(A PROPÓSITO DE LA SEMANA SANTA)
Gonzalo Gamio Gehri
"Examínenlo todo y quédense con lo bueno”
(Tesalonicenses 5, 21)
Quisiera decir un par de palabras sobre el cristianismo, aprovechando estos días que los cristianos plantean como un tiempo de reflexión. Lo que siguen son mis impresiones personales sobre una compleja cuestión religiosa. No soy teólogo - ni pretendo serlo - y sólo deso someter estas impresiones al trabajo de una reflexión más detenida, sin mayor autoridad que la del ciudadano que emite una opinión sobre un tema importante. Algunos sabrán que soy católico – un católico autocrítico, según la sabia recomendación del creyente Chesterton: quitarse el sombrero en el templo, pero nunca la cabeza -, que se plantea como un reto personal la interacción libre y dialógica entre el contenido de su fe - que invita a "examinarlo todo" - y su irrenunciable vocación por la filosofía (no necesariamente la conciliación que proponen a su manera Tomás de Aquino y las encíclicas, sino la articulación que pueda lograrse desde una búsqueda personal de sentido que quiere nutrirse por igual del Evangelio y del pensamiento autónomo.)
Si una cosa tengo clara respecto del mensaje de Jesús es que se trata de un mensaje de encarnación. El cristianismo narra el ingreso de Dios al horizonte del tiempo y la vida de los seres humanos, con quienes entabla amistad. El ejemplo del propio Jesús, que predica el amor incondicional y el perdón – incluso al enemigo – bajo la figura del anuncio del Reino de Dios, lo lleva a enfrenta al poder sacerdotal de su época, que impone un formalismo ritual sin justicia ni compasión. La exigencia veterotestamentaria “¡misericordia quiero, y no sacrificios!” marca la pauta de las enseñanzas de Jesús. El compromiso con Dios se revela en el compromiso con el ser humano.
Este conflicto llevó a Jesús a padecer muerte de cruz, una muerte que suponía terribles dolores y la exposición a la humillación pública fuera de las fronteras de la comunidad. Recibió la muerte de un hereje. Es que, mientras los fariseos insistían en examinar la “pureza doctrinal” de los judíos (obediencia a la autoridad, observancia del šabbāt, etc.), Jesús manifestaba un escaso interés en la ‘ortodoxia’. Recuérdese el episodio del soldado romano, quien le pide que atienda a uno de los suyos, añadiendo luego: “Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarlo”. Esta manifestación total de confianza deja admirado a Jesús, quien comenta que en el pueblo de Israel no había encontrado una fe tan grande. Declaración interesante, porque no alude a la “doctrina religiosa” del soldado, sino a su disposición a la acción del amor. El centurión romano era un pagano, un creyente en múltiples dioses representados en ídolos y que rendía culto a sus ancestros caracterizados en pequeñas efigies. Sin embargo, Jesús deja atrás esas consideraciones relativamente superfluas y observa directamente el corazón del individuo, su capacidad de compromiso con el otro (particularmente el que sufre, padece injusticia, etc.). Este modo de pensar está cabalmente expresado en la parábola del Juicio – Mateo 25 -: quienes se convierten en auténticos merecedores del Reino son aquellos que dieron de comer al hambriento, fueron a visitar al enfermo o al preso. La ‘ortodoxia’, la “pureza doctrinal” no son motivo de salvación.
La encarnación es un elemento medular del cristianismo que muchos cristianos tienden a olvidar. No alude solamente a la kénosis divina, sino también a la disposición de los seres humanos a ingresar en los asuntos del tiempo para comprometerse con la causa del amor, la paz y la justicia. Lamentablemente, no siempre entendemos el ethos cristiano de esta forma. Hay quienes están más preocupados por abandonar este mundo que orientarse en él conforme a las exigencias del Reino - pese a que el propio Evangelio señala: “Y sepan que el Reino de Dios está en medio de ustedes” (Lucas 17, 21) -. Aquí y no sólo allá. Vivimos es un tiempo en el que no provoca ya sorpresa que una autoridad religiosa se exprese de manera ofensiva sobre los Derechos Humanos y las instituciones que los defienden, o que algunos teólogos tradicionalistas consideren a priori que la tesis de la opción preferencial por los pobres es mera “sociología". Algunos cristianos reconocen la presencia de Jesús en el sagrario, pero no son capaces de descubrirlo en el rostro de las víctimas inocentes de la violencia y la injusticia (p.e., el encono de un sector minoritario de la Iglesia frente al Informe de la CVR). Estas situaciones nos llevan a pensar que - hoy más que nunca - cabe recordar el lugar central que posee el principio de encarnación en el espíritu del cristianismo. No olvidemos la llamada la atención paulina, planteada precisamente desde esta preocupación por lo kenótico: “amigos galileos ¿Qué hacen ahí mirando al cielo?” (Hechos 1, 11).
