CRISTIANISMO Y FIN DE LA METAFÍSICA:
COMENTARIOS SOBRE UN AGUDO Y POLÉMICO LIBRO DE RICHARD RORTY Y GIANNI VATTIMO
Gonzalo Gamio Gehri
El Futuro de la Religión constituye – qué duda cabe – uno de los libros más conmovedores y controvertidos de los últimos años[1]. Sus autores, Richard Rorty y Gianni Vattimo, son dos filósofos contemporáneos que han marcado la pauta en torno a la crítica de los “grandes relatos” y a la defensa de la cultura de la libertad en las últimas décadas. La difusión y discusión de la importante obra de Gianni Vattimo en el medio local afronta algunas dificultades a causa de que sus más entusiastas seguidores son intelectuales, “analistas” y “columnistas de opinión” conservadores, que han presentado al autor de El fin de la modernidad como poco menos que un reaccionario. Nada más alejado de la realidad. Este sesgo en la interpretación del pensamiento débil ha tenido como consecuencia que – en tales círculos reaccionarios – el análisis de la filosofía de Vattimo se concentre en sus agudas reflexiones sobre el ocaso de la metafísica, pero se desatienda el campo de mayor originalidad de sus planteamientos, el de la filosofía de la religión. Vattimo es un filósofo de la secularización, que ha desarrollado una poderosa y plausible lectura del cristianismo hilvanada desde la idea de kenosis, el debilitamiento de Dios (la expresión es del propio Vattimo). Por supuesto, estas tesis no les suenan del todo bien a los paleoconservadores, los devotos del ritualismo y las tradiciones anteriores al Concilio Vaticano II (en la línea de Trento y del Antiguo Régimen).
Vattimo explora la tesis según la cual la secularización moderna constituye una figura más de la kenosis cristiana, expresión de un tiempo en el que Dios ya no nos llama siervos, sino amigos. Una “edad de la interpretación”, en la que la lógica del poder ha sido sustituida por la de la caridad. El fin de la metafísica ha hecho posible el retorno del cristianismo a la luz de la invitación del Evangelio al compromiso con el débil y con el 'insignificante'. La cuestión (metafísica) de la existencia espacio-temporal del ente supremo “Dios” ha sido sustituida por la cuestión fundamental de la existencia hermenéutica de Dios-en el mensaje, el lenguaje “oracular” del Evangelio, que está a la espera de ser interpretado y encarnado en la vida. Este extraordinario itinerario religioso es planteado por Vattimo en dos importantes libros, Creer que se cree y Después de la cristiandad. El gran filósofo italiano plantea en estos textos su anhelo de volver a la Iglesia Católica en este nuevo contexto postmetafísico, ante la convicción de que el cristianismo constituye una narrativa espiritual por la cual vale la pena vivir. No obstante, señala también una serie de reparos que la ortodoxia eclesiástica plantearía a este retorno. Reparos relativos a cuestiones de doctrina teológica y moral sexual. Los textos tienen un valor testimonial tanto como conceptual. En uno de los pasajes más conmovedores de Creer que se cree, Vattimo discute las razones por las cuales siente personalmente que la Iglesia lo excluye en razón de su homosexualidad (forma de vida que Vattimo ha asumido públicamente). Creer que se cree constituye un texto poderosamente honesto, cabalmente escrito en primera persona..
Por su parte, Richard Rorty - quien desafortunadamente falleció en junio del año pasado, como se sabe - confiesa ser un filósofo “religiosamente no musical” (la expresión pertenece a Max Weber). No se trata de un creyente, ni de un intelectual dedicado al fenómeno de las religiones (como es el caso de Charles Taylor, John Caputo o el propio Vattimo). Considera que en estos tiempos postmodernos, profundamente antiesencialistas, la cuestión de la existencia real de Dios ha dejado de ser un problema para nosotros. En este sentido, el ateísmo implica una suerte de “acto de fe” conceptualmente tan vulnerable a la crítica como el propio teísta. Considerar que la fe religiosa en Dios carece de sentido porque las cinco vías de Santo Tomás resultan dialécticamente rebatibles resulta tan absurdo como sostener que los Derechos Humanos "no existen" y que sus prácticas subyacentes carecen de sentido porque encontramos deficiente la dicotomía kantiana entre fenómeno y noúmeno. Conclusiones tan tajantes y desmesuradas suponen el fallido anhelo de alcanzar el punto de vista desde ningún lugar y construir una (imposible) “descripción exacta de lo que hay”.
Las intervenciones de Rorty constituyen un alegato a favor de la finitud y la historicidad de nuestra racionalidad y de nuestras prácticas sociales. En este sentido, sustituye su antigua opción por el “ateísmo” por su actual compromiso con lo que describe como “anticlericalismo”, una interpretación anti-autoritaria de la vida, estrictamente “política, no epistemológica o metafísica” (p. 52); en esto sigue a Vattimo. Este autor aboga por la privatización de la religión – en el marco de las tradiciones democráticas – para preservar su potencial benéfico y conjurar sus eventuales peligros. Nuevamente, se trata de preservar las fronteras entre política y religión. Rorty sostiene que – aunque se reconoce como un hombre sin mayor formación religiosa -, recitaría con Vattimo el 1 Corintios 13 como una forma de afirmar un compromiso solidario con el otro.
