horror que vivimos gracias a los senderistas y sus defensores?.
Cómo se nota que pontificas desde la tranquilidad de un teclado e ignoras lo que nos tocó vivir a los peruanos en esas décadas: vivimos una guerra declarada por una pandilla de alucinados comunistas que querían implantar una Kampuchea sudamericana a sangre y fuego.
En una guerra o se mata al enemigo o este te mata a tí, así de simple y enhorabuena que acabaron con esos terroristas de Canto Grande que habían convertido esa prisión en un parque temático del marxismo-leninismo-maoísmo-pensamientoGonzalo.
En tu defensa de la malhadada sentencia de la CIDH se te olvida mencionar a ese juez brasilero que parece un mal imitador de Jorge Amado, que tuvo la insolencia de sostener en dicha sentencia que las presas senderistas eran unas luchadoras de la justicia camino al sacrifico similares a Juana de Arco.
Frente a esta insolencia que ofende a las víctimas del terrorismo, ¿debemos bajar la cabeza?, mira, si tu no tienes dignidad, pues la mayoría de los peruanos sí y por eso no aceptamos que unos jueces extrangeros nos vengan a decir cómo tratar a unos terroristas que tanto daño han causado a nuestro país."
http://www.desdeeltercerpiso.com/2008/05/pretendiendo-cortar-a-la-corte/#comments
Ojalá que el titular de este blog, en aras de su derechohumanismo no proceda -como en otras ocasiones- a censurar o editar mis comentarios.
A ver, los que defienden que se les pague a estos terroristas y se les rinda homenajes como lo ordena la CIDH (con ese cantinflesco juex que lanza loas a las senderistas de Canto Grande), ¿que tienen que decir ahora?
Hay que ver que tambien el que presenta la propuesta lo hace por un objetivo mas personal que de Estado, pues -como se dice en el articulo- el tiene pendiente lo del Fronton y otros casos junto con su compinche alan garcia.
ResponderEliminarla civilizacion se desarrolla superandose y no retrocediendo a la barbarie del "ojo por ojo...", "y el mundo quedara ciego" (gandhi)
"Me parece que decides muy pronto que la CIDH está "politizada" e "ideologizada" ¿Conoces el texto del fallo? Revísalo. Será útil hacerlo."
ResponderEliminarClaro que yo lo conozco, por eso puedo citar a ese juez brasilero mal imitador de Jorge Amado que tiene la insolencia de decir esto de las senderistas de Canto Grande:
"En mi imaginario personal, no consigo escapar de la impresión de que muchas de las víctimas bombardeadas en el brutal ataque armado a la Prisión de Castro Castro (pabellón 1A) parecen Juanas de Arco de fines del siglo XX (sin pretensión alguna de canonización). Pero, como el personaje histórico (nacida en Domrémy, Vosgos, el 06.01.1412, y muerta el 30.05.1431), tenían sus ideas para liberar el entorno social, por lo que fueran aprisionadas, algunas sometidas a un juicio sin medios de defensa, o ni siquiera esto; en el referido ataque armado, muchas murieron poco después del bombardeo; a su vez, Juana de Arco, como se sabe, fue condenada a ser quemada viva. La victimización y el salvajismo prosiguen desafortunadamente a lo largo de los siglos, en distintos continentes."
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/votos/vsc_cancado_160_esp.doc
¿Alguien que compara a las senderistas con Juana de Arco?,¿No está politizado e ideologizado?
A ver, con qué malabarismos verbales de los que nos tienen acostumbrados los derechohumanistas se puede justificar tamaña infamia.
Estoy esperando.
Sobre los intereses personales de Giampietri, es evidente que sí.
ResponderEliminarNo suelo censurar comentarios, Alfredo. Pero sí te pido que la virulencia la guardes para tus propios asuntos o para otros blogs. Aquí se trata de argumentar.
Tampoco estoy defendiendo a nadie, sino mostrando el primitivismo de Giampietri (y el tuyo) al defender una "modernidad fracturada".
La comparación que hace dicho juez con Juana de Arco es un disparate, en efecto, y una infamia. Pero eso no signifuica que el fallo de la corte esté errado. Se ejecutó extrajudicialmente a presos, eso no se puede hacer. Si los agentes del Estado cometen un delito hay que asumir las consecuencias, y punto.
Insisto en mi metafora del enanismo moral, pero aclaro que no iba dirigida a nadie en particular. No se porque algunas personas se toman comentarios generales a lo personal, y se sienten ofendidos. Y no es que no acepte otros puntos de vista, como el anonimo sugiere. Lo hago, y me dejo incluso persuadir por ellos cuando me parecen razonables. Pero este no es el caso.