(Tesalonicenses 5, 21)
Quisiera decir un par de palabras sobre el cristianismo, aprovechando estos días que los cristianos plantean como un tiempo de reflexión. Lo que siguen son mis impresiones personales sobre una compleja cuestión religiosa. No soy teólogo - ni pretendo serlo - y sólo deso someter estas impresiones al trabajo de una reflexión más detenida, sin mayor autoridad que la del ciudadano que emite una opinión sobre un tema importante. Algunos sabrán que soy católico – un católico autocrítico, según la sabia recomendación del creyente Chesterton: quitarse el sombrero en el templo, pero nunca la cabeza -, que se plantea como un reto personal la interacción libre y dialógica entre el contenido de su fe - que invita a "examinarlo todo" - y su irrenunciable vocación por la filosofía (no necesariamente la conciliación que proponen a su manera Tomás de Aquino y las encíclicas, sino la articulación que pueda lograrse desde una búsqueda personal de sentido que quiere nutrirse por igual del Evangelio y del pensamiento autónomo.)
Si una cosa tengo clara respecto del mensaje de Jesús es que se trata de un mensaje de encarnación. El cristianismo narra el ingreso de Dios al horizonte del tiempo y la vida de los seres humanos, con quienes entabla amistad. El ejemplo del propio Jesús, que predica el amor incondicional y el perdón – incluso al enemigo – bajo la figura del anuncio del Reino de Dios, lo lleva a enfrenta al poder sacerdotal de su época, que impone un formalismo ritual sin justicia ni compasión. La exigencia veterotestamentaria “¡misericordia quiero, y no sacrificios!” marca la pauta de las enseñanzas de Jesús. El compromiso con Dios se revela en el compromiso con el ser humano.
Este conflicto llevó a Jesús a padecer muerte de cruz, una muerte que suponía terribles dolores y la exposición a la humillación pública fuera de las fronteras de la comunidad. Recibió la muerte de un hereje. Es que, mientras los fariseos insistían en examinar la “pureza doctrinal” de los judíos (obediencia a la autoridad, observancia del šabbāt, etc.), Jesús manifestaba un escaso interés en la ‘ortodoxia’. Recuérdese el episodio del soldado romano, quien le pide que atienda a uno de los suyos, añadiendo luego: “Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarlo”. Esta manifestación total de confianza deja admirado a Jesús, quien comenta que en el pueblo de Israel no había encontrado una fe tan grande. Declaración interesante, porque no alude a la “doctrina religiosa” del soldado, sino a su disposición a la acción del amor. El centurión romano era un pagano, un creyente en múltiples dioses representados en ídolos y que rendía culto a sus ancestros caracterizados en pequeñas efigies. Sin embargo, Jesús deja atrás esas consideraciones relativamente superfluas y observa directamente el corazón del individuo, su capacidad de compromiso con el otro (particularmente el que sufre, padece injusticia, etc.). Este modo de pensar está cabalmente expresado en la parábola del Juicio – Mateo 25 -: quienes se convierten en auténticos merecedores del Reino son aquellos que dieron de comer al hambriento, fueron a visitar al enfermo o al preso. La ‘ortodoxia’, la “pureza doctrinal” no son motivo de salvación.
