miércoles, 30 de mayo de 2007

EDUCACIÓN CIUDADANA, ESCUELA PÚBLICA Y LAICIDAD

Gonzalo Gamio Gehri


En el número 181 de Ideele Constantino Carvallo examina con agudeza e ironía los prejuicios que en materia religiosa suelen ostentar los pedagogos y políticos que han diseñado por décadas las políticas educativas en el Perú. Tengo que decir que, básicamente, estoy de acuerdo con las tesis centrales del autor, aunque personalmente me hubiese ahorrado el sarcasmo y los chistes de humor negro: los hubiese reservado para mejor ocasión (al fin y al cabo, la sorna con la que se refiere al episodio de las bodas de Canaan no hace sino reforzar el juicio de quienes practican lo que él mismo llama magistralmente “una perversión del tercio excluido de Aristóteles”). Se trata de un asusto que mueve las pasiones de mucha gente, es un tema que hay que tratar con rigor y serenidad. No creo que la burla contribuya a que los ingenuos o los conservadores que configuran los planes de estudio entren en razón. Más bien les invita a cerrar filas contra los buenos argumentos que sostienen la propuesta de secularizar la educación.

Carvallo señala que la educación pública no debe promover el cultivo de una religión determinada. Ello entraña formas explícitas de discriminación en contra de quienes, o tienen creencias diferentes, o han decidido no creer. En su opinión, deberían eliminarse los cursos de religión en los colegios públicos, dado que en estos se imparte exclusivamente la catequesis católica. Asimismo, deberían erradicarse todos los signos exteriores que pongan de manifiesto alguna forma de compromiso del sistema educativo con un determinado credo: crucifijos en la pared, fotos del Papa, etc. La escuela pública es un centro construido con el dinero de los impuestos de todos los ciudadanos, creyentes y no creyentes. Ella no debe educar a los jóvenes en la convicción de que existe una (y sólo una) manera de lograr la plenitud de la vida o la “trascendencia”. Una sociedad democrática forma a sus miembros en el pluralismo. Creer o no creer en lo divino es un asunto relativo a la conciencia de cada cual; concierne a las familias, y eventualmente a las comunidades religiosas, pero nunca al Estado.

Más contundentes se hacen los argumentos del director de Los Reyes Rojos cuando este ataca la tesis conservadora según la cual la tradición católica constituye una de las columnas de la “identidad peruana”. Esa facción ultramontana es la que solía decir lo mismo acerca del caudillismo militar, con sus marchas de julio y su “disciplina férrea”. Son los mismos políticos y educadores que hoy celebran el “mestizaje” y la “síntesis viviente” para rechazar las políticas interculturales quienes exaltan a la Iglesia Católica y a las Fuerzas armadas como presuntas "instituciones tutelares de la nación" (lo que es totalmente contrario a los ideales de una república). Dicho sea de paso, son los mismos que denuncian la propagación de las “ideologías de género” en el seno de la “familia peruana”. Carvallo cuestiona el argumento integrista que aduce que la espiritualidad religiosa resulta esencial para cimentar una moral. La capacidad de elegir conscientemente un modo de vida y de ponderar las reglas que te llevan a él – lo que puede describirse los usos de la racionalidad práctica – no requieren para su ejercicio de la necesaria suscripción de un credo religioso. Se trata de dimensiones de la agencia humana vinculadas estrictamente a la deliberación y a la percepción.

Concuerdo con Carvallo en que “en una sociedad democrática la religión es un derecho”. Nunca un deber. Que no es obligación de una escuela pública “inculcar la verdad en los estudiantes”. Creo que no son las instituciones del Estado las llamadas a crear un espacio para la reflexión religiosa de una confesión puntual. Creo que sí es posible hacer del análisis del fenómeno religioso un asunto interesante para los alumnos; no en vano el estudio comparado de las religiones y la propia teología son disciplinas tan relevantes para la formación humanística e intelectual como la literatura, la historia del arte o la economía política. El estudio sociocultural de las religiones podría fortalecer la tolerancia y el reconocimiento de la diversidad de las prácticas y los valores humanos. Lo que me parece censurable es que se haga catequesis en las aulas. Esa actitud no es coherente ni con la democracia ni con la multiconfesionalidad del Perú.

