Gonzalo Gamio Gehri
Esta nota está motivada por un interesante mensaje del sociólogo y filósofo español Guillermo Graíño, quien me transmite algunas impresiones críticas sobre la teología de la liberación. Agradezco sus líneas de argumentación, a las que quisiera responder. Graíño señala que la pobreza es una especie de bendición divina - "Los pobres son el tesoro de Dios, ¿por qué corromperles y sacarles de su condición?", dice en su comentario a mi Injusticia pasiva y políticas democráticas, en este blog -; considera que la teología de la liberación politiza la fe, pues, en sus palabras, "Si de verdad crees en el mensaje del Evangelio, no hay nada de malo en la pobreza, eso sí, desgraciado el indiferente a ella, pero desde un punto de vista moral, personal, nunca político". Concluye sus reflexiones defendiendo una concepción conservadora del cristianismo: "el conservadurismo político que no busca ninguna labor redistribuidora política y que deja esta función a asociaciones civiles como la familia, las iglesias, y que cree que una fuerte moral común hace suavizar los efectos nocivos del capitalismo, es la opción política más cercana al verdadero cristianismo".
Me parece complicado postular algo así como el "verdadero cristianismo" fuera de las interpretaciones que hagamos de él; no obstante, creo que la remisión a la Biblia resulta fundamental como una fuente de inspiración medular (si lo que se quiere es teologizar). Por ello me permito discrepar respecto de la posición de Graíño, presente en una larga tradición que echa raíces en la teología medieval. Como se podrá constatar, el mensaje de Jesús se entronca en la hermenéutica profética hebrea (que es auténtica crítica social), para la cual la pobreza es fruto de la injusticia humana, no de la voluntad de un Dios que es vida y quiere la vida. Ser pobre no es simplemente ser un no-rico, la pobreza es la situación que impide - por razones sociales - que determinadas personas no cuenten con las condiciones para desarrollar sus capacidades básicas (vida, salud, educación, afiliación, independencia, razón práctica, etc.). Pobreza es muerte prematura (que Dios evidentemente no quiere, a juzgar por el Evangelio). Otra cosa es el tema de los "pobres de espíritu": no confundir eso con nuestro asunto. Ahora bien, no estoy seguro que el cristianismo tenga una agenda política, pero sí tiene una dimensión social, vinculada al tema de la encarnación (cfr. mi texto sobre Secularización en este blog). El evangelio utiliza una serie de imágenes comunitarias (el Reino, Emmanuel - 'Dios con nosotros' -, etc.).Del mismo modo, la idea del Reino no alude simplemente a una vida sobrenatural ("y sepan que el Reino de Dios está en medio de ustedes"). Nada más lejos de Jesús que un ritualismo formal (que critica en los fariseos). Si uno le quita al Evabngelio el asunto de la justicia y de los pobres, lo despoja de elementos ético - espirituales de gran intensidad. Si uno se detiene a revisar los textos de G. Gutiérrez, J. Sobrino y González Faus no encontrará poítizaciones de la fe, sino una reivindicación de la matriz profética del Evangelio. En mi modesta opinión, el conservadurismo - más que cristianismo bíblico - es fundamentalmente un conato de recuperación de la idea medieval de "cristiandad", una idea que encuentro poco evangélica, a decir verdad.
Creo que este es un tema fundamental de discusión, aunque no siempre contamos en América Latina - tanto, precisamente, en los espacios teológicos "oficiales", como en los espacios institucionales, prácticamente copados por una jerarquía ultraconservadora, que suele identificar el ejercicio del diálogo con una innecesaria concesión al fantasmal "relativismo" - con las condiciones de apertura y pluralismo para emprender este diálogo. Quienes quieran vistar el blog de Guillermo - que es de muy buena calidad, lo recomiendo - ingresen al link:
Estimado amigo,
ResponderEliminarte agradezco sinceramente tu respuesta y la generosidad con la que te refieres a mí. Con gente así de dispuesta y blogs con semejante altura, sí que se puede crear en internet un foro de pensamiento interesante, un 'ágora' que merezca la pena.
Permíteme hacer una contrarréplica. Claro que distingo entre la pobreza de espíritu y la material, pero como bien sabes, el cristianismo es una religión muy original a la hora de relacionar los elementos trascendentes e inmanentes. La pobreza de espíritu no es indiferente a la pobreza material: me costaría creer que un multimillonario sea un pobre de espíritu.
Pues bien, esto me hace creer también en un 'Reino de Dios' presente entre nosotros. El problema es que ese Reino, esa comunidad, es estrictamente moral y social, y nunca quiso verse involucrada en política. 'Los cristianos están más cómodos en los leones', en la humildad, y no en la exigencia hacia Roma. Creo que este mensaje es fundamental en el Evangelio.
Es pero que sigamos en comunicación y debate.
Un saludo,
Estimado Guillermo,
ResponderEliminarMuchas gracias por tu mensaje, que invita a pensar. Creo que estamos de acuerdo en una serie de puntos, y nuestra discrepancia es fundamentalmente una: "pobre" no es igual a no-rico". La pobreza es exposici{on injusta a la muerte, y mutilación de capacidades y funcionamientos (para decirlo con Sen y Nussbaum). En ese sentido, la pobreza es un escándalo para Dios (y debería serlo para el hombre). Por eso el cristianismo promueve la justicia, y rechaza la exclusión.
Concuerdo contigo - y también lo harían los teólogos de la liberación - en que todo esto no implica una agenda política en el estricto sentido (aunque, cuidado, pensadores cristianos y modernos como Hegel cuestionan al cristianismo justamente en este punto: la ausencia de una racionalidad polótica en sentido clásico).
Continuemos con el diálogo, que argumentos como los que has desarrollado contribuyen decididamente a plantear los problemas de manera más rigurosa.
Saludos,
Gonzalo.