La encarnación es un elemento medular del cristianismo que muchos cristianos tienden a olvidar. No alude solamente a la kénosis divina, sino también a la disposición de los seres humanos a ingresar en los asuntos del tiempo para comprometerse con la causa del amor, la paz y la justicia. Lamentablemente, no siempre entendemos el ethos cristiano de esta forma. Hay quienes están más preocupados por abandonar este mundo que orientarse en él conforme a las exigencias del Reino - pese a que el propio Evangelio señala: “Y sepan que el Reino de Dios está en medio de ustedes” (Lucas 17, 21) -. Aquí y no sólo allá. Vivimos es un tiempo en el que no provoca ya sorpresa que una autoridad religiosa se exprese de manera ofensiva sobre los Derechos Humanos y las instituciones que los defienden, o que algunos teólogos tradicionalistas consideren a priori que la tesis de la opción preferencial por los pobres es mera “sociología". Algunos cristianos reconocen la presencia de Jesús en el sagrario, pero no son capaces de descubrirlo en el rostro de las víctimas inocentes de la violencia y la injusticia (p.e., el encono de un sector minoritario de la Iglesia frente al Informe de la CVR). Estas situaciones nos llevan a pensar que - hoy más que nunca - cabe recordar el lugar central que posee el principio de encarnación en el espíritu del cristianismo. No olvidemos la llamada la atención paulina, planteada precisamente desde esta preocupación por lo kenótico: “amigos galileos ¿Qué hacen ahí mirando al cielo?” (Hechos 1, 11).
Saludos ante todo. Me parece excesivo calificar la postura de los fariseos como "ortodoxia" cuando de lo que en realidad se trataba era de una fe superficial, concentrada en "la letra", sin advertir el contenido y menos su sentido. Es algo parecido de lo que sucede con los que conciben la fe cristiana como una "opción por los pobres" pero identificando a estos como los carentes de bienes materiales o los "insignificantes" socialmente. Son los reduccionismos prácticos y conceptuales los que Jesus fustigaba.
ResponderEliminarNo estoy de acuerdo. Los fariseos constituían una importante y venerable tradición 'teológica' entre los judías, muy respetada. El conflicto con Jesús no es tan sencillo.
ResponderEliminarTampoco concuerdo con su juicio sobre la opción por el pobre. "Pobre" en la Biblia es el desposeido, el socialmente insignificante, el condenado a una muerte prematura.
El discurso sobre la "pobreza como virtud" es bastante posterior al Evangelio y a Jesús.
Saludos,
Gonzalo.
Le sugiero una lectura desprejuiciada de la obra de Gustavo Gutiérrez y González Faus. Lo reconciliará con la opción por el pobre - TL.
ResponderEliminarSaludos,
Gonzalo.
Me ha gustado mucho este post Gonzalo. Como sabes, no me considero una persona creyente en el mismo sentido que tú te consideras a ti mismo, y tengo problemas para entender a las personas que creen de la manera superficial y ortodoxa que describes. Pero me identifico mucho con tu postura, la de dejar atrás las consideraciones superfluas para observar directamente el corazón del individuo y su capacidad de compromiso con el otro. Creeo que ese compromiso puede provenir de diversas fuentes, y que personas que no se consideran creyentes en el sentido tradicional pueden tenerlo incluso de manera más sólida y auténtica otras que sí se piensan creyentes.
ResponderEliminarMuchas gracias, Susana, por tus generosos comentarios. Encuentro en tu trabajo un genuino compromiso con la encarnación. Como dice John Caputo, la religión es para los que aman al prójimo, antes de para los que creen en los dogmas y las formas. Considero que la clave del cristianismo es el compromiso con el otro.
ResponderEliminarSaludos,
Gonzalo.
Hola, muy buena reflexión sobre el cristianismo. Mucha gente no entiende ni comprende que ser cristiano es seguir a Jesús. Por eso, la Iglesia debe ser un lugar del cual se participa de la PERSONA y de la MISIÓN de Jesús. Algunos amigos se alejan de la Iglesia porque no "refleja" a Jesús. Que dificil es entender los sacramentos, los signos que involucran, sin una conocimiento interno de Jesús y como bien refieres, sin ver en los demás a otro Cristo. Si me dieran a escoger un fragmento de la Biblia sería el de las Bienaventuranzas. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus comentarios. Es cierto, mucha gente deja la religión por la falta de ejemplo de quienes tendrían que seguir el Evangelio.