Gonzalo Gamio Gehri
El Futuro de la Religión constituye – qué duda cabe – uno de los libros más conmovedores y controvertidos de los últimos años[1]. Sus autores, Richard Rorty y Gianni Vattimo, son dos filósofos contemporáneos que han marcado la pauta en torno a la crítica de los “grandes relatos” y a la defensa de la cultura de la libertad en las últimas décadas. La difusión y discusión de la importante obra de Gianni Vattimo en el medio local afronta algunas dificultades a causa de que sus más entusiastas seguidores son intelectuales, “analistas” y “columnistas de opinión” conservadores, que han presentado al autor de El fin de la modernidad como poco menos que un reaccionario. Nada más alejado de la realidad. Este sesgo en la interpretación del pensamiento débil ha tenido como consecuencia que – en tales círculos reaccionarios – el análisis de la filosofía de Vattimo se concentre en sus agudas reflexiones sobre el ocaso de la metafísica, pero se desatienda el campo de mayor originalidad de sus planteamientos, el de la filosofía de la religión. Vattimo es un filósofo de la secularización, que ha desarrollado una poderosa y plausible lectura del cristianismo hilvanada desde la idea de kenosis, el debilitamiento de Dios (la expresión es del propio Vattimo). Por supuesto, estas tesis no les suenan del todo bien a los paleoconservadores, los devotos del ritualismo y las tradiciones anteriores al Concilio Vaticano II (en la línea de Trento y del Antiguo Régimen).
Vattimo explora la tesis según la cual la secularización moderna constituye una figura más de la kenosis cristiana, expresión de un tiempo en el que Dios ya no nos llama siervos, sino amigos. Una “edad de la interpretación”, en la que la lógica del poder ha sido sustituida por la de la caridad. El fin de la metafísica ha hecho posible el retorno del cristianismo a la luz de la invitación del Evangelio al compromiso con el débil y con el 'insignificante'. La cuestión (metafísica) de la existencia espacio-temporal del ente supremo “Dios” ha sido sustituida por la cuestión fundamental de la existencia hermenéutica de Dios-en el mensaje, el lenguaje “oracular” del Evangelio, que está a la espera de ser interpretado y encarnado en la vida. Este extraordinario itinerario religioso es planteado por Vattimo en dos importantes libros, Creer que se cree y Después de la cristiandad. El gran filósofo italiano plantea en estos textos su anhelo de volver a la Iglesia Católica en este nuevo contexto postmetafísico, ante la convicción de que el cristianismo constituye una narrativa espiritual por la cual vale la pena vivir. No obstante, señala también una serie de reparos que la ortodoxia eclesiástica plantearía a este retorno. Reparos relativos a cuestiones de doctrina teológica y moral sexual. Los textos tienen un valor testimonial tanto como conceptual. En uno de los pasajes más conmovedores de Creer que se cree, Vattimo discute las razones por las cuales siente personalmente que la Iglesia lo excluye en razón de su homosexualidad (forma de vida que Vattimo ha asumido públicamente). Creer que se cree constituye un texto poderosamente honesto, cabalmente escrito en primera persona..
Por su parte, Richard Rorty - quien desafortunadamente falleció en junio del año pasado, como se sabe - confiesa ser un filósofo “religiosamente no musical” (la expresión pertenece a Max Weber). No se trata de un creyente, ni de un intelectual dedicado al fenómeno de las religiones (como es el caso de Charles Taylor, John Caputo o el propio Vattimo). Considera que en estos tiempos postmodernos, profundamente antiesencialistas, la cuestión de la existencia real de Dios ha dejado de ser un problema para nosotros. En este sentido, el ateísmo implica una suerte de “acto de fe” conceptualmente tan vulnerable a la crítica como el propio teísta. Considerar que la fe religiosa en Dios carece de sentido porque las cinco vías de Santo Tomás resultan dialécticamente rebatibles resulta tan absurdo como sostener que los Derechos Humanos "no existen" y que sus prácticas subyacentes carecen de sentido porque encontramos deficiente la dicotomía kantiana entre fenómeno y noúmeno. Conclusiones tan tajantes y desmesuradas suponen el fallido anhelo de alcanzar el punto de vista desde ningún lugar y construir una (imposible) “descripción exacta de lo que hay”.
Las intervenciones de Rorty constituyen un alegato a favor de la finitud y la historicidad de nuestra racionalidad y de nuestras prácticas sociales. En este sentido, sustituye su antigua opción por el “ateísmo” por su actual compromiso con lo que describe como “anticlericalismo”, una interpretación anti-autoritaria de la vida, estrictamente “política, no epistemológica o metafísica” (p. 52); en esto sigue a Vattimo. Este autor aboga por la privatización de la religión – en el marco de las tradiciones democráticas – para preservar su potencial benéfico y conjurar sus eventuales peligros. Nuevamente, se trata de preservar las fronteras entre política y religión. Rorty sostiene que – aunque se reconoce como un hombre sin mayor formación religiosa -, recitaría con Vattimo el 1 Corintios 13 como una forma de afirmar un compromiso solidario con el otro.