ResponderEliminarHola Gonzalo,
ResponderEliminarNo es sólo revisar la sentencia, a lo que me comprometo (aunque he revisado varias), sino a conocer a los integrantes de la Corte quienes, ¡o sorpresa!, son todos de una izquierda militante y, lo que es peor, incapaces de liberarse del velo izquierdista para juzgar situaciones en la que las más de las veces el acusado es el "derechista". Son jueces y parte en el antagónico mundo creado por los fanáticos de ambos lados. La Corte es una suerte de trinchera de una izquierda que se siente agredida y que parece haber encontrado un espacio de revindicación. Muy peligroso.
Creo que la ideología y su puesta en práctica por parte de la Corte está fuera de discusión.
Concuerdo contigo en que en un escenario ideal, una instancia supranacional puede siginificar una garantía, pero creo que no es el caso. Todo lo contrario, pareciera que en este caso nos sometemos a la dictadura de la Corte.
Para Alfredo:
Aunque soy nuevo en esto de los blogs, concuerdo contigo en que Jose Alejandro Godoy filtra y maneja comentarios, como lo ha hecho conmigo. Está en su derecho, pero dice mucho de él. En este blog no me ha pasado.
Sobre la comparación que hace el juez de los terroristas con Juana de Arco, sencillamente nefasta.
Saludos,
Enrique.
Enrique:
ResponderEliminarDe lo que se trata no es de castigar a los "derechistas", sino a los homicidas, tengan el credo que tengan. En Castro Castro se violaron los DDHH. Punto. Una sociedad democrática no puede avalar la impunidad.
Sobre otro punto. Me da la impresión que concebes a la 'izquierda' como un todo, y no es así. También existe una izquierda democrática, que rechaza la violencia (y existe también una derecha violenta). El terrorismo de Sendero y del MRTA mató a mucha gente de izquierda, incluidos María Elena Moyano y varios militantes de IU.
Saludos,
Gonzalo.
Gonzalo,
ResponderEliminarCreo que no nos estamos entendiendo.
Lo que tú describes es un ideal. Una corte justa que condena culpables tras una deliberación objetiva. Te cierras en ese punto y eso te resta objetividad.
Las distintas izquierdas no vienen al caso. La gran cantidad de "izquierdas" son harto conocidas, y da la casualidad que los jueces de la Corte son todos de izquierda, de cualquiera de ellas. El tema no es la izquierda sino la Corte, y la Corte está politizada.
Es innegable que en el mundo político y (lamentablemente) jurídico se combate ideológicamente, y la Corte no escapa a ello. Por eso la Corte es tan predecible y por eso también juzga la realidad con miras a instaurar sus ideales políticos.
Saludos,
Enrique.
Enrique:
ResponderEliminarCon todo respeto, discrepo. Examina la trayectoria de la corte y díme si se ha condenado inocentes. Si quieres concentrarte en el tema, díme si tiene sentido ejecutar a los presos de Castro Castro (no todos estaban condenados). Eso fue un delito, sin más.
Saludos,
Gonzalo.
Enrique:
ResponderEliminarCon todo respeto, discrepo. Examina la trayectoria de la corte y díme si se ha condenado inocentes. Si quieres concentrarte en el tema, díme si tiene sentido ejecutar a los presos de Castro Castro (no todos estaban condenados). Eso fue un delito, sin más.
Saludos,
Gonzalo.
Gonzalo:
ResponderEliminarEl cuestionamiento no es si se ha condenado inocentes (al final sólo Dios sabe si realmente la justicia humana ha dado un veredicto justo). El tema principal es la pretensión de la corte de hacer homenajes públicos e indemnizar a los familiares de las víctimas con unos setenta mil dólares (Poniéndole un precio a la vida humana). Es decir, los familiares de los terroristas terminan bien indemnizados con buenos dólares, mientras los que tuvieron familiares asesinados y secuestrados por los terroristas no reciben ni un céntimo. Razón tenían los emerretistas que sabían que nunca serían olvidados por sus compañeros. Después de todo, MIR, VR, PUM son hermanos ideológicos de los terroristas (Y no hay que olvidar que los izquierdistas se mueven como peces en el agua en la bien pagada burocracia jurídica internacional, y en las ONGs forradas con dólares de la cooperación internacional).
Saludos
Estimado Roberto:
ResponderEliminarSi el Estado ha cometido un delito, debe reparar a las víctimas.
Evidentemente, estoy en contra de cualquier homenaje, pero sí creo que puede caber un reconocimiento del error: el Estado no debe asesinar presos.