ResponderEliminarSaludos,
Gonzalo.
Te felicito por el post Gonzalo.
ResponderEliminarEfectivamente, en el Nuevo Testamento la imagen del fariseo es la de una autoridad religiosa divorciada en su práctica de su predica. Jesús cuestiona ese divorcio, pero el divorcio nunca es presentado como inherente a la Fe judía o incluso a la autoridad religiosa. De hecho, el divorcio entre predica y práctica de los fariseos no aparece como un signo de tradición sino de decadencia. De allí mi problema para entenderlo como "Ortodoxia".
En el contexto narrativo del Nuevo Testamento los fariseos son símbolo de ese divorcio, en el contexto de mi vida diaria en el Perú quienes atacan el informe de la CVR -"ortodoxos" y otros que no lo son tanto- son unos fariseos.
Saludos cordiales,
Muchas gracias.
ResponderEliminarUtilizo la expresión "ortodóxos" porque estos fariseos - los de antes, y los de ahora - privilegian la "doctrina" y las "formas" antes que el amor.
Saludos,
Gonzalo.
Como muy bien indicas el conflicto entre Jesus y los fariseos no es tan sencillo como algunos piensan. De hecho, es la mayoría de las veces mal interpretado.
ResponderEliminarNo es que quiera ser puntilloso en este asunto pero el uso que haces del término "ortodoxo" no es adecuado en este caso.
Me explico. La secta de los fariseos fue como bien dices importante y respetada. Su historia es compleja. Difícilmente puede ser entendida a la luz sólo del Nuevo Testamento.
"Ortodoxo" es tal cual "quien se ajusta al dogma". Lo interesante en el caso de los fariseos -y del Judaismo- en general es que el problema no es tanto un asunto de ajustarse al "dogma" como de observar las "leyes". No es lo mismo y aún si lo fuera el hecho es que varios documentos independientes indican que la observancia de las "leyes" en la vida diaria fue una práctica promovida por los fariseos y aceptada por los judíos como resistencia a la opresión imperial (básicamente durante casi todo pero sobretodo al final del periodo del segundo templo). Es un caso pues de "ortodoxia" -si acaso podemos seguir usando el término- como resistencia. (Dicho sea de paso ésto es algo que caracteriza a los descendientes religiosos de la secta de los fariseos hasta hoy en día).
Por eso es que en palabras atribuidas al propio Jesus por Mateo:
"Entonces Jesús se dirigió a la gente y a sus discípulos y les dijo: 'En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen." (Mateo 23:1-3).
Si creemos en esta afirmación entonces Jesus promueve esa "ortodoxia" -la observancia de la ley judia en la vida diaria. No se opone a ella sino más bien a la hipocresia de aquellos que la predican pero no la practican.
Los ejemplos citados inmediatamente después y atribuidos al mismo Jesús no pueden ser más interesantes. No se refieren a la observancia de esta o aquella prescripción, sino a asuntos que son a fin de cuentas simple y llanamente de "justicia". En resumen, Jesus no acusa a los fariseos de "ortodoxos", sino de "hipócritas" por "injustos", de la misma manera que hoy podríamos acusar a ciertos católicos "ortodoxos" de derecha (y ciertamente también a algunos "heterodoxos" de izquierda) de fariseos. Por decoro no voy a mencionar nombres, ni siquiera el del inefable gallinazo que ronda la PUCP.
Por lo demás de acuerdo contigo.
Hola, muchas vueltas al término ortodoxo. A fin de cuentas está escrito entre comillas. No sean tan ortodoxos en las definiciones pues :P
ResponderEliminarNo nos distraigamos del mensaje central y de la propuesta de esta reflexión que es la encarnación. Otro punto para desarrollar a futuro sería la transfiguración, que es cómo actua Dios en nosotros, cómo plenifica la condición humana, etc.
Seguir a Jesús cuesta pero nos vuelve generosos. Nos hace mirar a las personas con otros ojos, da sentido a la esperanza y nos hace fuertes en las contradicciones.