La tercera parte del texto constituye probablemente la sección más interesante del mismo. En ella, Vattimo y Rorty dialogan en torno al futuro de la religión, la postmodernidad y la Iglesia (la conversación es moderada por Santiago Zabala). Quizás la parte más controversial sea la de la crítica de la institución eclesiástica. Permítanme citar un fragmento especialmente crítico:
"GIANNI VATTIMO: “Lo que me gustaría subrayar es que el problema del futuro de la religión podría también traducirse en el problema, más restringido, pero sumamente importante, del futuro de la Iglesia. El futuro del arte, por ejemplo, también está relacionado con el futuro de los museos. ¿Qué esperamos de los museos? ¿Esperamos que todas las pinturas del pasado sean destruidas por la nueva creatividad? Por consiguiente, hay una especie de paralelismo entre estos dos aspectos de la cultura.
RICHARD RORTY: Una solución sería que todo el mundo se fuera de la vieja Iglesia y fundara una nueva. Hay un buen libro de Harold Bloom, titulado La religión en Estados Unidos, donde habla de los mormones, de los cuentistas cristianos, de los baptistas cristianos, de los baptistas del sur…Llega a la conclusión de que hay una gran tradición estadounidense: “Si no te gustan las Iglesias, funda la tuya propia”. El lema del libro es que ningún verdadero estadounidense se cree más joven que Dios.
GIANNI VATTIMO: Es verdad. Todo esto tiene que ver, una vez más, con la libertad y con las instituciones.
RICHARD RORTY: Por supuesto que, poco después de haber sido fundada, cada una de estas Iglesias privadas estadounidenses desarrolla su pequeño Vaticano propio y se convierte en otra más de esas horribles instituciones autoritarias.” (2).
Aunque la ironía y la dureza de algunos de los argumentos bosquejados por estos importantes pensadores puede desafiar ciertas sensibilidades – así como la escasa tolerancia a la ‘heterodoxia’ que experimentan algunos espíritus – se trata de un libro polémico que por su profundidad y temática vale la pena ser discutido por quienes nos dedicamos a la filosofía y encontramos en la religión un horizonte vital para la investigación y el compromiso. Se trata de un libro que deja un espacio para la religión, un espacio postmetafísico. Ciertamente, a juicio de los autores, la postmodernidad proyectada sobre la religión no "deja las cosas como están" (como algunos quisieran). Ambos autores insisten en que el talante autoritaria no es un rasgo distintivo del cristianismo, sino la expresión contingente de una de sus direcciones histórico-políticas, que amenaza con distorsionar el mensaje originario; Jesús invita a sus discípulos a ser sus amigos, no sus súbditos (esas metáforas monárquicas tradicionales no nos serían útiles, de acuerdo con Vattimo). El libro generará controversia sin duda en ciertos espacios académicos y teológicos; será importante que así sea, que motive la argumentación y el diálogo antes que el prejuicio. Este texto plantea sin duda una serie de temas que poseen una singular vigencia, que nos invitan al debate y a la reflexión. Quizá la tesis central del texto - no menos controvertida que las citas que hemos consignado - es que, en el mundo contemporáneo, como resultado del 'fin de los metarrelatos', "Dios sigue en circulación" (3).
(2) Ibid, pp. 106-7 (las cursivas son mías).
(3) Ibid, p. 124. La expresión es de Santiago Zabala.
Estimado Gonzalo;
ResponderEliminarVeo con interés tu blog, que conozco hoy. Me parece interesante el asunto de la religión, y justamente tenía pensado escribir al respecto, para lo que, precisamente, tenía separado el libro de Gianni con Rorty que comentas aquí en mi mesa, con la ideade revisarlo. Como ya tal vez intuyas, es en la religión en lo único en lo que me llevo a piedras con Gianni. Aunque tengo unos afanes para publicar cosas (es junio, mes académico pesado y tengo tres malditas pruebas), creo que si me lo permites, en una quincena, voy a detenerme en tu post, con la mejor voluntad, de pasada que concreto mi propio texto.
Con esperanzas de que el diálogo haga su trabajo, con sincero aprecio,
Víctor Samuel Rivera
Querido Gonzalo;
ResponderEliminarRecién ayer entré a tu blog. Vi con satisfacción tu espacio y quería hacértelo saber así. Hoy leo con interés tu texto. Coincide precisamente con que tengo a la mano el libro de Gianni con Rorty que comentas, puesto a mi alcance con la idea de hacer un post sobre religión para el mes que entra. Si me lo permites, voy a comentar tu post más adelante. Como soy un hombre religioso, para mí las coincidencias felices son signos de un mundo sobrenatural.
Tú debes saber que la religión es un tema con Gianni, pues Vattimo es un nihilista práctico y goza con sus textos contra la Iglesia, a pesar de que tiene un cruicifijo de nácar en su mesa de trabajo, igual que yo.