Está claro, hay que vencer al terrorismo con las armas y con la ley. Y refutar sus dogmas y su insana prédica violentista. Pero la "guerra sucia" es inaceptable; nos pone en su nivel.
Saludos,
Gonzalo.
Parece que nos alejamos un poco del tema.
ResponderEliminarConcuerdo con la última intervención de Gonzalo, aunque en esa guerra sucia incluiría también a quienes empuñan un arma igualmente peligrosa: la ley y su interpretación sesgada.
Es precisamente por los homenajes y comparaciones heroicas contenidos en las sentencias de la Corte, que su ideología se trasluce y deslegitima.
Creo que un juez apasionado y poético, defensor de una ideología evidente, es por lo menos cuestionable. Les resta objetividad y sentido de justicia, pues todo lo ven "reivindicación", y hasta venganza.
Saludos,
Enrique
Enrique:
ResponderEliminarEstoy de acuerdo. No obstante, creo que debemos restringir el término "guerra sucia" a "guerra de baja intensidad" (grupos de aniquilamiento, tortura sistemática, etc.).
El juez brasileño estaba en la calle; sus expresiones son inaceptables.
Sin embargo, el fallo de la CIDH no ha sido injusto.
Saludos,
Gonzalo.
Gonzalo:
ResponderEliminarAllí tenemos otra cordial e insalvable discrepancia. ¿Por qué el dinero de los peruanos debe terminar en las manos de las familias de quienes desataron la mayor matanza en este país? Si hubo matanzas, que se castigue a los culpables y listo ¿Por qué poner precio a la vida humana? Eso hace que la lucha por los DDHH sea completamente politizada (recuerda el uso electoral de las reparaciones que intentó hacer Susana Villarán) y tenga un matiz de aprovechamiento económico (Gisella Ortiz, por ejemplo, fue fujimorista hasta que percibió lo lucrativo que podía ser vivir del recuerdo de su hermano).
Por otro lado, me alegra concordar contigo en que no deben haber homenajes ¿Que te parece si denunciamos con toda nuestra fuerza la pretensión de la CIDH de hacer homenaje a los terroristas? En esa lucha yo sí te acompanõ, no creo que se deba ir contra el deseo de la población sólo por agradar a las élites solitarias que apoyan estos innecesarios homenajes.
A mí sí me parece injusta la sentencia, porque obliga a los peruanos a hacer homenajes y pagar indemnizaciones a quienes mataron, secuestraron, destruyeron propiedades públicas y privadas, en nombre de la utopía comunista.
Saludos
Fuera del discurso de los DD HH la muerte de presos rendidos constituye un acto vil que deshonra a quien lo haya cometido. En este caso ni siquiera el concepto de estado de excepción en su versión amplia, protegería a los autores.
ResponderEliminarDesde la visión del estado de excepción amplia que sostengo alguien rendido no constituye un peligro para la existencia del Estado, así que no cabría darle muerte, como medida necesaria, proporcional y razonable a la peligrosidad que entraña.
En el caso de la guerra de baja intensidad acciones como ejecuciones extrajudiciales y torturas, p. ej., cabrían luego de una ponderación adecuada de la peligrosidad del enemigo para la existencia del Estado y de las circunstancias que rodean el caso y tendrían que pasar por el test de necesidad, razonabilidad y proporcionalidad.
Para que esta tesis sea viable, se requiere, desde una perspectiva jurídica, denunciar, en primer lugar, la Convención Americana sobre Derechos Humanos que en su artículo 27 numeral 2 prohíbe a las partes la suspensión, durante la vigencia de los regimenes de excepción, de los siguientes artículos, entre otros: el artículo 4 (que recoge el derecho a la vida) y el artículo 5 (el derecho a la integridad personal).
Sé que lo que he dicho es altamente controversial, pero no creo que un Estado pueda negarse de plano a contemplar la posible adopción de ciertas opciones máxime si tomamos en cuenta que el estado de excepción es, de por sí, indeterminable.
Aclaro que cuando hablo de ejecuciones extrajudiciales no me refiero a la muerte de rendidos ni presos, sino a la eliminación selectiva de sujetos que supongan un peligro para el Estado y que no puedan ser detenidos ni juzgados. La juridicidad de esas medidas requeriría, como lo he dicho antes, el que se pase satisfactoriamente el test de necesidad y razonabilidad. proporcionalidad
ResponderEliminarChristian:
ResponderEliminarCreo que tu punto es claro. Discrepo contigo, porque tu idea atenta contra los DDHH y trasgrede una serie de consideraciones éticas importantes. No creo que ningún Estado democrático podría asumir claramente una posición como esa (aunque no dudo que sectores autoritarios simpaticen con ella).
Saludos,
Gonzalo.