Para acabar, yo me pregunto es qué tipo de iglesia o comunidad quiere Jesucristo; porque seguirle se hace no como una isla desconectados de todo sino en comunidad...
Estimado Anónimo:
ResponderEliminarMuchas gracias por el excelente comentario. Interesante reflexión sobre el vínculo entre una genuina ortodoxia y la "ortopráxis". En realidad, yo he usado "ortodoxia" de manera un tanto libre y a propósito - además entre comillas, como bien apunta Milanta - para hacer un paralelo entre los fariseos que hostilizaron a Jesús y los nuevos fariseos que hoy (a veces cínicamente "en nombre de la Iglesia") proscriben la búsqueda cristiana de compasión y justicia con el inocente que sufre (el caso que pones de los fundamentalistas que quieren invadir ílegítimamente la PUCP es muy bueno). Usé " anhelo ortodoxia" como sinónimo de "búsqueda obsesiva de pureza doctrinal"; por eso las comillas.
Pero quiero hacer un apunte complementario a tu aclaración. Vayamos al griego. "Ortodoxia" viene de "orthé" y "dóxa" (me tomo una licencia con los acentos). "Orthé" es "recta" o "correcta" y "dóxa" es "opinión" o "perspectiva" (en otros contextos también se traduce como "gloria"). "Ortodoxia" significa "opinión o perspectiva correcta", y se puede interpretar aplicada tanto al ENUNCIADO DE LA LEY O al enunciado de la doctrina establecida por la autoridad (el tema de los dogmas). La diustinción entre la referencia a ley y a los dogmas (discutible en el caso judío) no es clara. "Ortodoxia" puede interpretarse como corrección frente al enunciado de la Ley. Mi uso de "ortodoxia" en este sentido sí sería adecuado.
Saludos,
Gonzalo.
Esa identificación entre observancia crealiva de la ley y la ortopraxis es convergente con la afirmación de Jesús de que no vino a abolir la ley, sino a "darle su interpretación definitiva".
ResponderEliminarSaludos,
Gonzalo.
Gonzalo,
ResponderEliminarExcelente y muy interesante tu respuesta a mi comentario (me olvide de firmar con mi pseudónimo).
Tienes razón. La distinción entre dogma (i.e., conjunto o sistema establecido de creencias) y ley (i.e., prescripciones, reglas, normas) en mi comentario no fue clara. Apelaba al hecho que en el judaismo (especialmente en la tradición rabínica) el énfasis no está puesto en el dogma sino en la ley (tal y como los defino aquí). Aunque diferentes sectas judías del periodo discutido aquí tenían diferentes creencias con respecto, por ejemplo, a la vida después de la muerte, las principales diferencias son en realidad las referidas a la manera correcta de casarse, celebrar el Sabath, etc. etc. etc. Ni hablar de la comida. Es muy importante seguir las prescripciones al pie de la letra. Esto es algo que los cristianos -especialmente los obsesionados con cuestiones teológicas- no comprenden bien. Pero en fin... dejémoslo allí. Ciertamente no es el tema central del post.
El tema de "la interpretación definitiba de la ley" que atribuyes a Jesús es bien interesante también. Esa es probablemente una de las principales diferencias entre el judaismo y el cristianismo. En el judaismo -y notoriamente en la tradición rabínica- el estudio y debate de las escrituras es simplemente interminable -nunca definitivo. La confrontación entre Jesús y algunos fariseos probablemente no fue tanto un enfrentamiento final sino parte de esa tradición de estudio y debate. Este es un aspecto de la tradición rabínica que ha sido resaltado hasta en un episodio de "The Simpsons". ¿Lo has visto?. Lisa trata de convencer al padre de Krusty The Clown -un rabino ortodoxo- que se reconcilie con su hijo -a quien no perdona por haber elegido la carrera de payaso. A cada interpretación de Lisa se contrapone una del rabino. El debate continua a pesar de que ambos estan hartos el uno del otro. No te cuento el final. Buenísimo!!! El famoso dicho "junta 10 rabinos y tendrás 11 opiniones" también se aplica perfectamente al caso.
