Gonzalo Gamio Gehri
Al final, el tema del Tercio Superior se terminó extinguiendo en la discusión sobre las políticas públicas en el sector Educación. La medida se ha evidenciado arbitraria y poco rigurosa, en tanto no constituía un criterio universal y estricto para medir la excelencia en la tarea docente (y ni siquiera en la tarea académica). No tomaba en cuenta la pericia ni los recursos pedagógicos del maestro en el aula, ni su experiencia. En la mayoría de las regiones, la regla del Tercio Superior será sustituida por una evaluación unitaria. La propuesta vino y se fue con tanta celeridad que uno no puede evitar sospechar que se trata de uno de los tantos “globos de ensayo” - como la pena de muerte, el “pacto social”, etc. - que el gobierno aprista suelta para distraer a la opinión pública y provocar que se sumerja en la confrontación y la discusión, mientras el Ejecutivo cuece otras habas. Nuestro presidente sigue pensando que vivimos en los ochentas.
Pero el que ha salido particularmente mal parado de esta escaramuza ha sido el ministro Chang. Apostaba su mano izquierda por la implementación inmediata - y libre de cuestiones – de la controversial propuesta. Ha puesto de manifiesto toda su intolerancia, autoritarismo y tozudez en esta confrontación con los maestros y con los presidentes regionales (a los que nunca consultó para conocer su opinión sobre el tema). En un brillante artículo – publicado en La República – Constantino Carvallo sostiene que Chang no ha desplegado ninguna de las virtudes que esperamos de los buenos maestros del Perú (y que tendría que cultivar un ministro de Educación): apertura, disposición al diálogo, empatía. Lejos de esto, el ministro ha hecho gala de aquellos vicios que denunciamos en algunos dirigentes del SUTEP: actitud beligerante, incapacidad para la conversación y la negociación, displicencia para con las razones del otro. Chang ha demostrado que no está a la altura de su cargo.
Pero hay más. El ministro Chang – quien es además el Rector de la Universidad San Martín de Porres, pues hasta donde sabemos no ha renunciado - ha señalado orgullosamente que forma parte del Tercio Superior en la Universidad Federico Villarreal, haciendo evidente que predicaba con el ejemplo. Sin embargo, José Alejandro Godoy ha demostrado – en su blog Desde el Tercer Piso – que Chang fue expulsado de la Universidad Católica por desaprobar tres veces cuatro materias. Es evidente que la oposición a esta medida no puede fundarse en que su gestor más fanático no haya estado a la altura de cumplirla (como Silvio Rendón ha indicado, la afirmación “la propuesta del Tercio Superior no es válida porque a Chang lo eliminaron de la PUCP “ es una grosera falacia). No obstante, la penosa trayectoria académica del ministro en la PUCP sí revela algo importante, a saber, que el Tercio Superior en una institución no es el mismo patrón de medición que en una institución diferente. No se trata de un criterio universal y uniforme. No nos sirve para evaluar rigurosamente la excelencia académica.
No creo que todo este lío – esta vida fugaz del dichoso Tercio – precipite la caída en desgracia del actual ministro. Está claro que de la Universidad San Martín de Porres y la administración aprista se deben mucho la una a la otra. De acuerdo con una serie de informaciones, esa Casa de Estudios simplemente está a disposición del gobierno; por principio, ello viola el principio democrático de la separación de las instituciones. Una universidad requiere de la independencia que garantiza la libertad para pensar y cuestionar las estructuras sociales. La institución universitaria - cuando es genuina, y no un negocio o un feudo personal - debe convertirse en conciencia intelectual y moral de la sociedad y sus organismos. Ella claudica respecto de sus fines cuando renuncia al espíritu crítico y se somete complacientemente a los planes e intereses propios del poder político (o económico). El gobierno ha apoyado decididamente a esa institución en una serie de proyectos, dejando de lado a otros centros superiores; en contraste, el Ejecutivo mira con buenos ojos los planes del Cardenal y su entorno para invadir la PUCP, basando su actuar en ciertas estrategias judiciales (que sean “legales” es un asunto que está en discusión, como lo ha mostrado ya Perú 21); ya sabemos que más de universidad privada ganaría en río revuelto ante una eventual – hipótesis negada – caída de la PUCP en manos del fundamentalismo conservador. Esperemos que esta situación y estos destapes no compliquen aún más el panorama. Parece evidente que Chang sobrevivirá a esta “crisis del Tercio Superior”, lo que queda por ver son las consecuencias que esta derrota generará en las políticas del sector Educación.
Al final, el tema del Tercio Superior se terminó extinguiendo en la discusión sobre las políticas públicas en el sector Educación. La medida se ha evidenciado arbitraria y poco rigurosa, en tanto no constituía un criterio universal y estricto para medir la excelencia en la tarea docente (y ni siquiera en la tarea académica). No tomaba en cuenta la pericia ni los recursos pedagógicos del maestro en el aula, ni su experiencia. En la mayoría de las regiones, la regla del Tercio Superior será sustituida por una evaluación unitaria. La propuesta vino y se fue con tanta celeridad que uno no puede evitar sospechar que se trata de uno de los tantos “globos de ensayo” - como la pena de muerte, el “pacto social”, etc. - que el gobierno aprista suelta para distraer a la opinión pública y provocar que se sumerja en la confrontación y la discusión, mientras el Ejecutivo cuece otras habas. Nuestro presidente sigue pensando que vivimos en los ochentas.