Te dejo por ahora con la esperanza de que el diálogo haga su trabajo.
Fraternalmente,
Víctor Samuel Rivera
Yo también intuía que podía existir una cierta distancia entre posiciones católicas de inspiración reaccionaria y la perspectiva de Vattimo en religión. No obstante, considero que se trata de una importantísima contribución - muy original - del filósofo italiano.
ResponderEliminarSaludos,
Gonzalo.
Brevemente, un punto más sobre lo señalado por VSR. Me considero un hombre religioso. El cristianismo romano es una de las narrativas que constituyen mi identidad. Pero no soy un tradicionalista (aunque puedo entender que otros lo sean, bienvenido el diálogo). Soy un católico autocrítico, "de izquierdas".
ResponderEliminarMe remito al Evangelio, y a su potencial crítico, y menos a la cultura de obediencia jerárquica. En ese sentido, puedo recoonocer en gente como Chesterton o Vattimo un elemento profético. Su crítica al clericalismo no me parece anticristiano, sino perfectamente jesuánico.
Saludos,
Gonzalo.
Estimado Gonzalo;
ResponderEliminarVengo de leer tu texto, así como tus respuestas. Gianni y yo diferimos por razones que no creo se deduzcan de sus ideas, sino de nuestras actitudes respectivas frente a la tradición religiosa y la moral. En realidad, Gianni ha escrito de religión sobre la base de la pregnancia vital de su variada y frustrante experiencia amorosa. Sus escritos sobre el tema han estado tirados siempre por la desgracia (personal más que filosófica)de no encontrar cómo procesar institucionalmente (esto es, con la Iglesia) el tipo de vida que ha llevado. Como él diría de Heidegger en su itinerario nazi, en esto tal vez, por ser fiel a su vida, "no ha sido fiel a sí mismo". Sus actitudes respecto de la religión pública están muy condicionados por su vida privada. No lo culpo por eso. Uno puede creer sin embargo, sobre la base de las ideas que has reseñado, que él en verdad se ha interpretado correctamente a sí mismo. Veamos por qué:
Como debes saber, Gianni, a partir de una lectura de Nietzsche, distingue el nihilismo activo (positivo) del pasivo (negativo). Ambos son parte del evento del final de la metafísica, y creo que son su acontecer social, su traducción en prácticas y creencias en la era de la muerte de Dios. Él piensa que es un nihilista del tipo "positivo", esto es, una clase de nihilista que está activamente comprometido con la disolución de las creencias e instituciones del mundo tecnológico, que es el mundo que hja matado a Dios. No es un mero nihilista, un mero consumidor del cementerio, sino un activo enterrador de muertos. Uno de sus muertos favoritos es la Iglesia y, parezca simpático o no, el otro es el mundo burgués, que es el mundo que a ti te gusta. Los argumentos de Vattimo contra la Iglesia, valen también contra las creencias e instituciones metafísicas, esto es, el mundo occidental tal y como él piensa que es ahora. No creo que te parezca que así "el mundo burgués siga circulando". Gianni estan irreligioso como antiliberal, pero también es muy religioso, y tiene sus momentos liberales. Como pensador, cada día es más cercano a Nietzsche que al humilde de Rorty. Yo personalmente creo que hay que ayudar a que el mundo burgués circule, en eseespecífico sentido, con todo lo que lo acompaña, como el dios nihilista, por ejemplo, el dios del último hombre.
Creo que debes saber que, como cosa anecdótica, él personalmente ama, como yo, los servicios religiosos en latín, y prefiere más el culto tradicional que las misas modernas, a las que -a diferencia de mí, que las tolero fraternalmente- él nunca asiste. Una vez, hablando sobre la Providencia, me dijo algo muy tierno: "No sé ya qué creer. No sé ya qué creo". De la lectura atenta de la filosofía de Vattimo se extrae -como de Heidegger- un culto (una dedicación, un esmero) por comprender y amar el pasado. El pasado es una misión, la verdad un envío. El pasado, más si está presente, la huella del camino. Por eso, por ejemplo, Vattimo es opuesto a equiparar (como hacía el bueno de Rorty, que ahora ya debe estar enterado de qué hay en el más allá) la Iglesia Católica con las iglesias protestantes de Estados Unidos, que son meras ONG donde ya no hay la experiencia de "lo santo". Hay que leer a Heidegger.
Respeto que haya gente que pueda creer sinceramente en la Iglesia "progre", aunque no veo la experiencia religiosa en la Iglesia "moderna". De hecho, es difícil ir a una misa sin salir, preguntándose qué hace uno allí. Los católicos de ese estilo ellos mismos no van a misa, pues la misa y la liturgia les interesa poco (esto es, bien que no creen en ella). Del mismo modo que acepto que hay personas que pueden creer que los DD HH son "verdaderos", acepto sin embargo esas prácticas, que trato de no denunciar demasiado, para no herir susceptibilidades. Es un dato real, sin embargo, que las prácticas religiosas nihilistas atenbtan contra una necesidad humana, que las prácticas "paleo" no sé qué cosa sí satisfacen. Se trata de un dato antropológico a tomar en cuenta, en todos los casos.