Bueno amigo. Felicitaciones por el blog. Muy interesante. Ya nos veremos por la universidad.
Estimado Amigo:
ResponderEliminarMuchas gracias por tu respuesta. El contraste que planteas entre el judaísmo y el cristianismo es sumemente fecundo e inspirador para nuevas reflexiones. lo que señalas acerca de "La confrontación entre Jesús y algunos fariseos probablemente no fue tanto un enfrentamiento final sino parte de esa tradición de estudio y debate" me parece fundamental.
Un abrazo,
Gonzalo.
Hola.
ResponderEliminarHe visto de manera reiterada tu postura crítica en contra de muchas de las personas que se han manifestado en contra del Informe Final de la CVR. Ahora bien, no eres el único al cual he escuchado o leído palabras en este mismo tono. Por ejemplo, la gran mayoría, por no decir la totalidad, de profesores que me han enseñado durante mis años por la universidad ha hecho menciones muy parecidas. Si bien algunas más concisas que otras, todos han incurrido en opiniones parecidas.
Por lo cual se ha sembrado una duda dentro de mis pensamientos: qué tan positivo llegan a ser estas manifestaciones que son tan constantes. Pues muchos de los peruanos “de a pie” ya han olvidado el tema que fue tocado por la CVR. Además he llegado a considerar que estas personas que son constantemente atacadas son “indefensas” pues no han llegado a mis manos respuestas u opiniones de estas personas a las cuales haces constantes alusiones. (Agradecería si tuvieras algún artículo que me ilustre)
Debo mencionar, finalmente, para no contar con malentendidos, que mi postura es de total apoyo al Informe Final de la CVR y creo, como muchos de nosotros, que ya es tiempo que este tome un lugar más protagónico en nuestro país.
Saludos.
Estimado Dapounti:
ResponderEliminarGracias por tus dos comentarios, muy interesantes. Tengo que aclarar un punto: CRITICAR NO ES ATACAR. Criticar es ofrecer razones para mostrar que un conjuntos de ideas son contradictorias o inconsistentes, o que determinadas acciones o actitudes son desafortunadas o nocivas. He señalado aquí - con argumentos - que la hostilidad o la indiferencia de algunas autoridades frente al IF CVR son funestas u ocultan otra clase de intereses. No creo que la gente haya olvidado el tema (al menos no las víctimas inocentes). Aquí son bienvenidas todas las opiniones, bajo la única condición que se argumente y no se agravie. Algunas personas prefieren no decir nada al respecto porque prefieren no entrar en el libre juego de la argumentación (algunas autoridades políticas prefieren el recurso a lobbies o a "estrategias", actitud que yo encuentro cuestionable, por supuesto).
La crítica es buena, ayuda a crecer a la sociedad, cuando es clara y bien intencionada. Recuerda la imagen de Sócrates del tábano que pica detrás de la oreja y ayuda a la pólis a despertar. A veces callar puede ser un acto de debilidad o de complicidad. Decir algo es un deber ciudadano.
veo que se han ido por las ramas.. pero ha sido enriquecedor.
ResponderEliminarretomando tu artículo,es importante lo que señalas, recordar a Cristo encarnado en el tiempo y la cultura.Desde el Antiguo Testamento Dios siempre peregrina con su pueblo, no se evade.Y si investigas en dónde está fundada la esperanza cristiana verás allí a Cristo, como señor de la Historia, retornando a este mundo y reuniendo en él a todo lo creado. Lamentablemente cargamos una pesada herencia platónica que nos lleva a disociar lo espiritual de lo cultural, y eso se ve todos los días en las iglesias. Rezo por que seamos útiles para mostrar a otros, este Cristo encarnado.
saludos
fandelrey.blogspot.com
Estimado Fandelrey:
ResponderEliminarGracias por tu mensaje. Comparto tu punto de vista, particularmente el antidualismo que postulas.
Saludos,
Gonzalo.
Excelente artículo sobre el cristianismo y la juventud, ya que muchos jóvenes no les gusta seguir el camino de Dios, pero los que si, podemos dar fe que Dios existe y está aquí para cuidarnos, no nos olvidemos de rezar.
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