Considero que existe relevancia ética positiva para entender de la manera que he expuesto el estado de excepción: si no existe una comunidad organizada no es posible el cumplimiento de los fines individuales, más allá de cómo los definamos y cómo los fundamentemos. El estado de excepción plantea un desafío a la exixtencia misma de una comunidad organizada.
ResponderEliminarAhora quería sólo felicitarte por tan buen blog, y por el diálogo que continuas llevando con Eduardo Hernando Nieto. En la PUCP no hay mucho debate o trabajo interdisciplinario, por ende entre diferentes facultades (pienso en el rico diálogo que habría entre la Facultad de Sociales y Filosofía o la Facultad de Derecho). Ustedes son un ejemplo. Deberían promoverse más debates de este tipo en la universidad.
ResponderEliminarSaludos
Christian
Estimado Christian:
ResponderEliminarMuchas gracias por tu mensaje. Tus comentarios enriquecen este blog, y nutren el diálogo.
Saludos,
Gonzalo.
Mi querido Gonzalo, recién veo después muchos años un comentario a una carta que envíe a Caretas, en donde debo manifestar mi extrañeza que a la carta le hayan agregado: ¿Vetará a Jean Paul Sartre? ¿O no actuará al respecto? Eso jamás escribí. Yo pienso que una universidad no se debe vetar a ningún autor, y menos a uno tan representativo como Jean Paul Sartre, no se si se vetará actualmente en la PUCP a Juan Pablo II, Edith Stein, pensadores católicos que creo tienen mucho que decir en nuestros días, y creo que ni siquiera al Cardenal Cipriani se le debería vetar. La Catolicidad significa Universalidad, y una universidad católica debe ser lo más abierta y universal que se pueda. Yo en verdad no criticaba las tesis de Pepi Patrón, no era esa mi intención, solo mostrar el drama de una cultura moderna que centró su eje en la ausencia del Dios trascendente: “construyamos un mucho como si Dios no existiera” y notaba, según mi modesta opinión, que un extremo de ese ideal, la posición de Sartré: para que el hombre sea libre tiene que liberarse de todo atisbo de dependencia de Dios. Y llamaba la atención que Juan Pablo II, durante todo su pontificado advertía contínuamente que el hombre solo encuentra su realización en Jesucristo, solo en Él, el hombre puede descubrir su verdadero valor. En verdad dos posiciones no se si inconciliables, pero si muy contrarias a la vista. Y en verdad, es el drama de la cultura de hoy, y la universidad (me refiero a la universidad en general) está en medio de ese drama (ahora, yo no se, que tan conscientes de ello son los universitarios: claustro y alumnos).
ResponderEliminarMe llama la atención que me pones arcumentos que yo jamás he dicho, creo que eso es una falta de respeto, tú que eres un profesor universitario y un doctor, y además te burlas y ridiculizas mis afirmaciones, veo más calificaciones que argmentos en tu comentario. Un filósofo creo que debe argumentar más que calificar. Pero por otro lado, pienso que es un tema a debatir y estudiar, hasta que punto es posible conciliar la universidad con la catolicidad en el mundo de hoy, yo pienso que es un tema abierto. Además, toda universidad tiene algo de doctrinario, cuantas doctrinas tienes allí tu metido en tu comentario, no existe una universidad neutral, eso es un cuento chino, todos tenemos ya una cosmovición y una antropología, lo que tenemos es que explicitarla y contrastarla y no escondernos bajo el amparo de la neutralidad y pluralidad. Bueno, un abrazo, y te deseo unas felices fiestas navideñas y un bonito años nuevo 2013. Edgard Munive (e_bcti@yahoo.es)
Estimado Edgard:
ResponderEliminarMi comentario se ocupa de tu carta, tal como fue publicada en aquel medio. Puedes verificar la fueste. Si consideras que ese medio de prensa alteró tu carta, creo que nunca es tarde para hacérselo saber.
Las encíclicas de Juan Pablo II se leen y discuten en los cursos de teología de la PUCP, y M. Scheler y E. Stein se leen en los cursos de fenomenología. La PUCP nunca ha vetado autores, y todos los libros son completamente accesibles en nuestras bibliotecas. Comparto lo que señalas sobre la apertura dialógica, y me parece importante examinar la relación entre fe y razón.
Jamás he defendido la idea de neutralidad, que he criticado en varios luhares. defiendo el pluralismo, y mis posiciones están abiertas a la investigación y la crítica. Mi comentario puede tener cierta ironía, pero sin perder el respeto por la diversidad de ideas. Lo que no es admisible es la invocación al veto desde fuera del debate.
Felices fiestas.
Saludos,
Gonzalo.