El diálogo, pues, está servido. No comparto tu acritud para las interpretaciones "conservadoras" de Vattimo. La mía, por ejemplo, me parece linda.
Querido Gonzalo;
ResponderEliminarVoy a comentar más adelante tu segundo "post". Hay mucho pan por rebanar todavía.
P.D.: Tengo un texto sobre secularización que podría ser útil en algún sentido:
ResponderEliminarhttp://gonzalogamio.blogspot.com/2007/06/qu-es-la-secularizacin.html
Saludos,
Gonzalo.
ALAN RIVERA dijo:
ResponderEliminarQuerido Gonzalo:
Aunque no he leido a los autores que comentan tu y VSR, me siento motivado por su debate a meter mi cuchara, sin siquiera estar seguro si entiendo el fondo de la discusion. Pero en fin, solo unos comentarios:
1. Me llama la atencion un debate tan profuso sobre la religion, sin que haya referencias a la biblia, sobre todo a las ensenianzas consignadas por el Apostol Pablo.
2. Tambien me llama la atencion el comentario peyorativo de VSR a cerca de las iglesias protestantes en EE.UU.; se nota que no las conoce mucho. Vale la pena reconocer que esas iglesias son las primeras impulsoras del masivo movimiento evangelico en todo el mundo, en especial en Latinoamerica, donde el crecimiento de la iglesia cristiana evangelica es solido y veloz. Una de las razones de ello es porque su predica se basa en la biblia y su practica es vivencial y participativa, a diferencia de la iglesiua catolica, donde sigue primando el rito y la tradicion de su doctrina sobre la palabra de Dios.
3. No conozco a los autores citados, pero respecto al tema de la homosexualidad, me llama la atencio que pases por agua tibia el hecho del sesgo de uno de los autores, quien se confiesa homosexual. creo que ese tema es muy importante, porque ese hecho trasciende a la postura del autor y yo creo que lo descalifica en un aspecto, o al menos, lo desautoriza. O crees y aceptas lo que dice la palabra, o no crees y construyes tu propia religion. Hay muchas partes de la biblia donde Dios nos habla a cerca de la homosexualidad:
Génesis 19:1-29 (pecado de Sodoma)
Levítico 18:22
Levítico 20:13
Deuteronomio 23:17-18
1 Reyes 14:24
1 Reyes 15:12
1 Reyes 22:46
Jueces 19:22
2 Reyes 23:7
Romanos 1:24-27
1 Corintios 6:9
1 Timoteo 1:8-10
2 Pedro 2:6
Judas 1:7
Éxodo 20:14
Quiza puedas ayudarme a entender un poco mas si me lo explicas todo de nuevo, pero en facil... jajajaja... mentira, es una broma.
Un abrazo amigo.
Alan Rivera
P.D.: No recuerdo la clave que cree la vez pasada, asi que este comentario ingresa como anonimo. Te ruego que si respondes, me lo hagas saber a mi correo: alanriveraprieto@yahoo.com
Gracias!
Estimado Alan:
ResponderEliminarMuchas gracias por tu mensaje.
Coincido contigo en que el comentario de VSR sobre las iglesias protestantes en EE.UU no se ajustan a la realidad. Creo que muchas de ellas están tanto o más vivas que nuestras propias comunidades, en razón de su contacto directo con la gente.
La queja de Vattimo sobre el sentimiento de exclusión a causa de su homosexualidad es efectivamente polémica, pero no creo que lo descalifique, a pesar de que se trata de un tema difícil (como dan testimonio las referencias bíblicas que pones). En todo caso, su teoría de la kenosis va más allá de sus características personales, y ese es el punto más interesante de su filosofía de la religión.
Saludos,
Gonzalo.
Hola Gonzalo, te saluda Charlie.
ResponderEliminarHe leído tu entusiasta comentario sobre este libro El futuro de la religión, el cual transmite muy bien el dinamismo confluyente entre dos autores tan relevantes para la reflexión filosófica contemporánea como son Richard Rorty y Gianni Vattimo.
Este texto ha sido bien sintetizado por ti en tu blog y no cabe más que añadir, o así me parece. En todo caso, se puede señalar que El futuro de la religión funciona muy bien para introducir al público general a ciertas perspectivas interesantes sobre las nuevas maneras de entender el sentido de una vida religiosa que van a tono con las exigencias de la hermenéutica, la cual a su vez asume la tarea de sacar a la luz las consecuencias del advenimiento del pensamiento postmetafísico, así como la labor de plantear nuevas directrices para la objetividad y el conocimiento desde la intersubjetividad. Para el público académico es preferible comenzar con textos relevantes para la trayectoria individual de cada autor involucrado. De Rorty, ¿Esperanza o conocimiento? Una introducción al pragmatismo; Objetividad, relativismo y verdad; Contingencia, ironía y solidaridad – De Vattimo, Después de la cristiandad. Por un cristianismo no religioso; Creer que se cree.