Comparto la denuncia, pero echo de menos un paso más consistente en la afirmación de una cultura secular. Se trata de un paso conceptual decisivo para hacer de la educación laica una propuesta sólida y bien formulada. Considero que una formación centrada en la ciudadanía y en el cultivo del pluralismo le haría un gran bien a la sociedad peruana, y también a la Iglesia (lo digo como católico). La pregunta que hay que hacerle a Carvallo es: ¿Desde dónde se plantea la exigencia de una educación pública laica? El tono de neutralidad procedimental – más allá del humor negro – no hace justicia a la calidad de la propuesta esbozada por el autor. La afirmación de la laicidad de la educación proviene de la exigencia de construcción de una cultura cívica liberal, una forma de vida que promueve una identidad política basada en los principios democráticos de inclusión y respeto de los derechos humanos. A veces esta perspectiva ha recibido la ambigua caracterización de “religión civil” – usando una expresión cara a Rousseau y a Dewey -; un conjunto de intuiciones y argumentos ético-políticos que pretende encarnarse en un ethos razonable y plural. Lo que se quiere decir con esto es que las escuelas públicas pretenden educar ciudadanos sensibles al cumplimiento de la ley y a la defensa del Estado democrático de derecho. Estas instituciones aspiran forjar agentes políticos críticos y juiciosos, leales respecto del sistema de instituciones que vertebra la sociedad.

Esta cultura cívica liberal es un credo militante. Esto es lo que el texto de Carvallo no termina de decir. Se trata de una posición éticamente encarnada y articulada, abierta a la diversidad de confesiones y visiones de la vida buena, pero no una mirada neutral sobre la conducta humana. La escuela pública no debe formar creyentes en una religión particular – debe alentar el respeto a las múltiples convicciones e ideas presentes en la sociedad -, pero sí debe formar ciudadanos comprometidos con la democracia y los derechos humanos; ella debe formar agentes autónomos capaces de discernir sus metas y valoraciones e interactuar con quienes piensan diferente en un clima de concordia y diálogo. No lograr educar espíritus dialogantes y solidarios sería un signo de fracaso de cualquier proyecto pedagógico democrático. Por eso la cultura cívica liberal no puede permanecer neutral frente al integrismo religioso, el caudillismo o al militarismo autoritario; debe erradicar las marchas militarizadas “patrióticas” tanto como las prédicas excluyentes. Por eso la "imperial" idea final del texto de Carvallo - la alusión a la "Ciudad del César" y a la "Ciudad de Alan" me parece discutible, y hasta incoherente . Si la democracia quiere ser un espacio comunicativo abierto a todos, debe cultivar un pluralismo razonable: no puede excluir ningún credo o sistema valorativo, salvo los que celebran la intolerancia.

11 comentarios:

  1. Gonzalo,

    he enlazado tu comentario a un post en mi blog que puede verse aquí: http://blog.pucp.edu.pe/item/10273
    y en donde aparece el texto de Constantino. Coincido contigo en que el tono del artículo tiene un poco de sarcasmo pero no creo que su postura no esté enraizada en una visión liberal como la que tu señalas. Quizá no la hizo obvia en este artículo, y valga por eso tu aclaración. Pero dudo que no la tenga. sería entonces una negación por la pura negación, que no creo (no estoy segurra pero no creo) que sea la postura del autor.

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  2. Es interesante las tesis que esboza el señor Carvallo, sin embargo también me atrevo a decir, desde un modo general, que en las escuelas pública hoy en día el que no quiere llevar el curso de religiòn, porque pertene a otra Iglesia o religión, tiene todo el derecho de enviar una solicitud al director de dicho colegio y exonerarse del curso.
    Además es bueno reconocer que en muchas escuelas públicas no se adoctrina ni se inparte catequesis, al contrario también se estudia a las religiones desde una postura crítica y tolerante.
    Este proceso de quitar el curso de religión de las escuelas públicas tiene para un cierto tiempo ya que eso se dará con un cambio de toda la estructura educativa, o sea, hay para rato.

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  3. Jorge Luis,

    Si, tienen la opcion de retirarse del curso... pero ¿que reciben a cambio? ¿Se van a jugar al patio? Si el curso de religion fuera mas bien de historia de la religión, religiones comparadas, fundamentos de las teologías (asi en plural) etc. etc. entonces nadie tendría que quedarse sin recibirlo, y se enriquecerían todos. Y los cursos de iniciación en la fe, o de catecismo, o como quieran llamarse, podrían quedar para la pastoral, a la que van aquellos que están interesados.

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  4. Jorge Luis: Todos tenemos derecho, según la constitución, a mantener reserva sobre nuestras convicciones religiosas. ¿Cómo puedo ejercer este derecho si tengo que enviar una solicitud y además, salir del salón cada vez que es hora de la clase de religión?

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  5. Jorge Luis, es calro que si envías una carta y te sales de la clase; estan repetando tu derecho sobre convicciones religiosas, ahora bien si te lo negaran obviamente estarían violando este importante derecho. en consecuencia la propuesta o sugerencia que hace Susana Frisancho me parece genial, pues se debe respetar la laicidad, los derechos humanos son derechos humanos.
    Es cierto que nuestro país, desde tiempos preteritos ha estado sujetado por políticas conservadoras y autoritarias, y es más siempre ha estado la Institución Católica mediante sus dirigentes, como tutora, diciendo que es lo que se debe hacer y cual no. creo que el futuro de un Perú libre, pluricultural y laico no va lograrse si se sigue asi.
    yo como católico, por mi fe, se que tengo un compromiso particular con los no creyentes en Dios (en tanto fe)pero respeto la dignidad y las convicciones religiosas o no religiosas de cada persona, y creo que en espacios públicos como son las escuelas y la educación ciudadana también debe de respetarse este derecho con toda libertad.