Pero el que ha salido particularmente mal parado de esta escaramuza ha sido el ministro Chang. Apostaba su mano izquierda por la implementación inmediata - y libre de cuestiones – de la controversial propuesta. Ha puesto de manifiesto toda su intolerancia, autoritarismo y tozudez en esta confrontación con los maestros y con los presidentes regionales (a los que nunca consultó para conocer su opinión sobre el tema). En un brillante artículo – publicado en La República – Constantino Carvallo sostiene que Chang no ha desplegado ninguna de las virtudes que esperamos de los buenos maestros del Perú (y que tendría que cultivar un ministro de Educación): apertura, disposición al diálogo, empatía. Lejos de esto, el ministro ha hecho gala de aquellos vicios que denunciamos en algunos dirigentes del SUTEP: actitud beligerante, incapacidad para la conversación y la negociación, displicencia para con las razones del otro. Chang ha demostrado que no está a la altura de su cargo.
Pero hay más. El ministro Chang – quien es además el Rector de la Universidad San Martín de Porres, pues hasta donde sabemos no ha renunciado - ha señalado orgullosamente que forma parte del Tercio Superior en la Universidad Federico Villarreal, haciendo evidente que predicaba con el ejemplo. Sin embargo, José Alejandro Godoy ha demostrado – en su blog Desde el Tercer Piso – que Chang fue expulsado de la Universidad Católica por desaprobar tres veces cuatro materias. Es evidente que la oposición a esta medida no puede fundarse en que su gestor más fanático no haya estado a la altura de cumplirla (como Silvio Rendón ha indicado, la afirmación “la propuesta del Tercio Superior no es válida porque a Chang lo eliminaron de la PUCP “ es una grosera falacia). No obstante, la penosa trayectoria académica del ministro en la PUCP sí revela algo importante, a saber, que el Tercio Superior en una institución no es el mismo patrón de medición que en una institución diferente. No se trata de un criterio universal y uniforme. No nos sirve para evaluar rigurosamente la excelencia académica.
No creo que todo este lío – esta vida fugaz del dichoso Tercio – precipite la caída en desgracia del actual ministro. Está claro que de la Universidad San Martín de Porres y la administración aprista se deben mucho la una a la otra. De acuerdo con una serie de informaciones, esa Casa de Estudios simplemente está a disposición del gobierno; por principio, ello viola el principio democrático de la separación de las instituciones. Una universidad requiere de la independencia que garantiza la libertad para pensar y cuestionar las estructuras sociales. La institución universitaria - cuando es genuina, y no un negocio o un feudo personal - debe convertirse en conciencia intelectual y moral de la sociedad y sus organismos. Ella claudica respecto de sus fines cuando renuncia al espíritu crítico y se somete complacientemente a los planes e intereses propios del poder político (o económico). El gobierno ha apoyado decididamente a esa institución en una serie de proyectos, dejando de lado a otros centros superiores; en contraste, el Ejecutivo mira con buenos ojos los planes del Cardenal y su entorno para invadir la PUCP, basando su actuar en ciertas estrategias judiciales (que sean “legales” es un asunto que está en discusión, como lo ha mostrado ya Perú 21); ya sabemos que más de universidad privada ganaría en río revuelto ante una eventual – hipótesis negada – caída de la PUCP en manos del fundamentalismo conservador. Esperemos que esta situación y estos destapes no compliquen aún más el panorama. Parece evidente que Chang sobrevivirá a esta “crisis del Tercio Superior”, lo que queda por ver son las consecuencias que esta derrota generará en las políticas del sector Educación.
La caricatura es de Carlín.
quién es rendón?
ResponderEliminarSilvio Rendón, del Gran Combo Club, un importante blog.
ResponderEliminarSaludos,
Gonzalo.
Buen punto! Lo he enlazado a mi blog
ResponderEliminarEstimada Susana:
ResponderEliminarEl texto de Constantino se llama "El tercio excluido", y fue publicado en La República el 16 de febrero.
Saludos,
Gonzalo.
"El ministro Chang –quien es además el Rector de la Universidad San Martín de Porres, pues hasta donde sabemos -no ha renunciado-". No obstante la ley 23733 Ley Universitaria en su art. 52, inc h) dice:
ResponderEliminar"De conformidad con el Estatuto de la Universidad, los Profesores Ordinarios tienen derecho
a:....h) La licencia sin goce de haber, a su solicitud en el caso de mandato legislativo o municipal, forzosa en el
caso de ser nombrado Ministro de Estado, conservando la categoría y clase docente."
¿Puede el Sr. Chang ser ministro de estado y retener el cargo de rector?
La norma que señalas se aplica a docentes ordinarios, que pueden tentar a cargos municipales o ministeriales, no necesariamente a quienen ejercen el gobierno universitario. La pregunta es ¿Se aplica también a rectores o Decanos? ¿Hay conflicto de intereses en la figura de un ministro de Educación que es Rector o accionista de una universidad privada? Hay que verificarlo con la ley.
ResponderEliminar¿Qué nos dice el sentido común? ¿Alguna implicancia ética?
Saludos,
Gonzalo.
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ResponderEliminarHay que evitar los agravios. De lo contrario, no publicaré sus comentarios. Son las reglas de cualquier blog.
ResponderEliminarLa PUCP ha formado el consorcio de universidades, y ahora una red de universidades con instituciones de provincias. Dialoga permanentemente con otras universidades.
el tema de Chang es un hecho. En ningún momento lo he tratado de un modo inapropiado. Y que el tema del tercio es insensato, bueno, allí están los argumentos. Incluso el gobierno dió marcha atrás ¿Qué mejor indicador que ese?
No puede existir un único criterio para evaluar a los maestros, hay que cruzar criterios, y verlos en el aula.
Profesor Gonzalo:
ResponderEliminarAcertada la apreciación respecto a la propuesta del "tercio superior" del ministerio de educación, sobretodo lo referente a que "el tercio superior no es indicador universal...". Asienta una buena base para análisis del tema bajo un enfoque sistémico, de procesos y de producto.