A partir de los textos mencionados, me atrevo a lanzar las siguientes pautas aproximativas respecto a ambos autores. Vattimo está decididamente comprometido desde dentro por una renovación de la autocomprensión de la vida cristiana, y por tanto, dispuesto a darle una profundidad conceptual a la concepción de una religión más directamente empapada en el flujo de la vida y menos interesada en construcciones teóricas (que luego se pretenden como directrices de campañas evangelizadoras y catecismos). Vattimo quiere una vida religiosa que renuncie al infinito, pues él entiende el infinito desde el siguiente estereotipo recurrente dentro del cristianismo: una entidad que trasciende a la vida desde una actualidad ya real y que pretende imponerle su verdad en tanto la verdad. Rorty no se hace tantos problemas con lo infinito, y eso tal vez se deba en huevan parte a que él contempla estos vientos de cambio dentro de la autocomprensión religiosa desde dentro. Se nota que él siente una genuina curiosidad por advertir, analizar y explicar cómo se engarza su criterio pragmatista de solidaridad en la religiosidad postmetafísica. A partir de la solidaridad, se renuncia a un criterio de objetividad que pretende tener trazado el camino desde un “esquema supraterrenal” cuya accesibilidad supone algún tipo de privilegio epistemológico y moral. Más bien, la solidaridad propone el evaluar lo hecho hoy a partir de una visión crítica sobre los resultados del ayer y la capacidad de inventiva respecto a los posibles bienes futuros. De ahí, nos proyectamos hacia una expansión potencialmente ilimitada de la solidaridad, un futuro que se renueva constantemente en el cual los espacios del otro se abren infinitamente. La solidaridad pragmatista propone tener parte de nuestra mirada en nuestras convicciones del presente y la otra parte en un futuro probable que sea tan bueno como el presente o (mejor aún) que lo supere. Vattimo, atento como está a sus “fantasmas personales” en torno al infinito, prefiere concentrar su mirada en el presente, al menos desde lo teórico. Claro que Vattimo tiene en la mira al futuro de la humanidad y a la futura supervivencia de la fe religiosa como algo auténtico para ser vivido después de la crisis de los grandes discursos ecuménicos… pero me parece que su visión de la intersubjetividad no queda tan completamente definida como la de Rorty. Tal como estoy señalando desde hace un rato, creo que el miedo al estereotipo del infinito le impide renovar este término de una manera tal que le sirva para proyectar su idea de kenosis de manera más exhaustiva.
Hace poco tiempo que he prestado debida atención a ambos autores, por lo que todo esto que estoy señalando en este breve comentario puede adolecer de las imprecisiones propias de las primeras lecturas, pero por aquí va mi vía de entrada por ahora.
Seguimos en contacto.
Hola Gonzalo, te saluda Charlie.
ResponderEliminarHe leído tu entusiasta comentario sobre este libro El futuro de la religión, el cual transmite muy bien el dinamismo confluyente entre dos autores tan relevantes para la reflexión filosófica contemporánea como son Richard Rorty y Gianni Vattimo.
Este texto ha sido bien sintetizado por ti en tu blog y no cabe más que añadir, o así me parece. En todo caso, se puede señalar que El futuro de la religión funciona muy bien para introducir al público general a ciertas perspectivas interesantes sobre las nuevas maneras de entender el sentido de una vida religiosa que van a tono con las exigencias de la hermenéutica, la cual a su vez asume la tarea de sacar a la luz las consecuencias del advenimiento del pensamiento postmetafísico, así como la labor de plantear nuevas directrices para la objetividad y el conocimiento desde la intersubjetividad. Para el público académico es preferible comenzar con textos relevantes para la trayectoria individual de cada autor involucrado. De Rorty, ¿Esperanza o conocimiento? Una introducción al pragmatismo; Objetividad, relativismo y verdad; Contingencia, ironía y solidaridad – De Vattimo, Después de la cristiandad. Por un cristianismo no religioso; Creer que se cree.