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  6. Estimado Gonzalo,
    Agradezco tu comentario, aprendo de él. No he pretendido agotar la reflexión sobre laicismo y sociedad en 1000 palabras. La mento que mi estilo te parezca sarcástico sobre todo en lo que se refiere a las Bodas de Canaán. No hay absolutamente nada de sorna en ese comentario. Admiro ese milagro,no por casualidad el primero, y el vínculo de Jesús con la alegría y la fiesta. Manifestaba mi aprecio por la figura de ese Cristo que comparte la diversión y convierte el agua en vino para no se acabe la fiesta, el tono. No entiendo qué relación hay entre esta mención a un milagro y la perversión del tercio. Discúlpame si he permitido con mi lenguaje que parezca que me estoy burlando de Jesús o de quienes creen en él, es lo más ajeno a mi sensibilidad.
    De otro lado agradezco a Susana Frisancho por concederme el beneficio de la duda y creer que puedo estar más allá de la "negación por la negación".
    De todos modos como ha escrito Ciorán, citado por Savater, a veces "...todas las religiones son cruzadas contra el humor".
    un abrazo,
    Constantino

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  7. Muchas gracias por tu mensaje, Constantino. Vale la aclaración, que sitúa mejor tu texto, que es muy agudo. Comparto las tesis generales del mismo, y apoyo tu visión laica de la educación. El importante trabajo realizado por ustedes en Los Reyes encarna esa preocupación.

    Sí creo que el estilo podría sonar sarcástico, y podría dar la impresión que ironizabas sobre el temma de Canaan. Considero que es importante contextualizar tu texto en el marco de la cultura democrática.

    Un abrazo,
    Gonzalo.

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  8. Bueno este tema sí que es muy amplio no solo se trata de ver las religiones que profesmos, sino también como la damos; como llega su contenido hacia el individuo que lo recibe, tenemos que partir que el estado peruano en estos tiempos está en una jugada o coartada con el clero, ojo con esto no quiero decir que la Iglesia católica es una ramera para nada solo que las cosas deben ser como las dijo Jesús lo del César al César y lo de Dios a Dios. Pues en verdad ahora con esta novedad del curso de Religión en los colegios nacionales públicos lo quieren eliminar pero bueno hay que ver como o mejor dicho de que manera van a dar camino a los valores ,cierto la ética ayuda, pero valores Cristianos en el cual la persona se sienta identificada , no quiero decir que se haga catequesis, sino que sentido le podemos dar si se quiere eliminar el curso dereligión pues la pluralidad de religiones va ayudar muchoa conocer las riquezas de éstas.
    Pero el temor esta ahí que se venga abajo la Iglesia Católicca en los colegios bueno hay que empezar ahacer reformas pero bueas para darle el buen uso y sobre todo la mejor enseñanaza a los estudiantes no solo desde la religión Católica, sino desde la pluralidad de las religiones.
    Loscursos de religión no debe caer un tediodo curso aburrido ,sino interesante y darle sentido desde ahí que el joven o la joven pueden encontarrle sentido a sus vidas a través de valores que presentan las religiones.

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  9. Deberian Eliminar ese "Curso de Religión Catolica en los Colegios".
    Además Los Profesores Discriminan aquellos alumnos que profesan otras religiones. muchos alumnos no presentán la carta para retirarse del curso porque de hacerlo reciben la más Baja Calificación en sus Libretas de Notas.
    Y cuando los alumnos són detectados entonces reciben toda clase de abusos, como el que fué objeto mi sobrina. Ya que el Fanatico Religioso Catolico que tenía como profesor le exigia gastos de dinero en compras de simbolos Catolicos, ella estudia en un Colegio del Estado, y por los gastos que le pedían parecia un colegio particular.
    La Verdad es un Abuso.
    Despues de aquella horrorosa experiencia que le toco Vivir; Ahora ella dice que ya no creé en Dios y se quiere volver Atéa.

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  10. Es verdad que ahora uno puede exonerarse del curso de religión, sin embargo considero que eso acarrea consecuencias negativas socialmente y talvéz psicológicas para el afectado. Y concuerdo con que en los colegios estatales en lugar de una reflexión del curso de religión lo que se hace es dictar una catequesis y lo digo por experiencia. Aun así considero que para evitarnos tantos problemas lo que se debería hacer es dictar un curso reflexivo pero no sólo de la religión católica, sino de todas las religiones y eso le sirva a los alumnos más que cómo guía para decidir sobre su religión, que le sirva por cultura. está realmente muy interesante.

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  11. ¡Shalom!

    Estoy de acuerdo contigo. el curso debería reformularse, para que sea una materia académica y reflexiva.

    Saludos,
    Gonzalo.

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