A partir de los textos mencionados, me atrevo a lanzar las siguientes pautas aproximativas respecto a ambos autores. Vattimo está decididamente comprometido desde dentro por una renovación de la autocomprensión de la vida cristiana, y por tanto, dispuesto a darle una profundidad conceptual a la concepción de una religión más directamente empapada en el flujo de la vida y menos interesada en construcciones teóricas (que luego se pretenden como directrices de campañas evangelizadoras y catecismos). Vattimo quiere una vida religiosa que renuncie al infinito, pues él entiende el infinito desde el siguiente estereotipo recurrente dentro del cristianismo: una entidad que trasciende a la vida desde una actualidad ya real y que pretende imponerle su verdad en tanto la verdad. Rorty no se hace tantos problemas con lo infinito, y eso tal vez se deba en huevan parte a que él contempla estos vientos de cambio dentro de la autocomprensión religiosa desde dentro. Se nota que él siente una genuina curiosidad por advertir, analizar y explicar cómo se engarza su criterio pragmatista de solidaridad en la religiosidad postmetafísica. A partir de la solidaridad, se renuncia a un criterio de objetividad que pretende tener trazado el camino desde un “esquema supraterrenal” cuya accesibilidad supone algún tipo de privilegio epistemológico y moral. Más bien, la solidaridad propone el evaluar lo hecho hoy a partir de una visión crítica sobre los resultados del ayer y la capacidad de inventiva respecto a los posibles bienes futuros. De ahí, nos proyectamos hacia una expansión potencialmente ilimitada de la solidaridad, un futuro que se renueva constantemente en el cual los espacios del otro se abren infinitamente. La solidaridad pragmatista propone tener parte de nuestra mirada en nuestras convicciones del presente y la otra parte en un futuro probable que sea tan bueno como el presente o (mejor aún) que lo supere. Vattimo, atento como está a sus “fantasmas personales” en torno al infinito, prefiere concentrar su mirada en el presente, al menos desde lo teórico. Claro que Vattimo tiene en la mira al futuro de la humanidad y a la futura supervivencia de la fe religiosa como algo auténtico para ser vivido después de la crisis de los grandes discursos ecuménicos… pero me parece que su visión de la intersubjetividad no queda tan completamente definida como la de Rorty. Tal como estoy señalando desde hace un rato, creo que el miedo al estereotipo del infinito le impide renovar este término de una manera tal que le sirva para proyectar su idea de kenosis de manera más exhaustiva.
Hace poco tiempo que he prestado debida atención a ambos autores, por lo que todo esto que estoy señalando en este breve comentario puede adolecer de las imprecisiones propias de las primeras lecturas, pero por aquí va mi vía de entrada por ahora.
Seguimos en contacto.
Estimado Charlie:
ResponderEliminarMuy interesante tu crítica a la idea de infinito planteada por Vattimo. Sería excelente que mostraras este punto, contrastando con la posición de Levinás (al que Vattimo no trata del todo bien).
Muchísimas gracias por tu mensaje.
Saludos,
Gonzalo.
HOLA GONZALO Y HOLA A TODOS LOS LECTORES, LES SALUDA CÉSAR MENDOZA NUEVAMENTE.
ResponderEliminarRespecto al tema que sacas a colación me hago eco de un bonito texto de Enrique Dussel titulado Un diálogo con Gianni Vattimo. De la Postmodernidad a la Transmodernidad (http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/dussel54.pdf), donde se denuncia el trasfondo de la crítica vattimiana a Levinas. Dicha crítica señala que la ontología levinasiana recae en la vieja tentación metafísica al ver en el logos el puente que me vincula al Otro, y con ello, pretender violentar el flujo de realidad con el poder del discurso coherente. Entonces, Levinas habría dejado entrar por la ventana el imperio monocorde y homogeneizador de lo metafísico, fracasando así en su intento de derribar la metafísica a través de la prioridad ética del Otro, lo Infinito, lo heterogéneo, lo ajeno a cualquier tarea homogeneizadora. Dussel detecta la base para esta crítica en el entusiasmo de Vattimo por el posicionamiento de la diferencia y la multiplicidad (acompañando a Derrida y siguiendo a Heidegger) que se pretende llevar hasta las últimas consecuencias. Ello implica también un deseo de “depurar” el lenguaje hasta el punto de explicitar el sentido de las palabras cruciales de la metafísica (unidad, infinito, sujeto) y, posiblemente, desterrarlas de alguna manera de los modos de pensar el ser en nuestros tiempos. Este mismo deseo, motivador de buena parte de las más relevantes reflexiones vattimianas, le impide en este caso valorar y sopesar adecuadamente el matiz nuclearmente antropológico que Levinas le imprime al logos como lo que me vincula con el Otro.
El Otro me antecede, me impone su prioridad ética en aras de una superación fundamental del talante “inmediatamente” egocéntrico del yo – he aquí la intención básica de la propuesta de pensamiento postmetafísico de Levinas. El propósito de la ley de enmarcar y ordenar esta entrega incondicional y absoluta al Otro que conforma el fundamento de mi ser está encaminado a organizar parámetros viables para la práctica efectiva de dicha entrega al Otro, pues lo Otro, al ser heterogéneo, es un infinito que se abre constantemente hacia horizontes cada vez más amplios y que, por tanto, desborda inmensamente la capacidad (y el deber 9de entrega de parte del yo. Se puede, entonces, ver que Levinas entiende la justicia no como una antítesis de o un contrapunto a la heterogeneidad propia del Otro, sino como una manera efectiva y eficaz de canalizar mi vínculo con lo heterogéneo. Vattimo cede a la tentación, tal como he señalado anteriormente siguiendo a Dussel, de ver esto como un inconveniente retraimiento hacia la vía de la metafísica: se reflejaría así una falta de sutileza respecto al matiz ético en la reflexión postmetafísica propuesta por Vattimo.
En este sentido, Levinas se haya más cerca de Aristóteles, quien reconoce la racionalidad del hombre en el logos entendido como el “manifestar lo conveniente y lo perjudicial, así como lo justo y lo injusto” en relación con sus sensaciones de dolor y placer, haciéndolo poseedor exclusivo “del bien y del mal, de lo justo y lo injusto, y de los demás valores” (Pol. I, 1253a 10-12). Este manifestar implica inherentemente un interlocutor, un contacto, un acto de comunicación que le da sentido a la manifestación misma, un extenderse hacia otro. Veintitrés siglos después, Levinas rescata esta idea para replantearla desde una posición que busca desafiar abiertamente la tradición metafísica de la que Aristóteles es uno de los más importantes pioneros. En tal labor, él no tiene miedo de las palabras en sí mismas (como Rorty con la palabra objetividad, la cual pretende redefinir desde su sentido último y no simplemente contraponer o incluso “abolir”), y se permite replantear al Infinito como el Otro al cual el Yo se une el contacto ético esencial que lo define como ser en el mundo, y al logos como el puente que hace posible dicho contacto.
Ésta es toda la claridad de la cual soy capaz por ahora. Se agradecen, claro está, los aportes que se tenga a bien añadir respecto a las presentes nociones.
Seguimos en contacto.
HOLA GONZALO Y HOLA A TODOS LOS LECTORES, LES SALUDA CÉSAR MENDOZA NUEVAMENTE.
ResponderEliminarRespecto al tema que sacas a colación me hago eco de un bonito texto de Enrique Dussel titulado Un diálogo con Gianni Vattimo. De la Postmodernidad a la Transmodernidad (http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/dussel54.pdf), donde se denuncia el trasfondo de la crítica vattimiana a Levinas. Dicha crítica señala que la ontología levinasiana recae en la vieja tentación metafísica al ver en el logos el puente que me vincula al Otro, y con ello, pretender violentar el flujo de realidad con el poder del discurso coherente. Entonces, Levinas habría dejado entrar por la ventana el imperio monocorde y homogeneizador de lo metafísico, fracasando así en su intento de derribar la metafísica a través de la prioridad ética del Otro, lo Infinito, lo heterogéneo, lo ajeno a cualquier tarea homogeneizadora. Dussel detecta la base para esta crítica en el entusiasmo de Vattimo por el posicionamiento de la diferencia y la multiplicidad (acompañando a Derrida y siguiendo a Heidegger) que se pretende llevar hasta las últimas consecuencias. Ello implica también un deseo de “depurar” el lenguaje hasta el punto de explicitar el sentido de las palabras cruciales de la metafísica (unidad, infinito, sujeto) y, posiblemente, desterrarlas de alguna manera de los modos de pensar el ser en nuestros tiempos. Este mismo deseo, motivador de buena parte de las más relevantes reflexiones vattimianas, le impide en este caso valorar y sopesar adecuadamente el matiz nuclearmente antropológico que Levinas le imprime al logos como lo que me vincula con el Otro.
El Otro me antecede, me impone su prioridad ética en aras de una superación fundamental del talante “inmediatamente” egocéntrico del yo – he aquí la intención básica de la propuesta de pensamiento postmetafísico de Levinas. El propósito de la ley de enmarcar y ordenar esta entrega incondicional y absoluta al Otro que conforma el fundamento de mi ser está encaminado a organizar parámetros viables para la práctica efectiva de dicha entrega al Otro, pues lo Otro, al ser heterogéneo, es un infinito que se abre constantemente hacia horizontes cada vez más amplios y que, por tanto, desborda inmensamente la capacidad (y el deber 9de entrega de parte del yo. Se puede, entonces, ver que Levinas entiende la justicia no como una antítesis de o un contrapunto a la heterogeneidad propia del Otro, sino como una manera efectiva y eficaz de canalizar mi vínculo con lo heterogéneo. Vattimo cede a la tentación, tal como he señalado anteriormente siguiendo a Dussel, de ver esto como un inconveniente retraimiento hacia la vía de la metafísica: se reflejaría así una falta de sutileza respecto al matiz ético en la reflexión postmetafísica propuesta por Vattimo.
En este sentido, Levinas se halla más cerca de Aristóteles, quien reconoce la racionalidad del hombre en el logos entendido como el “manifestar lo conveniente y lo perjudicial, así como lo justo y lo injusto” en relación con sus sensaciones de dolor y placer, haciéndolo poseedor exclusivo “del bien y del mal, de lo justo y lo injusto, y de los demás valores” (Pol. I, 1253a 10-12). Este manifestar implica inherentemente un interlocutor, un contacto, un acto de comunicación que le da sentido a la manifestación misma, un extenderse hacia otro. Veintitrés siglos después, Levinas rescata esta idea para replantearla desde una posición que busca desafiar abiertamente la tradición metafísica de la que Aristóteles es uno de los más importantes pioneros. En tal labor, él no tiene miedo de las palabras en sí mismas (como Rorty con la palabra objetividad, la cual pretende redefinir desde su sentido último y no simplemente contraponer o incluso “abolir”), y se permite replantear al Infinito como el Otro al cual el Yo se une el contacto ético esencial que lo define como ser en el mundo, y al logos como el puente que hace posible dicho contacto.
Ésta es toda la claridad de la cual soy capaz por ahora. Se agradecen, claro está, los aportes que se tenga a bien añadir respecto a las presentes nociones.
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